La felicidad o la ansiedad suelen ser más fáciles de asociar con olores que por ejemplo la tristeza o la rabia o enfado.
Nuestro cerebro es sabio al mismo tiempo que complejo. Los órganos de los sentidos nos lo demuestran.
¿Cómo un olor puede disparar nuestros recuerdos?
Un olor puede despertar recuerdos, influir en nuestro estado de ánimo, en nuestro desempeño laboral o, incluso, reducir nuestros niveles de estrés.Cuando percibimos un olor primero es procesado por el bulbo olfatorio, que empieza dentro de la nariz y se transmite por la parte inferior del cerebro.
Dentro del sistema límbico se encuentra la amígdala que es el centro principal de procesamiento de las emociones, se encarga de unir el olor con una emoción y el hipocampo que une el olor con un recuerdo.
Esa es la razón por la que los olores pueden recuperar recuerdos tan rápidamente.
Sin embargo, por muy intercomunicado que esté el bulbo olfatorio con estas estructuras, sólo es posible que un olor nos traiga recuerdos si se ha producido un condicionamiento.
Es decir, si hemos asociado a nivel cerebral el olor, con algún otro estímulo, como una persona o una situación específica.
Por ejemplo, puede ocurrir que cuando apagamos alguna vela nos recuerde a los cumpleaños.
Debido a la presentación repetida del olor con la situación se ha producido una asociación.
Por tanto, cada vez que aparezca el olor a vela apagada, incluso en ausencia del estímulo, que en este caso sería una fiesta de cumpleaños, nos recordará a la fiesta. Incluso es posible que aparezcan también las emociones que la acompañan.
Emociones y recuerdos
Como hemos dicho, el olfato se conecta intensamente con el cerebro emocional y la memoria.Además, el olfato es el primer sentido en desarrollarse.
Los bebés recién nacidos se dejan guiar por su olfato para reconocer a su madre, y calmarse con la mera presencia de una prenda suya.
"Nuestra respuesta a los olores está relacionada con el contexto emocional en el que los percibimos por primera vez", afirma Rachel Herz, del departamento de psiquiatría y comportamiento humano de la Universidad Brown en Providence.
La experiencia determina nuestra valoración de los estímulos olfativos que percibimos, si nos resultan agradables o, por el contrario, insoportables.
Rachel S. Herz, demostró que las personas que fueron expuestas a un olor concreto mientras memorizaban un material, eran capaces de recordarlo mejor si también estaba presente ese olor.
Hemos dicho que los olores también se asocian a emociones, pero estas no tienen por qué ser positivas.
Por desgracia, los olores también pueden traernos emociones negativas, por ejemplo, en personas con Trastorno de Estrés Postraumático.
Según varios estudios, es posible revivir traumas al exponerse a ciertos olores.
Por ejemplo, un paciente experimentaba recuerdos perturbadores, sentimientos de culpa y náuseas cuando olía diesel.
Estas reacciones involuntarias le generaban un intenso malestar que le llevaba a evitar situaciones en las que pudiera exponerse a ese olor.
Los olores que percibimos tienen conexión directa con nuestras emociones
Y ciertas fragancias nos pueden provocar estados emocionales determinados.¿A quién no le levanta el ánimo el aroma de un café recién hecho a primera hora de la mañana?
¿O quizá la humeante fragancia a pan tostado y bollos frescos le recuerda los desayunos dominicales que disfrutaba en familia durante su infancia?
En cambio, el solo olor a antiinflamatorio en la consulta del dentista provoca miedo y pavor.
En resumen, las sensaciones que producen los olores se aprenden con la experiencia.
Olfato y salud
Muchas veces no nos damos cuenta de la importancia del sentido del olfato.Pero varias investigaciones han demostrado que la nariz puede ser un indicador de tu estado de salud.
Si detectas que no puedes identificar olores, es mejor que revises que es lo que te está ocasionando este daño. Aquí encontraras algunos casos.
Varios estudios han demostrado que una de las primeras señales de Alzheimer, es el tener un mal sentido del olfato.
