Rutinas conscientes de felicidad

En un mundo en el que prima lo material por encima de lo sentimental o las posesiones por encima de los valores, el cerebro no nos engaña; lo que tenemos u obtenemos con dinero no es suficiente para que nuestro pensamiento y nuestros yoes internos estén totalmente satisfechos.

Alcanzar el éxito profesional, tener un trabajo bien remunerado, tener un piso en la ciudad y un apartamento en la playa, comprar un buen coche, disfrutar de una vida social activa y una vida popular en las redes, son algunas de las falacias que se nos han vendido acerca de la felicidad y que nos hacen sentir huecos y vacíos.

Oriol Lugo y Ana Farré son dos psicólogos de la Universidad Ramón Llul que, basándose en el artículo "Train Your Brain to Get Happy: The Simple Program That Primes Your Grey Cells for Joy, Optimism, and Serenity" de Aubelle, T., Wencl, S. y Reynolds, S, dan algunas claves para entrenar nuestro cerebro con la meta de ser felices.

Según Lugo y Farré deberíamos partir de la base de contemplar la felicidad como un estado mental, formado por emociones tales como la alegría, el optimismo y la serenidad; estos estados y emociones son comunes a todos y se puede trabajar para llegar a sentirlos.

Toma de conciencia

Para ello habría que empezar a tomar conciencia de cómo nos sentimos en cada momento, algo que tendemos a hacer solo en momentos de estrés, ansiedad y miedo por eso de que siempre nos quedamos con lo malo, pero ¿somos realmente conscientes de todos esos micro instantes de felicidad que tenemos?

Saber qué nos hace felices es tan importante o más que conocer lo qué nos hace infelices.

En el momento que tenemos perfectamente identificado que nos produce alegría o tristeza, podemos ser capaces de regular niveles de emocionalidad.

Si queremos ser felices, tenemos que poner el foco en los estados mentales que nos permitan sentirnos bien y repercuten directamente en nuestros estados emocionales.

Este mecanismo no consiste en bloquear o evitar las emociones negativas sino en aceptarlas como algo que ocurre de manera natural.

Rutinas de felicidad

Para los psicólogos el quid de la cuestión está en lo que denominan como "rutinas de felicidad"; buscar tiempo cada día para hacer cosas tan sencillas como leer un libro, escuchar una canción, hablar con un amigo, dar un abrazo o decir a alguien que lo aprecias, son acciones básicas al alcance de todos y que pueden salvar un mal día, pueden equilibrarlo.

Tomarse un tiempo cada día para uno mismo o para uno mismo con los demás, no nos va a convertir en personas felices de la noche a la mañana, pero sí, si llegamos a convertirlo en un hábito o en algo rutinario.

En el momento que tengamos instaurados todos estos nuevos hábitos será mucho más fácil mantenerlos; al crear una rutina a nivel neurológico, se forman unas conexiones neuronales mucho más resistentes y esto hace que podamos acceder a estas pautas de una manera fácil y simple.

Puede parecernos una obviedad todo lo que Lugo y Farré apuntan, pero es que de tan obvio que es, se nos olvida con facilidad, con la misma que nos perdemos en tonterías en el camino recto y llano que hay hacia una felicidad que sí existe y que tenemos al alcance.

La felicidad es un estado mental que se presenta en dos formas

  • La felicidad que consiste simplemente en ser feliz en momentos específicos de la vida.

    La experimentamos inmediatamente y justo en ese instante, por lo que se convierte en algo espontáneo y pasajero.

  • La felicidad consistente en estar satisfecho con tu vida, que es algo totalmente diferente.

    La satisfacción con la vida es ser feliz sobre tu vida.

    Es la felicidad que existe cuando se habla sobre tu pasado y en una perspectiva más amplia.

    Es la felicidad de sentirte bien en tu día a día.

Esto quiere decir que la satisfacción con la vida es una estimación fiable de qué tan feliz eres realmente.

Objetivo: Sentirnos satisfechos con nuestra vida

Los seres humanos somos criaturas de hábitos y rutinas. No sería realista pensar en nuestro día a día sin una rutina que exige repetir las mismas actividades cada día, por ejemplo, nuestros hábitos de higienes o comida.

