La memoria nos salva o nos complica la vida

La memoria funcional o memoria de trabajo es una de las capacidades ejecutivas del cerebro.

Retiene nueva información para que el cerebro trabaje con ella brevemente. A veces la conecta con otra información para aprender algo o mejorar la ejecución de tareas básicas de la vida cotidiana.

Sobre ella se asientan muchos comportamientos complejos, entre otros la inteligencia fluida, que permite pensar y razonar de manera abstracta y resolver problemas.

Es una capacidad cerebral independiente del conocimiento previo mediante el aprendizaje, la experiencia o la educación.

Una nueva investigación ha descubierto ahora que la memoria funcional, además de almacenar y procesar información relevante para una tarea concreta, está relacionada también con el estado de salud de una persona, con sus hábitos de vida y con la inteligencia fluida.

Lo que ha establecido esta investigación es que cuánto mejor cohesión posee la memoria funcional, mejor salud cardiovascular y metabólica tiene una persona.

Y a la inversa, a menor cohesión de la memoria funcional, peores son los hábitos de vida, como el consumo excesivo de alcohol o del tabaco, de esa persona.

Los resultados se publican en la revista “Molecular Psychiatry”.

El equipo de investigación tomó escáneres cerebrales de 823 participantes en el Proyecto Conectoma Humano (HCP), un gran estudio de imágenes cerebrales de la Universidad del Sur de California, mientras realizaban una tarea que involucraba memoria funcional.

Durante el experimento, obtuvieron medidas de la actividad cerebral y conectividad sináptica para crear un mapa del cerebro de la memoria funcional.

Relaciones y capacidad cognitiva

Luego, el equipo utilizó un método estadístico llamado “análisis de correlación canónica” para descubrir las relaciones entre el mapa cerebral de la memoria funcional y las 116 medidas de la capacidad cognitiva, la salud física y mental, la personalidad y las opciones de estilo de vida.

Descubrieron que la cohesión en el mapa cerebral de la memoria operativa se asocia positivamente con una mayor resistencia física y una mejor función cognitiva.

Sin embargo, los rasgos físicos como el alto índice de masa corporal y las elecciones de un estilo de vida nocivo, incluido el consumo excesivo de alcohol y el hábito de fumar regularmente, tuvieron la asociación opuesta.

"La memoria funcional explica las diferencias individuales en logros personales, educativos y profesionales", explica Sophia Frangou, una de las autoras de la investigación.

"La memoria funcional es también una de las funciones del cerebro que se ve gravemente afectada por enfermedades físicas y mentales.

Nuestro estudio identificó los factores que pueden apoyar o socavar la red cerebral de la memoria funcional.

Nuestros hallazgos pueden capacitar a las personas para tomar decisiones informadas sobre la mejor manera de promover y preservar la salud del cerebro", concluye.

También la inteligencia fluida

Los resultados señalan también que la inteligencia fluida es la que presenta una correlación positiva más intensa con los fenotipos de imagen neuronal de la memoria funcional.

Eso significa que la inteligencia fluida depende también de la integridad de la memoria funcional, lo que implica que ambas facultades cerebrales comparten los mismos mecanismos neuronales.

Los investigadores sugieren que este descubrimiento permite pensar en la conveniencia de recurrir a estudios de imagen neuronal sobre la memoria funcional para posibles intervenciones personalizadas relacionadas con los síntomas de salud y nocivos hábitos de vida de las personas afectadas.

En definitiva, cuando esta memoria pierde cohesión, se nos complica la vida.

Hasta aquí, reproducida una entrada tomado de www.tendencias21.net

Vivir en Nowhereland

Considero interesante remarcar que buena parte de los trastornos calificados como problemas de memoria de trabajo, en realidad son faltas de atención.

Es decir, somos incapaces de recordar acontecimientos de nuestra vida cotidiana (incluido donde hemos dejado las gafas, las llaves, incluso el coche), no tanto por fallos de memoria, sino porque en el momento en que realizamos el acto a recordar (en los ejemplos, de desprendernos de las llaves, las gafas o el coche), nuestra atención está centrada en otro evento.

Es solo un ejemplo más de que, por hábito, nos cuesta vivir el aquí y el ahora. Tomar conciencia de nosotros aquí y ahora.

Preferimos, por hábito, vivir la preocupación hipotética por venir o revivir el pasado.

Un pasado que muchas veces reinventamos para conseguir coherencia con nuestra memoria.

Y así, cerramos el círculo.

Nos encanta, por tanto, vivir en la postverdad. Una especie de Nowhereland.