Límites y felicidad

Uno de los mitos más resplandecientes de nuestra época es la posibilidad de vivir una vida sin límites.

Sea lo que sea que quiera decir esa aspiración un poco imprecisa (y tal vez por eso muy excitante), el culto a lo ilimitado es hoy motor y territorio del consumo que canaliza el natural deseo del hombre de superarse y entretenerse hacia el reino de los bienes serializados.

Es un deseo que así transforma la ausencia de límites en una fácil declaración de intenciones dado que el deseo, para poder seguir existiendo, necesita dos condiciones esenciales:
  • Estar siempre a la búsqueda de un límite, exigir la identificación de un límite más allá del cual ubicar tu satisfacción
  • Disponer de un sobrante de energía, que te desborda, y se derrocha en la búsqueda de esa satisfacción
Vivir una vida sin límites significa entonces fundar la existencia sobre una búsqueda insistente o una invención maliciosa de nuevos límites para poder emplear la vida misma y la energía acumulada en el esfuerzo de sobrepasarlos.

Como no es el límite el objeto del deseo, sino el hecho de sobrepasarlo, así no son los bienes nuestro objetivo real, porque lo que efectivamente ambicionamos es nada más consumirlos para poder desear otros más.

Vida sin límites es entonces solamente un eslogan eficaz para promover el consumo de productos materiales e inmateriales, es un velo de imprudencia y osadía que cubre la mediocridad de cualquier acción que se reduzca a consumo, ya que la banalidad de la satisfacción consumista no aguanta el pasar del tiempo y no se transforma en experiencia de vida.

La lucha del hombre moderno contra sí mismo consiste en salir de los límites que la vida marca para él.

En los libros de autoayuda y en la psicología al uso se abusa de expresiones tales como “poder sin límites” y también se promulga que los límites representan un menoscabo para la libertad humana, que todo está a nuestro alcance y que vivir una vida limitada es algo indeseable.

Están de moda las filosofías existencialistas de vivir, no tanto el presente, sino sin límite de placer, de experiencias, de riesgo, evitando lo doloroso y evadiéndose de aspectos humanos como la compasión o la entrega a los demás.

Entrega que no significa sacrificio sino el noble gesto de compartir con otros las propias cualidades.

Un ser humano tiene unas facultades y no otras, tiene valores, dones y habilidades que le son propias.

Las facultades de una persona no son las de otra

Al igual que un manzano no da peras ni el roble fresas, un ser humano es un ser único y limitado en el sentido de que, lo que le hace ser sí mismo, es aquello de lo que está dotado.

La dotación no implica estar por encima o por debajo de alguien sino asumir y reconocer lo que somos como expresión de humanidad.

Nuestros talentos nos representan y nos limitan en el sentido expansivo de SER lo que somos.

Un dato interesante: se piensa comúnmente que una persona insegura es alguien que no se atreve a tomar decisiones o alguien que duda.

Desde este enfoque de asumir lo limitado como algo propio que da la entidad de ser, la inseguridad no es sino la poca percepción que tiene una persona de sus propios límites, o sea, alguien que no sabe lo que realmente es.

No lo somos todo ni nunca lo seremos: somos el límite que al nacer se nos dio para desarrollar al máximo lo que hay dentro de este límite.

Y en esto consiste nuestra ilimitada contribución: no en ser más de lo que somos, sino en ofrecer y dar sin freno lo mejor de nosotros mismos.

Sobre los límites

La mente desconectada del ser tiende a creerse o por encima o por debajo de los límites.

Hace eso para falsamente definirse. Y no lo hace en base a las propias facultades sino a la comparación de querer más de lo que realmente puede.

Este es el concepto de reconocimiento que hemos adquirido de la cultura competitiva: un elegante tipo de soberbia, que no es sino la antítesis de la humillación.

Como alternativa de equilibrio se halla la humildad, concepto que se confunde con sumisión pero que nada tiene que ver con éste.

La humildad es el hecho de ser uno mismo, ni más ni menos.

Veamos: humillación es el estado mental de menoscabo y de falta de reconocimiento de las propias facultades y talentos.

Implica por lo tanto no reconocimiento de lo que uno es, pero por defecto.