Se descubrió que los pacientes que presentaban niveles altos de placas amiloides, proteínas que se encuentran en los cerebros de las personas con Alzheimer, tenían dificultades al identificar olores.
En esta enfermedad, se mueren neuronas cerebrales y posiblemente también se mueran células necesarias para el sentido del olfato.
Tener “alucinaciones olfatorias”, es decir oler algo extraño generalmente un aroma desagradable, por ejemplo, oler a pescado cuando no hay pescado alrededor, puede predecir un infarto.
También existen ocasiones en las que te imaginas un olor y esto puede indicar el inicio de una migraña.
Al igual que en el caso de los infartos, los olores generalmente son desagradables, lo más común es un olor a quemado o a descomposición.
Un estudio de marzo de 2013 publicado en “Physiology and Behavior” apuntaba que la mujer posee, en general, un sentido olfativo más agudo durante su fase luteínica (justo después de la ovulación).
A fin de comprobarlo, los investigadores midieron la capacidad de las participantes para detectar el olor de n-butanol, un alcohol de aroma muy sutil.
Los resultados son típicos de la investigación en este ámbito, pues los efectos son leves y no todos los estudios concuerdan en los detalles.
Cuando el olfato es femenino
Aun así, los hallazgos respaldan la hipótesis extendida de que las concentraciones hormonales en el organismo femenino influyen en sus sentidos y preferencias, de manera que promueven la reproducción.«Creo que estas variaciones en sensibilidad olfativa se hallan íntimamente vinculadas a las funciones del sistema reproductor.
Asimismo, la capacidad de identificar ciertos aromas aumenta cuando la probabilidad de procrear aumenta», corrobora Jessica McNeil, doctoranda de psicología en la Escuela de Educación Física y Deportes de la Universidad de Ottawa y coautora del estudio “Hormonas y comportamiento”.
¿Cómo influyen los olores en nuestro cerebro?
Como ya se ha señalado, los olores nos generan emociones, nos incitan a la huida, nos condicionan la toma de decisiones, nos alertan, nos emocionan, nos reviven.En ocasiones, los olores pueden incluso ser decisivos para nuestros sentimientos y recuerdos.
El olfato (todos los olores) afecta de un modo directo a nuestro estado de ánimo, nuestras emociones y a nuestros recuerdos.
Cuando olemos algo que resulta de nuestro agrado, nuestro cuerpo se encarga de liberar endorfinas.
Las endorfinas son conocidas como las “hormonas de la felicidad”.
Son unas sustancias que produce nuestro cuerpo que nos producen bienestar, reducen el dolor, fortalecen el sistema inmune, generan sensación de placer, regulan el apetito y promueven la liberación de las hormonas sexuales.
Los olores y el marketing
A los publicistas les interesa encontrar el vínculo entre olfato, memoria y estado de ánimo.Se ha estado usando desde hace un tiempo lo que se denomina Marketing Olfativo.
Los vendedores de casas ponen tartas o galletas en la cocina para que parezca un hogar cómodo en el que se puede vivir.
Pero para evitarse tener que cocinar, hay empresas que venden sistemas de Marketing Olfativo.
Inmobiliarias, hoteles, tiendas, incluso fabricantes de automóviles están personalizando el aroma de sus productos para provocar un estado de ánimo determinado en el cliente y causar buena impresión.
Sin embargo, estos olores no se parecen al olor intenso del incienso o de algunos perfumes. Son sutiles y casi imperceptibles.
Se desarrollan para transmitir a los clientes un sentimiento de bienestar.
A pesar de ser una especie principalmente visual, ya que la vista es el sentido que más hemos desarrollado, el olfato es un sentido más importante de lo que podemos pensar.
Influye en nuestra memoria, dispara recuerdos y emociones asociadas a ellos y pueden modificar nuestro estado anímico.
Cuando Francisco de Quevedo escribió "Erase un hombre a una nariz pegado", aunque no sabía nada de neuropsicología, atinó de lleno.