Orígenes de la empatía

El concepto de empatía ha sido estudiado durante muchos años por diversas disciplinas, como la filosofía, la teología, la psicología y la etología, y recientemente se han añadido las contribuciones de la neurociencia.

Cuando Theodore Lipps introdujo el concepto de empatía (Einfühlung), destacó el papel crítico de la “imitación interior”’ de las acciones de los demás.

Comparado con los individuos no empáticos, los individuos empáticos muestran una mayor imitación no consciente de las posturas, manierismos y expresiones faciales de otros.

Esta representación de la acción de los otros modula y forma los contenidos emocionales de la empatía.

Preston y de Waal, influidos por los modelos de percepción-acción de la conducta motora y de la imitación, propusieron un modelo que incorpora explicaciones teóricas y descubrimientos empíricos sobre la empatía.

Según dicho modelo, la observación o imaginación de otra persona en un estado emocional particular activa de manera automática una representación de ese estado en el observador, con las respuestas fisiológicas asociadas.

Al ser automático, se trataría de un proceso que no requiere conciencia ni esfuerzo de procesamiento, pero que no puede inhibirse ni controlarse.

Este modelo de percepción-acción incluye dos categorías de nivel básico: la conducta motora y la conducta emocional, que a su vez incluyen categorías subordinadas del fenómeno.

Por lo tanto, de acuerdo con el modelo, varios fenómenos como el “contagio” emocional, la empatía cognitiva, la culpa y la conducta de ayudar dependerían del mecanismo de percepción y acción.

La empatía como componente de la cognición social

En las últimas décadas se ha resaltado la relevancia de la empatía en la disposición prosocial de las personas y su función inhibidora de la agresividad.

Eisenberg planteó la importancia de la empatía en el desarrollo moral de las personas, entendida ésta como una respuesta emocional que proviene de la comprensión del estado o situación de los demás, y que ‘es similar’ a lo que la otra persona está sintiendo.

La respuesta empática incluye la capacidad para comprender al otro y ponerse en su lugar a partir de lo que se observa, de la información verbal o de la información accesible desde la memoria (toma de perspectiva), y la reacción afectiva de compartir su estado emocional, que puede producir tristeza, malestar o ansiedad.

Así, la empatía debe favorecer la percepción tanto de las emociones (alegría, tristeza, sorpresa) como de las sensaciones (tacto, dolor) de otras personas.

Por todo ello, la empatía debe desempeñar un papel central en la disposición prosocial de las personas y en su supervivencia, ya que ésta depende de la habilidad para funcionar de manera óptima dentro del contexto social, para lo cual es fundamental comprender lo que sienten los demás.

Se trata, por tanto, de una forma de cognición social.

La cognición social

La cognición social es un concepto que hace referencia al conjunto de operaciones mentales que subyacen en las interacciones sociales, y que incluyen los procesos implicados en la percepción, interpretación y generación de respuestas ante las intenciones, disposiciones y conductas de otros.

Se trataría del proceso de entender la interdependencia entre cognición y conducta social y se referiría a “personas pensando sobre otras personas”.

Los procesos cognitivos y sociales harían referencia a cómo extraemos inferencias sobre las creencias e intenciones de otras personas y cómo sopesamos los factores sociales y situacionales para llevarlas a cabo.

La cognición social incluye las áreas de procesamiento de emociones, la percepción social, el conocimiento de las reglas sociales, el estilo atribucional y la Teoría de la Mente (ToM).

La cognición social, por tanto, parece ser crítica para el funcionamiento en comunidad.

Por ello, paulatinamente está aumentando el interés por identificar los sustratos neuronales que subyacen a la cognición social (o a la falta de ella) y a sus componentes, como la empatía.

la Teoría de la Mente (ToM)

La ToM, también denominada inteligencia social, implica la habilidad para inferir las intenciones y creencias de los demás, y fue definida por Premack y Woodruff como la habilidad para conceptualizar los estados mentales de otras personas (metarrepresentaciones) para así poder explicar y predecir gran parte de su comportamiento

De hecho, la ToM ha sido y es en la actualidad uno de los principales modelos explicativos de los déficits que aparecen en diversos trastornos, como el autismo y la esquizofrenia.

