¿Es tan poderoso el sentido del gusto como para ser considerado entre la extensa batería de herramientas del neuromarketing?
¿Cómo se emplea este sentido en la mercadotecnia?
El sentido del gusto de la mano del sentido olfativo, son de los más poderoso que poseemos y los primeros que desarrollamos.
No es coincidencia que veamos a los bebes metiéndose todo lo que encuentran a la boca para saber ¿cómo sabe? No solo eso.
El tiempo pasa y conforme el individuo va desarrollándose, la situación evoluciona, supera la etapa oral, pero el sentido del gusto continúa teniendo una importancia relevante a nivel químico en nuestro cerebro.
Veamos cómo utiliza este sentido el neuromarketing.
Las reacciones que generan las cosas que ingerimos y bebemos
Cualquier cosa que nos metemos en la boca, genera impulsos a través de las papilas gustativas que son transmitidos a través del sentido del gusto a nuestro cerebro.
La combinación del sentido del gusto con el sentido del olfato genera reacciones particularmente interesantes en el comportamiento humano, todo lo cual se viene aprovechando por el marketing desde hace mucho tiempo.
Es importante mencionar que el sentido del gusto se desarrolla antes que el sentido del tacto es este motivo por el que el ser humano confía mucho más en un estímulo externo captado por este sentido.
Asociar el sabor de un producto depende 100% del sentido del gusto, que mediante diferentes procesos guardará en nuestra memoria lo que dicho sabor nos generó.
La importancia de asociar tu marca con el placer
Es mucho más fácil recordar una asociación negativa de un producto que algo que nos generó placer, esta es la preocupación principal de las empresas al momento de lanzar un producto que debe ser analizado por el sentido del gusto.
No es raro enterarnos de pruebas de gusto y empatía del sabor de algún producto antes de ser lanzado al mercado, de hecho, las pruebas se realizan a ciegas, sin mencionar la marca, para que las personas no se encuentren predispuestas ante otro estímulo ya sea visual, táctil, ...
Las empresas dedicadas al sector de alimentación saben la importancia que supone el contacto con el cliente y que estos asocien su marca con un sabor apetecible y sensación agradable al consumirlo… todo esto para poder generar una venta, ya sea en el momento inmediato o de cara a futuro. Incluso asegurar su fidelidad en el tiempo.
Por este motivo, no es raro ver en los supermercados alguna azafata con productos y muestras gratis en tamaño pequeño.
La experiencia es mucho más intensa cuando un sabor trae a nuestro presente un recuerdo.
Un sabor puede conectarnos con algo que saboreamos en nuestra infancia, el sabor de casa o la comida que nos preparaba mamá, entre otras cosas.
Diferentes situaciones que son aprovechadas por el neuromarketing para generar un especial vínculo entre la marca y el consumidor.
Neuromarketing del gusto, cuando los sabores tienen poder de persuasión
Porque el sabor y la relación que establecemos con la comida y nuestra percepción de ella está muy marcada por el modo en el que conectamos con ella.
Básicamente, lo que la neurociencia ha demostrado es que nuestra percepción del sabor - y de forma por tanto indirecta nuestro consumo de esos productos - se ve muy afectada por cómo recibimos esos productos.
Algunas de las conclusiones que han logrado estudios de neurociencia sobre la comida y nuestra relación con ella, no dejan dudar a dudas.
- Un mouse de fresa sabe un 10% más dulce a los consumidores cuando la toman en un recipiente blanco frente a uno negro.
- El sabor del café también cambia. La intensidad del sabor percibido se multiplica por dos cuando se degusta en una taza blanca que en una transparente.
- Los consumidores se sienten más llenos después de comerse un yogur si el envase es más pesado.
Los cambios en la percepción
A estos datos se suman los que ha alcanzado el estudio de la investigadora Adriana Madzharov, del Stevens Institute of Technology, y que han sido presentados recientemente en el Journal of Retailing. (enlace https://phys.org/news/2020-02-food-enjoyable.html)
En general, su estudio establece un vínculo entre cómo son las personas y cómo perciben los sabores.
Aquellas personas que sienten que tienen mucho autocontrol sobre sus hábitos alimenticios, están convencidos de que las cosas que comen están más sabrosas y apetitosas y comen más cuando pueden tocar directamente con sus manos la comida en lugar de hacerlo mediante cualquier utensilio (cubierto, palillos, …).
Es otro contexto y en una prueba en un supermercado, los alimentos probados les parecerán mejores cuando pueden coger el trocito de comida con las manos y no con un palillo o un tenedor.
La investigadora concluye que el poder tocar los alimentos con las manos provoca que sea una experiencia más sensorial y que, por tanto, tenga un efecto distinto.
Cómo afecta a las empresas
Más allá de la curiosidad que supone saber que la percepción de sabor puede ser manipulada en base a múltiples factores del contexto, estas conclusiones tienen efectos también en cómo se comercializan las cosas y en la forma en cómo se conecta una marca con los consumidores objetivo o potenciales.
Tanto los creadores de productos como los supermercados deberán tener en cuenta estos detalles en el proceso de intentan captar nuevos clientes.
Y, por supuesto, estas conclusiones también deberán impactar en la estrategia de todas aquellas compañías relacionadas con la alimentación, como puede ser el caso de los restaurantes.
Estos datos se suman además a otros que la neurociencia ha señalado sobre la percepción del sabor y la calidad y que deberían, por apuntar en otra dirección, influir en cómo se diseña el envasado de los productos y en la forma en que se espera conectar con los consumidores.
La sensación de peso o el impacto que tiene el envase al tacto (la información que recibimos cuando lo tocamos) modifica también la percepción del producto en sí (la primera vez que tocas un producto Apple es inolvidable).
Por todo ello, el envase debe ser tenido en cuenta como parte de la experiencia y no solo como un elemento estético o utilitario.
En resumen, todos los sentidos intervienen en la percepción del sabor, pero no solo cuando vemos, oímos, olemos, probamos o tocamos el guiso.
También el entorno y la actitud del personal que presenta o sirve la comida influyen.
Si quieres que tus platos sepan mejor y ya tienes la mejor receta, puedes mejorarlos, sin tocar ni un solo ingrediente.
Simplemente, trabajando con el entorno, trabajando en la percepción del cliente.