Si quieres tener más suerte, la ciencia ha descubierto cómo conseguirlo.
Al menos, esa es la conclusión de Richard Wiseman, profesor de la Universidad de Hertfordshire en Reino Unido.
Su investigación comenzó con una sencilla pregunta: ¿cómo es posible que haya personas que estén en el lugar adecuado en el mejor momento para que les ocurran cosas positivas y otras, sin embargo, parece que arrastran la mala suerte a sus espaldas?
El experimento
Wiseman, como buen científico social, quiso encontrar la respuesta y para ello realizó varios experimentos.Pidió a un grupo de voluntarios que se clasificaran conforme a su nivel de suerte y que participaran en distintas pruebas.
Una de ellas era un experimento muy sencillo: tenían que contar el número de imágenes que veían en un periódico.
En mitad del proceso, y sin que los participantes lo supieran a priori, insertó un mensaje fácil de leer que decía: “Dígale al investigador que ha visto esto y gane 250 libras".
Las personas que consideraban que tenían suerte, paraban de contar y leían en voz alta el mensaje del periódico para cobrar el dinero.
Así de fácil.
Sin embargo, aquellas que previamente se habían considerado como poco afortunadas, se ponían tensas y llegaban incluso a no decir nada.
Aquel resultado le inspiró la idea central para su investigación: la suerte es una cuestión de actitud.
"La mayoría de la gente simplemente no está abierta a lo que le rodea", dice Wiseman.
Es más, a su juicio, solo el 10% de nuestra existencia es aleatoria, el 90% restante se define por cómo afrontemos lo que no ocurre.
Por tanto, estas son buenas noticias.
Si queremos tener más suerte, tenemos que comenzar por nosotros mismos, pensando de un modo más amable.
Basado en la experiencia y conclusiones obtenidas en el experimento Wiseman nos sugiere cuatro claves tras cuya observancia conseguiremos sentirnos más afortunados (y ojo, que suerte es diferente de azar; el azar sería que nos tocara la lotería, algo en lo que nuestro único margen de maniobra es comprar un décimo. La suerte es un concepto mucho más amplio):
1.- Ábrete a nuevas experiencias
Si buscas tener el control de todo al milímetro, se te escaparán cosas que se salen de tu objetivo inicial y que pueden ser muy positivas. No seas controlador compulsivo.Vivir de un modo más relajado no solo es bueno para la salud, sino también contribuirá a incrementar tu percepción de ser afortunado.
2.- Identifica tus corazonadas y prestales más atención
En nuestro sistema digestivo reside un segundo cerebro en el que se albergan más de 100 millones de neuronas que nos dan pistas sobre lo que no percibimos a priori de manera consciente y que nos aportan información muy relevante para tomar decisiones acertadas.Son las mariposas en el estómago que, a veces, nos avisan de situaciones de riesgo que no alcanzamos a reconocer con nuestro cerebro racional.
3.- Confía en que el destino te tiene destinado siempre circunstancias positivas
Por supuesto, es una interpretación, pero ayuda.Sabemos que se vive mejor embargado por un sentimiento de confianza que estando siempre alerta y a la defensiva. Reduce el estrés, mejora nuestra salud.
Y, además, parece que de este modo también se contribuye a entrenar y atraer la suerte.
4.- Convierte las malas experiencias en positivas
Aprender de los errores con optimismo o imaginar que podría haber sido mucho peor nos alivia y nos hace relativizar los fallos.Como vemos, la suerte es una percepción, depende de lo que hagamos y de cómo nos narramos lo que nos sucede.
Por eso, se puede entrenar, como sugerían Fernando Trías de Bes y Alex Rovira en su libro “La Buena Suerte”, y como hicieron los participantes que asistieron a la Escuela de la Suerte que inauguró Wiseman en el Reino Unido.
Escribieron un libro sobre todo lo bueno que les estaba ocurriendo y, pasado un tiempo, se sintieron mucho más afortunados.
Resumiendo, dado que es una cuestión de actitud, ¿qué estás dispuesto a hacer hoy para mejorar tu suerte?
Recuerda que la actitud está la excelencia. La suerte no está echada.
Customizado del artículo publicado en el País
El día 29 de enero de 2018
Autor: Pilar Jericó