Seis ejercicios prácticos para controlar la incertidumbre

En este sentido la incertidumbre, el miedo al futuro, están muy relacionados con las anticipaciones, con los conocidos ¿Y si…?

¿Y si no me quiere? ¿Y si no me sale bien la presentación? Qué pasará ¿Y si me equivoco? ¿Y si me despiden? … Y si, y si…

En muchas ocasiones la preocupación la utilizamos como estrategia para disminuir nuestra ansiedad, nos hemos acostumbrado a darle muchas vueltas a una decisión, no tanto como una herramienta para decidir la mejor opción, sino para mantenernos en ese estado donde no tomamos decisión alguna.

Creemos que es mejor no precipitarnos, incluso nos decimos a nosotros mismos que es una decisión muy compleja y difícil y que hay que dedicarle tiempo.

Una de las emociones que considero más difíciles de manejar es la incertidumbre, el miedo al futuro, el temor a que sucederá próximamente.

Es normal querer tener certidumbres, certezas, la seguridad y la tranquilidad de saber lo que va a ocurrir, pero siento decir que eso no es posible, no es posible tenerlo todo bajo control.

La incertidumbre está presente en numerosos acontecimientos de nuestro día a día, en la mayoría de nuestras situaciones cotidianas.

Todo el mundo, en mayor o menor medida, siente incertidumbre, es inevitable sentir miedo al futuro, el problema no es sentirlo, sino cómo gestionamos esa emoción.

La ansiedad anticipatoria. Tenerlo todo bajo control

Si te preguntas qué significa la ansiedad anticipadora, tal vez lo más ilustrativo sea sugerirte que pienses en esas predicciones que tú y todos realizamos a veces sobre lo que sucederá con algún hecho futuro que nos afecta.

Esto en principio es normal, todos hacemos valoraciones sobre los acontecimientos y las decisiones que vamos a tomar.

Pero si la forma de afrontar esta situación es ponernos en el peor de los desenlaces emitiendo una profecía catastrófica, que en consecuencia nos genera una preocupación y angustia excesivas y un pensamiento obsesivo, centrado exclusivamente en las peores predicciones, estaríamos hablando de ansiedad anticipatoria.

El problema siempre son las emociones que acompañan al estado de inseguridad por lo venidero: la ansiedad, el miedo, la irritabilidad, la tristeza o el enfado.

Todas están provocadas por nuestros “futuribles”.

Emociones provocadas por nuestros futuribles

Todas ellas tienen que ver con nuestra resiliencia o la capacidad para afrontar la adversidad, nuestra tolerancia a que suceda un acontecimiento negativo.

De hecho, es tan frecuente esta baja tolerancia, que para muchos el refrán: «Más vale malo conocido que bueno por conocer» se ha convertido en una forma de conducir sus vidas.

Hay personas que por sus rasgos de personalidad quieren tenerlo todo bajo control, no soportan la improvisación o ignorar cualquier detalle de lo que va a suceder, necesitan tenerlo todo planificado, estructurado… y esto casi nunca es posible, todos deberíamos saberlo: la vida no suele ser previsible.

El futuro no sabemos nunca cómo será, pero el miedo a la incertidumbre nos puede paralizar y provocar que no salgamos de nuestra zona de confort.

¿Cómo superarlo?

1. Acepta el miedo a la incertidumbre y ponte en marcha

El miedo a la incertidumbre puede paralizarte, bloquearte y evitar que sigas adelante. Por eso, es importante que aprendas a aceptarlo y ponerte en marcha.

Es natural sentir temor a lo desconocido. Cuando nos arriesgamos, las cosas pueden salir mal o bien.

No obstante, tenemos que quedarnos con el hecho de que, independientemente del resultado, vamos a aprender.

No te quedes pensando en lo que hubiera pasado si lo hubieses hecho, ¡mejor hazlo! Es mejor atreverse y errar que no hacerlo.

2. Céntrate en el momento presente

Las prácticas de mindfulness te ayudan a centrarte en el momento presente y a darte cuenta de la gran cantidad de tiempo que le dedicas a los pensamientos recurrentes sobre el pasado y el futuro.