Soberbia es el estado mental de superioridad, de creerse más de los límites que uno tiene.

Por lo tanto, tampoco implica reconocimiento de lo que uno es, pero por exceso.

Ambos extremos ciegan el cielo de la humildad, que no es sino el estado de ser y estar donde se hace honor a los propios límites, un lugar de expresión máxima de las facultades y cualidades que llevamos dentro.

Entender que las diferencias individuales son limitadas, y que por eso son individuales, es la clave de la aceptación personal. Y también, de la seguridad.

Límites y falta de libertad

Sólo que este planteamiento no hace mucha gracia a quienes diabólicamente confunden presencia de límites con falta de libertad.

Habiendo reinterpretado el concepto de límite y como éste nos emplaza a la máxima expresión de SER lo que somos, hemos de entender cómo la ausencia de límites está a la orden del día y es fuente de confusión y conflicto:
  • En la familia: hijos hedonistas y adictos que buscan placer sin límite. Ello lleva a tiranía e incontinencia emocional.
  • En la pareja: uniones de cónyuges que se aburren consigo mismos y buscan experiencias sin fin para mantener el estímulo de la ausencia de límite.
  • Programas educativos: que no creen en el límite moral, en valores, y generan lo contrario de lo que pretenden (inseguridad y sujetos sumisos dependientes de la aprobación de los demás).
  • La propia sociedad: que interpreta límite como barrera y fomenta la superación de los límites humanos como algo deseable y valiente, llegando a tener la consideración de que ser un ser humano es poca cosa, de que no tener experiencias nuevas y no superar la propia humanidad hace infelices.
  • O políticos: que no tienen límite en su avaricia ni en la falta de amor a los ciudadanos que ya no representan.
Cuando al fin vemos la realidad a través del valor de los límites, entonces somos libres de comprender que la ausencia de límites es la causa de la infelicidad.

Estudia tus límites

Los límites son tu mejor aliado para la felicidad cuando los utilizas a tu favor.

Los límites son las fronteras que separan dos mundos.

Nos ayudan a establecer un balance entre nuestras necesidades personales y las de los demás.

Los límites, pueden considerarse tu mejor aliado para la felicidad cuando ellos contribuyen a relaciones interpersonales saludables y un estilo de vida libre de estrés.

De acuerdo con la doctora L. Pederson, existen diferentes límites que permiten establecer y mantener los valores y la seguridad en tu vida.

Menciona, además, que los límites están condicionados a tu personalidad, aspecto que lo hace un poco complejo ya que estos no son universales, sino más bien únicos y exclusivos de cada persona.

Tipos de límites

A continuación, presentamos los 5 tipos de límites que pueden conducirte a la felicidad, según Pederson:
  • Límites físicos. Todo aquello que incluya algún contacto físico directo con tu persona. Incluye todo nivel de intimidad física y práctica sexual. Además, de lo que permitimos que entre a nuestro cuerpo como los alimentos y bebidas. En otras palabras, todo aquello que afecta tu bienestar físico.
  • Límites psicológicos. Incluye toda la información acerca de ti mismo, tus pensamientos, creencias y valores. Quién conoce acerca de ti y como esta información se comparte. Aquí, se incluye hasta los temas de conversación y cualquier otro aspecto que ocupe tu espacio mental.
  • Límites emocionales. Los sentimientos, emociones y su influencia en ti. Como estos pueden afectarte y manipularte. También incluye no esperar nada de nadie, ni que otros esperen nada de ti en este aspecto.
  • Límites espirituales. La habilidad para escoger la religión, vida espiritual, o cualquier otro poder espiritual.
  • Límites generales. Todo lo que defina y te diferencie de los demás y los otros de ti. Es todo aquello que necesitas para estar saludable y seguro en tus relaciones interpersonales.
Para que practiques esto a diario te sugiero que reflexiones y describas cada área de los límites que son importantes para ti.

Es decir, escribe los detalles específicos de cuáles son los límites físicos, psicológicos, emocionales, espirituales y generales que quieres para ti.

Una vez lo hayas hecho recuérdalos y tenlos presentes en tu mente, ya que estos constituyen fronteras seguras para ti, son factores protectores contra la infelicidad y las relaciones conflictivas en tu vida.