¿Tu familia es feliz?

Ayer se celebró el Día Internacional de la Familia con el objetivo de aumentar la conciencia sobre el papel de las familias en la sociedad.

De hecho, según Naciones Unidas, la familia constituye la unidad básica de la sociedad. La relación que se establece es simple: si las familias gozan de salud, nuestra sociedad también.

Pero ¿cómo saber si nuestra unidad familiar goza de salud y cómo podemos potenciar la cohesión y el desarrollo entre sus miembros?

El psicólogo experto en gestión de la tristeza Jesús Matos, fundador de En Equilibrio Mental, pone de relieve la estrecha relación que existe entre familia y bienestar individual.

“La familia es un grupo de apoyo en el cual las personas se sienten seguras para poder desarrollarse. La principal diferencia con los amigos es que no elegimos nuestra familia”, valora.

El apoyo social que percibimos es, según el experto, una de las variables más implicadas con el bienestar y la familia puede cumplir esa función.

Hay muchos tipos de familias y, en consecuencia, hay muchos tipos de familias “saludablemente felices”.

Hoy en día la sociedad ha asumido también como familia no escogida a los amigos, abriendo mucho más el ámbito de actuación de ésta sobre nuestro desarrollo individual.

Matos añade que “el bienestar es una medida que se entiende de manera diferente según cada caso (cada núcleo familiar pondrá en valor algunos elementos sobre otros) pero hay algunos de éstos que son o deben ser comunes para crear familias cohesionadas que aporten valor a la sociedad.

Teniendo en cuenta que el respeto debe ser la base de cualquier tipo de relación, Jesús Matos pone de relieve cinco cuestiones sobre los hábitos que identifican las familias que gozan de buena “salud familiar”:

1.- Anteponer calidad frente cantidad

El tiempo es el enemigo de las familias del siglo XXI. La clave está en dar prioridad a la calidad frente a la cantidad.

Aprovechar el tiempo que tenemos disponible para realizar actividades que satisfagan a todos y fomenten la cohesión es imprescindible.

2.- Dejar fuera los reproches

El exceso de confianza o, como veremos a continuación, una definición vaga de los límites de los miembros de la familia suele derivar en un mal común de la familia: el reproche. El reproche es la muletilla negativa en la familia.

No existe un escenario en el que éste se dé con más frecuencia y el uso y abuso del reproche entre la pareja, hermanos o padres e hijos puede llegar a causar mucho perjuicio. Debemos aprender a descartar el reproche como elemento de defensa.

3.- Establecer límites claros

Totalmente necesario. La falta de límites claros es uno de los problemas más comunes y que peores consecuencias acarrean.

Definirlos y negociarlos es una tarea para la que es necesario implicación y aceptación por parte de todos sus miembros y que debe ser revisada según las circunstancias que rodean la familia.

Si dibujamos límites será más fácil establecer pautas y raseros con los que medir mejor los problemas y anticipar soluciones coherentes y aceptadas.

4.- Practicar la comunicación asertiva

En la familia debe reinar el lenguaje abierto y claro. A través de la empatía y la comprensión, debemos trabajar esta habilidad que consiste en saber expresar opiniones, creencias o sentimientos de forma clara, directa, sean agradables o desagradables para el interlocutor.

No sólo se trata de decir que no, sino también de saber pedir ayuda o expresar un sentimiento.

Para que funcione y se instale como base en la familia, la asertividad se debe darse de manera completa. No sólo debemos ser claros, sino dejarnos de sentir culpables por ello.

La asertividad y la protección no están reñidas. Enmascarar una realidad puede traer más problemas a medio y largo plazo.

5.- Apoyo emocional e incondicional entre todos sus miembros

El apoyo emocional es básico para el desarrollo de la autoestima, confianza y autonomía. La familia debe saber poner en valor las cualidades de sus miembros y aceptar los defectos, pero sin recurrir a la sobreprotección.

Vivir en familia nos hace más felices

Un estudio de la Universidad de Harvard, que se comenzó a desarrollar en 1938, reveló que el mejor indicador de felicidad a largo plazo son las relaciones estables con la familia y los amigos.

El director del estudio, culminado 75 años después, Robert Waldinger, presentó las conclusiones poniendo de relieve la relación que existe entre las familias estables y la felicidad.

Según este estudio, las personas con unas relaciones sociales más estrechas estaban libres de enfermedades crónicas y mentales, y apenas presentaban pérdidas de la memoria, aunque esas relaciones tuvieran varios altibajos.

El Día Internacional de las Familias se celebra el 15 de mayo de cada año para crear conciencia sobre el papel de las familias en la promoción de la educación de la primera infancia y las oportunidades de aprendizaje permanente para niños y jóvenes.

Tuneado de una publicación aparecida en La Razón