Tu arquitectura cognitivo-emocional y tu felicidad

Quizá no seas consciente de la cantidad de necesidades que pones en marcha cada día y cómo te diriges hacia tus propias metas: levantarte, ir al servicio, desayunar, leer las noticias, hacer gestiones, comunicarte, organizarte, buscar solución a determinados problemas, comer, ir de compras, encontrarte con tu familia, ver la tele, leer el capítulo de un buen libro, oír tu música preferida, consultar la agenda de mañana, ver una película o irte a dormir.

El horizonte

Cada necesidad se acompaña de una meta, y, si lo piensas bien, descubrirás que cada conjunto de metas se empaqueta en diferentes proyectos (de subsistencia, gestión, amor, amistad, trabajo, ocio, …).

Al final, todos tus proyectos estar engarzados con el proyecto más difuso, pero más importante que es la búsqueda de felicidad, cuyo corazón palpita sinceramente dentro de ti.

Los moldes modulan

Tu propia búsqueda de felicidad ya marca un estilo y unas consecuencias, de acuerdo con tus particulares moldes mentales.

Hagas lo que hagas, desde que te levantas por la mañana, vas activando tus moldes: participando peligros, dificultades, escepticismo, resultados asombrosos y mágicos o control imaginario sobre lo que puede ocurrir.

Frustraciones y núcleos implicativos sensibles (NIS)

Los NIS se encuentran grabados en la memoria emocional, generando necesidades y conflictos.

¿Por qué la formación de un NIS? En gran medida, por estar mediatizado por tus moldes mentales ineficaces.

Al fin y al cabo, los mandes mentales son los intérpretes de todo cuanto te ocurre, sobre todo, de tus propias frustraciones.

Las frustraciones son inevitables. La cuestión está en cómo resuelves y superar la frustración.

Aquí radica el verdadero arte de vivir, que debes analizar, pues tus moldes mentales y tus NIS dramatizan o atenúan tu frustración.

Ambos, junto a tus proyectos, son las piezas clave de tu vivencia emocional, con diferentes tipos y grados de emociones, estando en medio tú “yo”.

Perfil personal

Todo ello configura tu perfil en la arquitectura cognitivo-emocional.

Es la que explica los problemas en tu percepción del bienestar subjetivo, ofreciéndote las claves para poder reprogramar tu felicidad.

La valoración y la interpretación que hagas de tu bienestar subjetivo o felicidad depende de tus lentes, de tu magma, y de tu luz.

Las lentes son los moldes mentales; el magma, el símbolo de tus NIS; y la luz se refiere a los proyectos.

La felicidad es producto de proyectos, moldes mentales y NIS, que configuran lo que podríamos llamar constructos (denominados así porque están construidos por la mente).

¿Qué indicadores externos del comportamiento de las personas manifiesta que sean felices?

Los hay, pero no todo lo que reluce es oro, ni todos los que sonríen son felices.

Por eso hablamos de caretas de la felicidad.

En el intento de encontrar la felicidad, elegimos caminos erróneos que caricaturizamos como máscaras; por eso vale la pena describir cada máscara o falsa felicidad.

Máscaras de la felicidad

No siempre es felicidad en lo que parece bullicio, diversión y sonrisas.

Algunas veces, suele ser caretas o espejismos de la felicidad.

La felicidad de Hollywood

Es la felicidad basada en los recursos materiales, aquella basada en la fama, el dinero, el poder y todo rodeado de esplendor y oropel.

Hollywood suele ser el destino soñado al que aspiran los que buscan la fama y la vida fácil; sin embargo, no es Hollywood el espacio donde existen más metros cuadrados de felicidad.

Con tantos sueños ilusos o mágicos, es como un globo que se le eleva alto, pero cuanto más alto, más fuerte es la caída cuando el globo se desinfla.

Entonces produce extrañeza, y es que la felicidad no se esconde bajo un envoltorio dorado.

La felicidad de la flor de Pascua

Es la felicidad de la fachada social. La flor de Pascua es roja, se abre con una gran sonrisa; sin embargo, se llena fácilmente de hormigas.

Muchas personas van por la vida sonriendo y la gente los considera felices.

El sobre esfuerzo y la exigencia hacia sí mismas por contentar a los demás y sentirse queridas, las debilita, y caen en una inesperada tristeza y depresión.

Es la factura de no ser auténticas y estar sometidas al deber ser o a la aprobación de los demás.

La felicidad no es posible bajo la dependencia social.

La felicidad del ajedrecista

Es la felicidad del control intelectual; el que razona, planifica, regula, exige y se exige, desarrolla estrategias y se fuerza encontrar la realidad.

Así, manejando el mundo racional, pretende alcanzar el bienestar a través de la lógica.

Sin embargo, luego se altera y sucumbe ante el mundo irracional o ante el agotamiento que le produce el estrés encapsulado que va generando.

Se extraña de sentirse agotado, ansioso o triste, y más considerando que todo lo que hace es muy lógico y coherente.

Pero no sabe que la felicidad no es igual a mera racionalidad.

La felicidad del misionero

Es lo que buscan algunas personas a través de sus proyectos de vida y de entrega altruista.

Es cierto que su esfuerzo de realización y optimización es gratificante, y puede que auténtico, pero también es una manera de rellenar su insatisfacción de fondo.

Y es que en su interior persiste lamento o el vacío de su falta de encaje con la realidad y su baja autoestima.

Nadie le va a explicar su erróneo sometimiento, hasta que aparecen las somatizaciones y depresiones.

Confunde felicidad con inmolación

La felicidad de la bordadora

Es la felicidad del perfeccionista, que se busca a través de la aplicación, el esfuerzo, el control y el cuidado de los detalles.

Sin embargo, su mente genera anticipación del fracaso, un control excesivo, hiperanálisis o insatisfacción por lo que ha hecho, pues en cada logro que consigue, siempre algo que está mal.

La consecuencia es una permanente autoexplotación y autoengaño.

La felicidad del guerrero

Es la felicidad del logro competitivo y hostil.

Haciendo un símil, es la que se alcanza al conquistar castillos, escalar montañas, combatir enemigos, cargarse de constancia, de fortaleza y de persistencia, siempre vigilante, sin fiarse de nadie; aunque mima a los aliados, no les permite la más mínima debilidad ni deslealtad.

Siente que le rondan los enemigos y entonces surge en él el sentimiento de víctima, remos conflictos, ataca y es atacado…

La felicidad del parapente

Es la felicidad del soñador o del iluso, que trata de crear mundos mágicos, evadirse, evitar complicaciones y desconectarse de la realidad.

De entrada, no sufre. Se alivia, pero va acumulando problemas y lo que encuentra es desencanto.

La evasión abre caminos como la adicción a las drogas, provocando dificultades.

Es cierto que el tren de todas estas falsas felicidades sigue normalmente su marcha, que no hay grandes sacudidas, pero también es cierto que, de pronto, ante una dificultad imprevista, este tren descarrilado y sufre un accidente grave.

El dato positivo es que suele servir para analizar qué es lo que no está funcionando, lo que nos permitirá decidir la aplicación de las herramientas de cambio más apropiadas.

Extraído del libro “Reprográmate”
Autor: Pedro Hernández-Guanir