Y es aquí donde los hábitos de felicidad pueden extender todo su poder, porque son los que te pueden garantizar que seas feliz de forma continua.

Importancia de los hábitos de felicidad

Los hábitos de la felicidad tienen el objetivo de que logres salir de esa repetitiva rutina y mejores tu percepción de la vida.

Ser feliz no solo en momentos esporádicos sino de forma continua comporta muchos beneficios: La felicidad hace a las personas más altruistas, aumenta la autoestima y favorece las relaciones personales, mejora la resolución de problemas e incluso fortalece el sistema inmune previniendo enfermedades.

Viendo todas estas ventajas, es obvio que todos queremos una silla en la mesa de la felicidad.

Es una de las grandes paradojas de la vida: todos queremos ser felices, pero no es fácil saber exactamente como crear esta felicidad en nuestro interior.

Esto lo convierte en un problema a resolver.

Para atacar este inconveniente acudiremos a la visión de Sonja Lyubomirsky, profesora del Departamento de Psicología de la Universidad de California en Riverside, en la que define los factores determinantes de los niveles de felicidad de un individuo.

Sonja postula que el 50% viene influido por nuestra genética, y sobre el que no tenemos control alguno,

Otro 10% viene marcado por las circunstancias, el entorno en el que nos desarrollamos, por ejemplo: educación, edad, ingresos económicos, ...

El 40% restante queda en manos de nuestros hábitos. Y esta parte si podemos desarrollarla a nuestro favor mediante el desarrollo de acciones que contribuyan a construir un sentimiento íntimo de ser más feliz.

El objetivo de los hábitos de felicidad es hacerte más consciente de lo que te rodea y cambiar tu perspectiva

¿Por qué las rutinas de felicidad dejan de tener efecto?

Las rutinas de felicidad dejan de surtir su efecto porque se vuelven inconscientes.

De hecho, los hábitos se caracterizan porque:

  1. Son automáticos (decisiones inconscientes)
  2. No provocan una respuesta emocional mientras los hacemos

Esto representa una enorme ventaja, para ahorrar energía mental, por ejemplo: mientras conduces, lo haces de forma tan automática que tu cerebro habitualmente está pensando en otra cosa.

Al no provocar una respuesta emocional por sí mismos, tú tienes espacio para sentir otras emociones al mismo tiempo. Por ejemplo: puedes conducir y escuchar tu canción favorita o pensar en lo que vas a hacer en tu próxima cita.

Tenemos un problema cuando nuestros hábitos de felicidad se convierten en una rutina inconsciente.

El objetivo es tener hábitos conscientes que contribuyan a sentirnos satisfechos con nuestra vida es darnos cuenta de lo felices que nos sentimos.

Cuando de felicidad se trata, el objetivo de las rutinas a las que nos referimos es estar consciente para que conseguir que mantengan efecto.

¿Por qué nos acostumbramos a las rutinas de felicidad (si nos hacen felices)?

Investigadores de la Universidad de Illinois entrevistaron a ganadores de la lotería, gente que no había ganado, y personas que se habían quedado parapléjicas o tetrapléjicas por algún accidente.

Los niveles generales de felicidad de los ganadores se dispararon cuando ganaron, pero volvieron a su estado normal después de pocos meses.

En términos absolutos los ganadores de lotería no eran mucho más felices que los no ganadores.

Y las víctimas de accidentes eran menos felices, pero no por mucha diferencia.

Conclusión: La mayoría de las personas tiene un nivel establecido de felicidad, e incluso después de vivir acontecimientos que cambian su vida, la gente tiende a regresar a ese nivel establecido.

La explicación: Cada uno de ellos se había acostumbrado a las circunstancias.

Tener un ordenador nuevo, un coche lujoso o tener una casa más grande, provee una sensación de felicidad espontánea y pasajera (como cuando recuerdas un momento feliz).

Al poco tiempo nos acostumbramos a este nuevo bienestar y deja de tener efecto en nuestra satisfacción con la vida.

Entonces, parece claro que las rutinas conscientes constituyen la única base sólida del cambio, y es el único camino que tienes que hacer es lograr que tus hábitos de la felicidad tengan efecto a largo plazo.