Por otra parte, la empatía hace referencia a la tendencia a experimentar de forma vicaria los estados emocionales de otros y es crucial en muchas formas de interacción social adaptativa.

Se trata de una compleja forma de inferencia psicológica en la que la observación, la memoria, el conocimiento y el razonamiento se combinan para poder comprender los pensamientos y sentimientos de los demás.

Dos componentes, uno cognitivo y otro emocional

El componente cognitivo está muy relacionado con la ToM o la capacidad para abstraer los procesos mentales de otras personas.

Al tratar de comprender y de ponerse en el lugar del otro, la persona se acerca al estado emocional del otro y reacciona.

Dicha reacción sería el componente emocional de la empatía.

Además, recientemente se han diferenciado, a su vez, dos tipos de ‘empatía emocional’: uno más relacionado con la expresión emocional de ira y rabia, y otro más asociado a las expresiones de miedo y tristeza.

Con toda probabilidad, la escala mejor desarrollada psicométricamente para medir la empatía, y que se ha utilizado en la mayoría de los estudios, es el Interpersonal Reactivity Index (IRI).

El IRI evalúa la empatía desde una perspectiva multidimensional e incluye factores tanto cognitivos (toma de perspectiva y fantasía) como emocionales (preocupación empática y malestar personal).

Correlatos cerebrales de la empatía

La empatía y la imitación son dos procesos automáticos que dependen de la representación interna de uno mismo y del otro.

Según la teoría motora de la empatía, un individuo reconoce las emociones de otros, habitualmente expresadas por gestos corporales y/o faciales, mediante la representación interna de dichas emociones y mediante la imitación.

De este modo, empatizamos con otros porque existe un mecanismo según el cual la representación de la acción modula la actividad emocional y proporciona una base funcional esencial para la empatía.

Las neuronas de la corteza frontal inferior se activan durante la ejecución y la observación de una acción (neuronas espejo), mientras que las neuronas de la corteza temporal superior sólo se disparan durante la observación de una acción.

Tanto la imitación como la observación de expresiones faciales de tristeza, alegría, enfado, sorpresa, disgusto y miedo activaron una red muy parecida de áreas cerebrales, aunque la actividad fue mayor durante la imitación que durante la observación en áreas premotoras que incluían la corteza frontal inferior, la corteza temporal superior, la ínsula y la amígdala.

Se concluye que entendemos lo que los demás sienten gracias a un mecanismo de representación de la acción que permite la empatía y modula el contenido emocional, mecanismo en el cual la ínsula desempeña un papel fundamental.

Estudios sobre dolor

El dolor es un estado psicológico especial con una gran importancia evolutiva, que puede ser experimentado por uno mismo, pero también percibido en los otros.

La percepción y el procesamiento de una estimulación dolorosa son producto de una combinación de componentes perceptivos, sensoriales y emocionales o afectivos.

Mientras que la corteza sensorial primaria y la secundaria están principalmente implicadas en los aspectos sensoriales discriminativos, la corteza cingulada anterior (CCA) y la ínsula lo están en el componente afectivo-motivacional del dolor.

No obstante, ambos componentes están muy relacionados y es difícil diferenciarlos, denominándose a la red de circuitos neuronales relacionada con el dolor, “matriz del dolor”.

Numerosos estudios de neuroimagen indican que sólo el componente afectivo de la matriz del dolor estaría implicado en la empatía ante el dolor.

Sin embargo, la empatía es un constructo complejo que no sólo consta del componente emocional, sino también del cognitivo y del somatomotor.

Las expresiones faciales de dolor desempeñan un papel fundamental en la comunicación social.

En este sentido, ya desde una edad temprana, el ser humano muestra tanto una sensibilidad especial ante la captación del dolor ajeno como una capacidad para la evaluación del dolor en expresiones faciales.