Cuando se intenta caracterizar la memoria colectiva de un determinado grupo humano, lo que se hace es identificar algunos de los elementos en torno a la memoria individual, la historia, la relación con el tiempo y la relación con el espacio; estos dos últimos para dar lugar al contexto concreto en el que se inserta cada uno de los recuerdos de los sujetos.
La existencia de estos “Marcos Contextuales” (relaciones espaciotemporales) permite la determinación de una serie de hitos en la memoria que aluden a la realidad inmediata en que se inscriben.
La memoria individual es una versión de cada una de las estructuras sociales que la soportan y solapan.
Importancia de la memoria colectiva
Los sociólogos llevaban tiempo afirmándolo: la memoria colectiva influye en los recuerdos personales.
Investigadores en neurociencia acaban de corroborarlo por primera vez a través de técnicas de imagen aplicadas al cerebro.
La lección extraída nos confirma que no se puede realizar ninguna investigación sobre el funcionamiento de nuestros recuerdos sin tener en cuenta el contexto social y cultural en el que evolucionamos como individuos, explica el Instituto francés de Salud y de Investigación Médica (Inserm).
La memoria colectiva se construye a partir de símbolos, historias, narraciones e imágenes que participan en la construcción identitaria de una población.
En el seno de una determinada cultura, la memoria colectiva se viene transmitiendo entre generaciones desde hace siglos, y durante todo este tiempo puede evolucionar y enriquecerse, apunta Pierre Gagnepain, coautor de un estudio publicado el lunes en la revista Nature Human Behaviour.
Tal es el caso del Holocausto o del relato de la Resistencia y la colaboración durante la Segunda Guerra Mundial, gracias a los trabajos de historiadores y a la cobertura mediática de los grandes procesos de impacto social.
La investigación
Para establecer el vínculo entre las representaciones colectivas y la memoria individual, los investigadores analizaron primero la cobertura mediática de la Segunda Guerra Mundial a través de los archivos del Instituto Nacional francés del audiovisual (INA).
El objetivo: identificar las representaciones colectivas comúnmente asociadas a este periodo.
Analizaron 3.766 reportajes y documentales sobre esta guerra, difundidos en la televisión durante 30 años, entre 1980 y 2010, y lo plasmaron por escrito.
La edad importa
Con ayuda de un programa informático, los investigadores identificaron entre este material grupos de palabras utilizadas regularmente para hablar de grandes temas asociados a nuestra memoria común de la Segunda Guerra Mundial, como por ejemplo el desembarco aliado en Normandía.
Después reclutaron a 24 voluntarios, de entre 22 y 39 años y que crecieron durante los 30 años analizados, para visitar el Memorial de Caen (Normandía, noroeste de Francia) y observar fotos.
El análisis de las palabras de los pie de foto (tren, sabotaje, maquis, bombardeos, ...) sirvió para determinar si las fotos pertenecían a la misma temática de memoria colectiva.
El carácter narrativo de la memoria colectiva es indudable y pese a que el tiempo y el espacio se muestran como aspectos centrales, son el lenguaje, el discurso y los relatos los que aparecen como vía para que los significados tomen su forma en lo social.
Los voluntarios se sometieron después a resonancias magnéticas (IRM) durante los cuales tenían que recordar las imágenes que habían visto en el Memorial.
Los científicos se concentraron en la actividad del córtex prefrontal medio del cerebro, una región clave para los esquemas de la memoria.
El resultado: cuando las fotos se asociaban a la misma temática de memoria colectiva, estas tendían a despertar una actividad cerebral semejante en los voluntarios.
La memoria colectiva moldea la individual
“Gagnepain y sus colegas muestran que la organización de recuerdos en el cerebro refleja la estructura del discurso cultural compartido”, comentan dos especialistas estadounidenses de psicología, Matthew Siegelman y Christopher Baldassano, en la revista Nature.
“Un hallazgo intrigante del estudio es que la fuerza de esta alineación entre las representaciones neuronales y el patrón colectivo aumenta con la edad, con efectos más débiles observados en los participantes más jóvenes”, subrayan.
Los voluntarios más mayores, que estuvieron más expuestos a los relatos del periodo estudiado (1980-2010), eran los más influenciados por la memoria colectiva, explica Gagnepain.
Reconstrucción y memoria
Para Félix Vázquez autor del libro “La memoria como actor social”, el presente, además de aparecer como un “contenedor” del pasado y del futuro, define lo que se recuerda respecto a las necesidades en el ahora.
El autor asegura también que el pasado se reinterpreta desde la creación de significados móviles, es decir, cada vez que un recuerdo se “extrae” adquiere un sentido diferente, donde esto reconstruido se expande y se proyecta hacia el futuro, garantizando la existencia de la sociedad.
Esto es lo que nombra como “Continuidad Social”.
Es en esta continuidad social donde la idea cobra un doble significado: primero porque un “ayer” se reinterpreta en el “hoy” para luego abrir las posibilidades a nuevas construcciones en el “mañana”:
Esta movilidad de la memoria colectiva no se queda simplemente en trasladar lo pasado en lo presente, va más allá: es una prolongación de aquello que se está “reviviendo” y que trasciende del “recordar por recordar”.
Son los sentidos cambiantes y modificables de la memoria los que permanecen latentes en todo el proceso; es aquí donde puede radicar la relevancia de la reconstrucción de la memoria colectiva para una determinada comunidad: garantizar su “continuidad social”.