La revolución de la felicidad

En gran parte del mundo, la revolución científica rechazó lo místico, creer en la lluvia divina, en médicos brujos o en tortugas grandes, pero junto con lo místico también se descartó todo lo que no fuera material o que no se pudiera cuantificar.

La felicidad y la espiritualidad, que están íntimamente vinculadas, se descartaron por su carácter inmaterial, perdiendo su valor en el mundo postrevolución científica.

La percepción material es responsable, al menos en parte, de la obsesión por la riqueza material y la subsiguiente infelicidad.

La alternativa la percepción material es la percepción de la felicidad, que consiste en dejar de ver lo material como lo más importante, como el primer objetivo.

Percepción de la felicidad

La percepción de la felicidad consiste en reconocer que la felicidad es la manera más valiosa, el objetivo máximo al que tienen que aspirar todos los demás.

La percepción de la felicidad no implica el rechazo de lo material, pero sí el relevo de lugar que ocupa en el nivel más alto de la jerarquía.

Aristóteles lo sabía cuando escribió: “La felicidad es el significado y el objetivo de la vida, la meta y el fin de la existencia humana”, igual que el Dalai Lama, que afirmó que “tanto si uno cree o no en la religión, tanto si uno cree en una religión o en otra, en realidad el objetivo último de nuestra vida es la felicidad, cualquier movimiento que hacemos nuestra vida está orientado a la felicidad”.

El valor, la moneda a partir de la cual podemos evaluar nuestra vida, nuestra percepción de lo que es importante, tiene unas consecuencias trascendentales, para nuestras vidas personales y para el conjunto de la sociedad.

La felicidad como valor

Tenemos niveles más altos de bienestar cuando reconocemos e interiorizamos que la felicidad es la moneda más valiosa.

Si las preguntas que guían nuestra vida se refieren a cómo obtener más significado y placer (percepción de la felicidad) y no a cómo conseguir más dinero y posesiones (percepción material), tendremos muchas más probabilidades de obtener un beneficio tanto en nuestro recorrido como en nuestro destino.

Las preguntas relevantes

Actualmente, con el predominio de la percepción material, mucha gente se hace las preguntas equivocadas.

Los estudiantes se preguntan sobre todo qué puede hacer la universidad para ayudarles a ganar más dinero; en el momento de elegir trabajo, sus preguntas tienen que ver, sobre todo, con el prestigio y el progreso.

No es raro que los índices de depresión sean tan altos.

La percepción de la felicidad consiste en hacerse la pregunta de todas las preguntas: “¿Qué me hará más feliz?”.

Consiste en descubrir las coincidencias, la intersección, entre las tres preguntas: “¿Qué me da significado?”, “¿Qué me proporciona placer?”, “¿Cuáles son mis competencias?”.

Consiste en preguntarse: “¿Cuál es mi vocación?”

Y en identificar lo que realmente se quiere hacer a nivel académico, laboral y en la vida en general.

Haciéndose este tipo de preguntas, aumenta la probabilidad de encontrar la moneda más valiosa.

Una revolución pacífica

Creo que la difusión de la percepción de la felicidad puede provocar una revolución en toda la sociedad, no menos significativa que la que Carlos Marx hubiese querido conseguir.

La revolución marxista acabo fracasando, pero no antes de acabar con millones de vidas y hacer otras muchas más miserables.

Como los medios que utilizó fueron inmorales desde el principio (privar al individuo de su libertad), estaba condenado a conseguir poco más que destrucción e infelicidad.

La revolución de la felicidad, cuando se produzca, tendrá un resultado radicalmente diferente, y los medios también sean radicalmente diferentes.

A diferencia de la revolución propuesto por Marx, que tenía que desencadenarse desde fuera, la revolución de la felicidad tiene que producirse desde dentro.

Marx era un materialista; creía que la historia dependía de las condiciones materiales y que, por lo tanto, el cambio tenía que venir de fuera, a través de medios materiales.

La revolución de la felicidad, que consiste en el cambio de la percepción material a la percepción de la felicidad, es mental y por lo tanto tiene que venir de dentro.

Decisión consciente

No tiene que intervenir ninguna fuerza externa para que se produzca este cambio; no hay ninguna fuerza capaz de producir este cambio.

La decisión consciente (la decisión de considerar la felicidad la moneda más importante), es lo único que puede propiciar el cambio.

La revolución de la felicidad se producirá cuando la gente reconozca, nivel teórico y práctico, que la felicidad es la moneda más importante.

Si bien mucha gente estaría de acuerdo, en teoría, con que esto es así, observando un poco más de cerca como viven su vida, comprobamos que, en realidad, lo que les mueve no tiene nada que ver con la felicidad.

La percepción de la felicidad nos puede ayudar, como sociedad, a emerger de la “gran depresión” en la que nos encontramos inmersos en este momento.

Las implicaciones sociales, sin embargo, van más allá de incrementar los niveles colectivos de bienestar.

¿Qué pasaría si la mayoría de la gente interiorizarse el cambio de la percepción material a la percepción de la felicidad?

En primer lugar, la envidia entre los individuos y las culturas se reduciría considerablemente.

La necesidad de hacer fracasar a los demás responde a una percepción materialista del mundo en el que los recursos son un juego de suma cero y en el que el éxito de uno implica el fracaso del otro, en el que el beneficio de uno implica la pérdida del otro.

Pero, generalmente, si prevalece la percepción de la felicidad, los conflictos individuales e internacionales se reducirán significativamente.

La felicidad no es un juego suma cero

La búsqueda de la felicidad no es un juego de suma cero sino un juego de suma positiva; todo el mundo puede salir ganando.

Como dijo Buda, “miles de velas encenderán con una sola vela, la vida de la vela no se producirá. La felicidad no disminuye por compartirla”.

A diferencia de las posesiones materiales, que suelen ser finitas, la felicidad es infinita.

Mi esperanza de que seamos capaces de resolver los conflictos interpersonales o internacionales no es una llamada al pacifismo; concentrarse en los beneficios del apaciguamiento a corto plazo ignorando las consecuencias a largo plazo no conducirá ni a la paz ni a la felicidad.

Reflexión

¿Cómo cambiaría tu vida, en la teoría y en la práctica, si tuvieras una percepción de la felicidad?

La revolución de la felicidad no se hará confiscando la riqueza y redistribuyéndola entre las masas, sino mediante una revolución interna de la percepción.

No se hará mediante una revuelta sangrienta que libere a la sociedad de millones de disidentes potenciales sino mediante una revuelta conceptual que libere a la sociedad de las trabas del materialismo, que compromete nuestro potencial de conseguir la moneda más valiosa.

La revolución de la felicidad consiste en hacer un cambio de paradigma en toda la sociedad para que tenga mayor nivel de conciencia, para que dé más importancia a la existencia, a la percepción de la felicidad.

Si la mayor parte de la sociedad conoce e interioriza la idea de que la felicidad no es un juego de suma cero y de que buscarla no nos coloca en una situación de competencias hacia los demás, se producirá una revolución pacífica en la que perseguir la felicidad y ayudar a los demás a conseguir niveles más altos de felicidad serán dos objetivos complementarios

Extractado del libro “Ganar Felicidad”

Autor: Tal Ben-Shahar