Liderazgo ético: coherencia entre lo que piensas, lo que dices y lo que haces


Hoy abordamos una simple filosofía de vida, tan sencilla que en ocasiones nos olvidamos de aplicarla: trabajarse una personalidad coherente.

Haz que lo que piensas coincida con lo que dices y con lo que haces. Y podemos agregar: lo que sientes.

Cuando esto sucede, nos encontramos con problemas, malentendidos, falta de motivación, errores, y un sinfín de situaciones que podríamos evitar con una simple actitud: coherencia.

Las personas en las que más confías la tienen.

Las personas a las que admiras la muestran.

Existen muchísimos malentendidos entre las personas porque dicen unas cosas y hacen otras.

Puede ser porque las hacen a regañadientes, o porque lo que han dicho que querían no coincide con lo que pensaban.

Tiempos difíciles para la ética

Estamos en tiempos líquidos, donde no sólo las horas y la vida pasa, sino también la responsabilidad y el asumir los costos que ello conlleva.

Los valores han cambiado, la moral es relativa y la ética es ave de paso, vivimos tiempos donde es común observar a diario que las tesis y los planteamientos elementales que antes se defendían a rabiar, son ahora cínicamente negados por el solo hecho de que sus interlocutores cambiaron de patrón.

La coherencia es un valor muchas veces depreciado

Justamente es en la coherencia donde muchas personas encuentran una zona de desafío, ya que no pueden ajustar sus pensamientos con sus dichos y sus acciones.

La falta de coherencia es uno de los aspectos más negativos en los vínculos: con uno mismo, con los demás, con el entorno en general.

Promueve la desconfianza, la duda; siembra la decepción y la frustración; y te sumerge en un espacio de sinsentido de la vida, motivado por esa imposibilidad de ser íntegro.

5 ideas para ser coherente

Como se trata de un proceso inherente a la conducta y al comportamiento, la coherencia es una cualidad que puedes desarrollar tomando pequeñas acciones diariamente.

Estas cinco ideas pueden servir de inspiración:

Adopta tus ejemplos de coherencia

Seguro que conoces personas que son absolutamente congruentes entre su pensamiento, sus declaraciones y sus acciones concretas. Conversa con ellas, o lee sus biografías y su filosofía de vida. Este paso te invita a emular a personas virtuosas, para asimilar rasgos que, luego, podrás adaptar y adoptar en tu vida.

Identifica tus incoherencias

Posiblemente haya situaciones y personas que “hacen que salten tus alarmas internas”, desordenando el rompecabezas de la coherencia. Si es tu caso, verifica qué te sucede emocionalmente, y de qué forma actúas frente a estos estímulos. Lo importante es enfocarte en TU emoción. Recuerda que los cambios siempre empiezan por ti, de adentro hacia fuera.

Evita enviar señales contradictorias al entorno

Como estamos en un mundo de relaciones, es importante que cuides la forma en que expresas lo que piensas, sientes, y, mucho más aún, en la contundencia de tus actos. Si te contradices con alguna frecuencia posiblemente haya algo no resuelto dentro de ti. Busca ayuda de un profesional apropiado para trabajar este aspecto. 

Responsabilízate de tus actos

Las personas más coherentes se hacen cargo de todo lo que dicen, y así lo hacen. Y si, por algún factor, no lo llevarán a cabo, vuelven a pactar los acuerdos que tienen en cualquier circunstancia. Por eso son confiables y despiertan admiración y respeto. Tú eres el único responsable de tu vida, tus pensamientos, lo que dices y lo que ejecutas.

Identifica los criterios que rigen tu vida

Necesitas saber cuáles son tus parámetros. Tu propia escala de valores es una gran guía, para determinar los límites entre los que te moverás en términos de tu coherencia personal. Teniendo esto en claro es más difícil que puedas pasarlos.

Por último, recuerda también ser flexible y estar atento cuando debas ceder terreno, rectificar el rumbo por los errores -que todos cometemos- y tomar la acción correctiva que lo subsane.

De esta forma, estarás conquistando mayor coherencia, y dando integridad e impecabilidad a tu vida.

¿Cómo nos convertimos en una persona coherente?

No es tan sencillo. Es más fácil decir que hacer.

Como todo, a caminar se empieza andando, poquito a poco.

Escucha tu diálogo interior, ¿qué piensas realmente?

Escucha tu diálogo exterior, tu lenguaje verbal, observa tu lenguaje no verbal.

¿Quieres estar en este sitio? ¿Qué quieres hacer? ¿Qué quieres cambiar?

Y luego piensa en las cosas que haces, en las situaciones y en las personas con las que las haces, ¿Son las que quieres hacer? ¿Quieres cambiar algún hábito? ¿Lo piensas realmente?

Practica este ejercicio de escucha interior y observación para ver si vives una vida coherente contigo, con tus valores, con tus necesidades, con tus aspiraciones…

¡Resulta un reto interesante y asumible! Comienza el viaje, y disfruta la transformación a cada paso.