Este hábito, en realidad, es una pérdida de tiempo e impide que disfrutes de todas las sensaciones que te ofrece la vida.

Comer, pasear, notar cómo la brisa eriza tu vello, disfrutar de los olores y los colores… Todo esto lo pasamos por alto.

El miedo a la incertidumbre puede combatirse estando en el ahora. Dejando de pensar en lo que pasará mañana, en todas esas opiniones de la gente que nos lanzan para atrás.

3. ¡Confía más en ti mismo!

En ocasiones, nos falta confianza en nosotros mismos, ya sea debido a las inseguridades, los miedos o las opiniones que (pensamos que) nos dedica nuestro entorno.

Si tienes una autoestima baja todo esto te resultará conocido. Estás acostumbrado a dejarte llevar por las recomendaciones de los demás, a no hacer lo que en verdad deseas por miedo a las consecuencias, a ser rechazado y desaprobado.

No obstante, ¿vives para ti o para el resto de las personas? Es importante que empieces a darle a tu vida la importancia que tiene.

Confía más en ti, en tus capacidades y lánzate hacia delante. Tienes mucho potencial, algo en lo que destacas. Si aún no lo has descubierto, esa ha de ser tu primera tarea

4. Ante cualquier fracaso, quiérete

Sería un error decir que siempre que nos atrevemos, ganamos. Es más, más veces de las que nos gustaría, fracasamos.

No obstante, esto no debe detenernos. El miedo a la incertidumbre a veces hace que concibamos los fracasos como un acierto: «por aquí no».

No te castigues ni te culpes si las cosas no te salen bien a la primera. Aprende de los errores, porque serán la clave de tu éxito.

5. Encuentra lo que te motiva

Si tienes tanto miedo a la incertidumbre, quizás el motivo radica en que aún no has encontrado lo que verdaderamente te motiva. Porque, una vez lo hagas, seguro que nada te frena.

Para poder encontrar y saber cuáles son tus motivaciones, hacia dónde quieres dirigirte y qué quieres conseguir, tienes que conocerte a ti mismo. ¿Y después?

Después, empieza a ponerte metas realistas a corto plazo. Verás que una sensación muy agradable te invade conforme las vas alcanzando. ¡Avanzamos!

6. Universo emociones

Finalmente, dedica un tiempo importante a tus emociones, ese universo sumergido que dirige nuestras vidas mucho más de lo que somos capaces de imaginar

  • Identifica las emociones que te genera la incertidumbre. No luches contra ellas, normalízalas, no las juzgues, obsérvalas, no te enfades por sentirlas y aprende a aceptarlas.
  • Identifica de dónde proviene la incertidumbre, la ansiedad, el miedo…. Indaga qué está pasando por tu cabeza y pregúntate dónde estás: ¿en el presente?, ¿en el pasado?, ¿en el futuro?
  • No rumies sobre la incertidumbre. No le dediques mucho tiempo de tus conversaciones al asunto que tanto te preocupa. Márcate un tiempo máximo para hablar sobre ello, sino corres el riesgo de que todas tus conversaciones giren en torno al mismo tema, y en consecuencia todos tus pensamientos.
  • En esos momentos de pensamientos recurrentes de miedo, de ansiedad, cambia el foco de tu atención, cambia la mirada, cambia el sujeto de tu pensamiento y dirígelo hacia ti, en tus potenciales, en tus fortalezas, en tus buenos momentos, pensando en lo que te gusta, lo que te apetece, tus placeres vitales, dedícate tiempo, cuídate, busca esos momentos para ti.
  • Practica la flexibilidad y la espontaneidad, la vida es puro movimiento, ponte a prueba y haz pequeños ejercicios de exposición, para romper tu necesidad de controlar las cosas. Permítete la espontaneidad. Comprueba que tienes derecho a equivocarte y aprende de experiencias resultados inesperados.

Ahora que ya sabes todo esto, estás preparado para vencer tu miedo a la incertidumbre. 

Un miedo que no es real, que reside en tus inseguridades y que es solo fruto de tus experiencias negativas.