TALENTO FELICIDAD

Si entre todos los profesionales que tenemos la oportunidad de participar en esta nueva edición de EXPOCOACHING lleváramos a cabo una encuesta, para elegir conjuntamente cuales son las cualidades más importantes con las que debe contar un trabajador de cualquiera de nuestras Organizaciones, para ser calificado de aceptable, bueno o excelente, estoy segura de que, entre otros, aparecerían conceptos como PREPARACIÓN TÉCNICA, ACTITUD, CULTURA DE ESFUERZO, INTEGRIDAD, COMPROMISO, RESPETO, CREATIVIDAD, VISIÓN GLOBAL, LIDERAZGO Y CAPACIDAD DE ADAPTACIÓN AL CAMBIO.

Es curioso que, con casi total certeza, ninguno de nosotros hubiéramos mencionado la SALUD como una de esas condiciones necesarias para poder desarrollar adecuadamente nuestro trabajo. Resulta curioso porque ya me diréis qué hacemos intentando esforzarnos mucho, aprendiéndolo todo, poniendo visión sistémica a la situación o manteniendo el mayor de los compromisos … si nuestra salud no es lo sólida y robusta que necesitamos para afrontar todos los retos que supone la vida laboral de cada dia. Es verdad que en la mayoría de los casos la “damos por supuesta” (si trabajamos es porque estamos sanos), pero también es cierto que nuestra forma de entender la salud está íntimamente ligada al concepto de enfermedad, de forma excluyente entre ambas. Es decir, si no estamos enfermos, es porque estamos sanos.

La realidad es que en esta Sociedad tecnológicamente avanzada en la que vivimos no identificamos la Salud como el valor más importante de nuestra vida cuando nos movemos en el mundo del trabajo. Quizás sí en lo personal, pero estamos tan acostumbrados a disociar nuestro “yo” personal de nuestro “yo” profesional, que llegamos a sentir que la vida empieza o languidece en función de la hora y el día de la semana. Y, como veremos más adelante, esa misma sensación tiene una incidencia importante sobre nuestra biología.

¿Pero realmente qué es la Salud?. "La salud es un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades". Esta cita procede del Preámbulo de la Constitución de la Organización Mundial de la Salud, que fue adoptada por la Conferencia Sanitaria Internacional, celebrada en Nueva York del 19 de junio al 22 de julio de 1946. Entró en vigor 2 años después, en 1.948, y desde entonces no se ha modificado.

Han transcurrido 68 años en los que la Ciencia Médica ha avanzado de forma prodigiosa. RMN funcional, PET-TAC, órganos impresos en 3D, exoesqueletos, piel sintética, … medios diagnósticos y terapeúticos que merecerían formar parte de una “peli” de Ciencia Ficción, y, sin embargo, atendiendo a la definición de la OMS las personas que vivimos y trabajamos en esta Sociedad estamos cada vez más lejos de alcanzar una las condiciones de Salud. Lo demuestran los datos. Los trastornos mentales se han duplicado en España entre el 2.014 y 2.016, el gasto farmaceútico en psicofármacos se quintuplicó en ese mismo período, el 33% de los trabajadores declaran abiertamente ser infelices en su trabajo y , de ellos, a más del 50% esa situación les genera un malestar psicológico que llega a precisar asistencia y tratamiento.

No vamos bien. Necesitamos cambiar nuestra percepción de la Salud. Es imprescindible que transformemos nuestra visión parcelar tradicional sobre el binomio enfermedad-salud, y dar el salto hacia una SALUD NUEVA. Una nueva Salud que constituye nuestra capacidad personal más importante. La capacidad que nos permite aceptar, afrontar, superar y/o adaptarnos a cada uno de los desafíos diarios que la vida nos trae. Desafíos que pueden llegar en forma de microbios con un estornudo, en forma de 40º a la sombra una tarde del mes de agosto, en forma de contaminantes ambientales, o en forma de discusión con un compañero de trabajo o de sentimiento de frustración ante una situación que entendemos injusta. Todas ellas son agresiones que alteran el equilibrio y la armonía que están en la base de nuestra homeostasis biológica. Todas ellas exigen un proceso interno correctivo que nos devuelva a la situación de equilibrio inicial.

Este nueva visión de la Salud tiene muchas e importantes implicaciones. La primera de ellas supone asimilar que la salud y la enfermedad son estados y funciones biológicas dinámicas, que se alternan constantemente en nuestro organismo, con el mismo objetivo compartido, la conservación de la vida. Y que cuando la enfermedad aparece no solo hay que tratarla, sino pararnos a escuchar atentamente el mensaje que nuestro organismo físico y mental nos está enviando con ella.

La segunda, y la más importante, es que como protagonistas únicos de nuestra vida, debemos erigirnos también en los responsables directos de fortalecer nuestra salud, siguiendo todas las medidas preventivas que están a nuestro alcance, y, fundamentalmente, desarrollando y reforzando todos aquellos mecanismos biológicos que sabemos que actúan como potenciadores de salud.

Y aquí es donde entra en escena la Felicidad. Si, si, esa Felicidad casi utópica, con un cierto tinte romántico, de la que hablan filósofos, escritores y poetas en sus obras, y que nadie se pone de acuerdo en definir. Esa, si, esa Felicidad exactamente. Porque esa sensación difícil de describir, tan personal, tan intima, tan deseada y tan esquiva habitualmente, es uno de los mayores y mejores protectores y potenciadores de nuestra salud.

Y es que la sintamos como la sintamos, la Felicidad es una reacción de nuestras neuronas, mediada por una serie de neurotransmisores químicos, de los que los más importantes son la serotonina, la dopamina, la prolactina, la oxitocina y el GABA.

La gran noticia de las últimas épocas es que somos capaces de aprender a producir voluntariamente en nuestro cerebro todas estas sustancias, cada vez que queramos.

Hoy sabemos que tenemos a nuestra disposición multitud de herramientas fáciles, asequibles y divertidas, que nos llevan a aumentar la cantidad de neurotransmisores de la Felicidad que se producen en nuestro cerebro. Y eso, además de provocarnos una sensación agradable y maravillosa, nos refuerza el sistema inmunitario (aumentando las citoquinas que modulan la respuesta inmunitaria, aumentando la producción de CK específicas contra los virus,…), induce la producción de la telomerasa que evita el acortamiento los telómeros cromosómicos que está en la base del envejecimiento, y muchos otros efectos saludables que están avalados por multitud de estudios de algunas de las universidades más prestigiosas del mundo.

En resumen, hoy sabemos que la Felicidad se entrena como el musculo bíceps en los levantadores de pesas o la voz en las cantantes de Ópera.

Todos podemos aprender a entrenar nuestra Felicidad. Mejor aún, todos debemos aprender a entrenar nuestra Felicidad.

Todos debemos aprender a mantener, mejorar y reforzar nuestra Salud convirtiendo la Felicidad en el hábito saludable más significativo de nuestro día a día, porque cuando lo conseguimos, convertimos nuestra Felicidad en un TALENTO, el talento más importante que vamos a poder aportar a nuestra propia vida y a la vida de todos los que nos rodean, trabajo incluido.

No en vano los trabajadores sanos y felices son un 31% más productivos, mejoran las ventas un 37%, incrementan su motivación y su engagment un 33% y un 73%, respectivamente, y se reduce un 66% los niveles de absentismo específico.

Así que os animo a tod@s a desarrollar vuestro TALENTO FELICIDAD y ponerlo en acción. Por vuestra salud.


 

SUMAFELICIDAD

(EXPOCOACHING - IFEMA Madrid

se celebrará los próximos días 3 y 4 de febrero 2017)