¿Es lo mismo “bienestar” que “felicidad”?

En la última entrada y bajo el título de “10 claves esenciales para ser feliz en el trabajo” analizábamos los resultados de un estudio realizado por la Universidad Siglo 21 en Argentina.

La investigación partía del supuesto de que un trabajador feliz es el resultado de una concatenación de distintos factores, que tradicionalmente se colocan del lado de los deberes y obligaciones del empresario, y hablábamos de la importancia de la remuneración, los beneficios, la flexibilidad, las oportunidades de crecimiento tanto personal como profesional o un ambiente laboral adecuado.

Además, se profundizaba en las formas que adopta la arquitectura física de las oficinas para potenciar la interactividad entre los trabajadores y entre ellos y sus líderes. Abundaba en todo un conjunto de facetas que el empresario tiene al alcance de la mano para hacer más atractiva la tarea laboral de un profesional en el seno de su organización.

Y, bajo estas premisas hablábamos de felicidad en el trabajo.

Propuesta de nuevo paradigma

Hoy quiero dedicar esta etapa del camino a intentar cambiar esta visión.

En sumafelicidad pensamos que lo comentado hasta aquí debería etiquetarse bajo el lema bienestar en el trabajo.

Pensamos que todos estos factores que el estudio pone en manos del empresario son condición necesaria para que el trabajador se encuentre confortable en su trabajo, con sus compañeros, colaboradores, sus gerentes y su empleador.

Son aspectos que al individuo le vienen “de fuera”. Constituyen su entorno. Y le pueden hacer la vida más o menos fácil.

Pero pensamos que la felicidad tiene otra cualidad. La felicidad, en cuya definición no nos vamos a detener hoy aquí, es un estado de energía personal que surge “de dentro” de nosotros mismos. Es la actitud que nos posiciona ante la vida. Ante ese entorno que puede ser favorable o desfavorable.

Y sea de uno u otro signo, la persona feliz cuenta con mecanismos internos suficientes para que su estado anímico sobrevuele sobre ese avatar meramente circunstancial.

De esta forma, al hablar de las claves de la felicidad, independientemente de si nos referimos al contexto laboral, familiar, …forzosamente nos tendremos que referir a las claves que nos mueven internamente como personas.

Claves internas

Las claves internas que nos facultan y potencian en el proceso de entendimiento de nosotros mismos, de nuestras reacciones ante los eventos exteriores y nuestra capacidad de reacción e influencia ante / hacia nuestros semejantes.

Tendremos que reflexionar sobre los mecanismos innatos y, fundamentalmente, aprendidos de valoración con los que transitamos por la vida.

Sobre cómo tomamos decisiones. Qué apriorismos, esquemas, patrones de conducta, juicios de valor utilizamos para mapear la realidad en la que nos desenvolvemos de forma cotidiana. Nuestro cristal de cada día.

Sobre el lenguaje que utilizamos. Sobre cómo hablamos a los demás. Desde qué emoción lo hacemos. Con qué intención. Y, sobre todo, cómo nos hablamos a nosotros mismos. Primero si nos damos cuenta de nuestro diálogo interno. Segundo, descubrir si nos queremos.

Sobre si nos sentimos en equilibrio vital. En paz con nosotros mismos y con los demás. Preguntarnos cada día hasta qué punto no estamos proyectando frustración hacia los demás, cuando, en realidad, el desencanto anida en nuestro propio interior. Cuestionarnos si pensamos, sentimos y hacemos en armonía. Analizando las causas cuando no es así.

Sobre cómo reaccionamos ante la adversidad. Cuando no conseguimos nuestros objetivos, sentimos naufragar nuestra existencia o entendemos que fracasar es aprender y aprender es avanzar. Así, entendiendo que un “no éxito”, implica experiencia y crecimiento, nos hacemos más fuertes. Más resilientes.

Sobre nuestra capacidad de entender a los demás. ¿Somos capaces de ponernos en los zapatos de nuestro interlocutor? Este ejercicio, ejecutado de forma cotidiana, enriquecerá nuestra perspectiva. Estaremos más cerca de entender las razones de nuestro prójimo. Practicar la empatía nos hará mejor persona.

Sobre nuestra motivación. Es importante levantarse por la mañana con un objetivo. No importa si es grande o pequeño, pero con un motivo. Nuestros días seguro que serán diferentes.

Sobre nuestros pensamientos recurrentes. Los pensamientos negativos cambian nuestro mundo interno. Por ello gestionar nuestras emociones, vivir el aquí y ahora nos llena de optimismo y genera pensamientos positivos. Estos pensamientos positivos nos ayudarán a secretar lasendorfinas necesarias para modificar nuestra salud y nuestro entorno.

Sobre nuestra capacidad de sentir agradecimiento. Ser agradecido te muestra un mundo escondido que la mayoría de las personas no ven. Es fundamental sentirse agradecido simplemente por estar vivos. Por respirar. Por sentir los rayos en sol en nuestra piel. La vida es un milagro que sólo puedes ver cuando te pones los lentes del agradecimiento. La gratitud es la práctica más efectiva para estimular los sentimientos de felicidad.

Sobre nuestros recuerdos. Somos nuestra historia, nuestros recuerdos. En ocasiones somos felices trayendo al presente eventos en los que hemos disfrutado en el pasado. Está comprobado que esta práctica cambia la química del cerebro.

Consecuencias

La clave para nuestra felicidad comienza a irrigar nuestro cerebro con recuerdos positivos. De esta forma, con solo recordar hechos felices puede cambiar nuestro estado de ánimo gracias a la secreción de serotonina.

La felicidad no es hacer lo que se quiere en cada momento, sino querer lo que se hace. Que cada día intentemos disfrutar de las circunstancias con las que nos toca vivir.

Seguro que recordamos que bienestar no es sinónimo de felicidad, sino que la felicidad es una actitud ante lo que hacemos y lo que nos ocurre. Por tanto, no podemos hablar alegremente de un concepto único y generalistas de felicidad, sino que de todo lo anterior se deriva que cada persona se enfrenta al descubrimiento de su propio "estatus de felicidad", según los resultados alcanzados en el proceso de introspección.

En definitiva, practicar el antiguo aforismo griego “conócete a ti mismo” que se encuentra inscrito en el pronaos del templo de Apolo en Delfos sobre cuyo autor, seguro que uno de los antiguos sabios griegos, no nos ponemos de acuerdo.

Porque si llegamos a saber bien quiénes somos y cómo somos, estaremos dando un paso muy importante.

Seremos los auténticos arquitectos de nuestra vida y lograremos alcanzar la plenitud para desarrollar todo el potencial que podemos llegar a tener.

¿El autoconocimiento puede ser sinónimo de felicidad?

Las personas que consiguen el autoconocimiento saben que la perfección no siempre es posible y por ello son capaces de ser más felices, porque se van poniendo metas realistas.

No estamos asegurando que dominar la práctica del autoconocimiento nos asegure la felicidad, pero sin duda, nos permitirá:
  • Controlar las experiencias internas, en ser conscientes de nuestros estados de ánimo y actuar en consecuencia.
  • Percibir nuestra insatisfacción, y gestionar las situaciones en las que nos obligamos a seguir por el camino esperado porque esa es la expectativa de los demás, o porque, sencillamente, tenemos miedo a ir más allá de nuestra “zona de confort”.
  • Tomar conciencia de uno mismo y de las propias emociones, actuando de modo reflexivo y en armonía, con todo aquello (personas y cosas) que nos rodean. Nosotros nos comprendemos a nosotros mismos y a su vez, respetamos y entendemos a los demás, pero ello no quita que tengamos derecho a defender nuestras necesidades (asertividad). Que actuemos conforme a nuestros sentimientos y valores.
  • Entender que para ser feliz no es necesario acumular “cosas”. No es más feliz el que más sabe ni el que más tiene, sino el que más entiende, el que goza de mayor humildad y quien a su vez, mejor se conoce. Si no sabemos dónde están nuestros límites, siempre habrá alguien que intente rebasarlos. Si no sabes lo que quieres siempre andarás buscando algo. Si no sabes apreciar lo que tienes y lo que eres, vivirás siempre frustrado.

El autoconocimiento, es ese ejercicio cotidiano que todos deberíamos practicar para gestionar mejor este complejo mundo que día a día, nos plantea retos y nos pone a prueba.

En ocasiones, la mayor sabiduría reside precisamente en entendernos a nosotros mismos para así, saber actuar en consecuencia y en armonía con nuestras emociones.

Seremos más íntegros, más sencillos, y no solo podremos aumentar nuestro estatus de felicidad, sino que seremos capaces también de aportar felicidad a los demás.

Comienza a intentarlo hoy mismo. Compensa.