La intuición decide por ti

La sociedad actual, más intelectual y sofisticada que nunca, nos ha enseñado a confiar plenamente en la lógica y en la razón como consejeras principales para decidir, creyendo ciegamente que la lógica maneja las razones más certeras que garanticen buenas decisiones.

Sin embargo, hemos olvidado nuestra principal guía y compañera en la evolución: la intuición.

Quien ha tenido un lugar privilegiado en nuestros antepasados para la toma de sus decisiones, garantizándole así su supervivencia.

Y es precisamente la intuición un elemento de nuestra psicología, mucho más poderosa que la lógica.

Ya que está relacionada con procesamientos más primitivos, pero a la vez más complejos.

La intuición es de orden universal, es un proceso natural que va acompañado con nuestra necesidad primordial, que es la necesidad de mantenernos con vida.

Maneja la información precisa para tomar las decisiones correctas en diversas áreas de nuestra vida.

Una definición de intuición la podemos encontrar en Wikipedia:

“Se llama intuición al conocimiento que no sigue un camino racional para su construcción y formulación, y por lo tanto no puede explicarse o, incluso, verbalizarse.

El individuo puede relacionar ese conocimiento o información con experiencias previas, pero por lo general es incapaz de explicar por qué llega a una determinada conclusión o decisión.

Las intuiciones suelen presentarse más frecuentemente como reacciones emotivas repentinas a determinados sucesos, percepciones o sensaciones que como pensamientos abstractos elaborados y muy relacionados con las creencias e ideologías”.

A lo largo del tiempo, hemos conocido la intuición con diferentes nombres: presentimiento, palpito, sexto sentido, un no sé qué que me dice, corazonada, voz interior, ...

Siempre más relacionada a las creencias populares y carecía de investigación científica.

Sin embargo, la intuición, como ya hemos dicho, es innata y natural en el ser humano, por lo cual puede ser una cualidad que se puede entrenar tal como otras.

“Sabía que no era conveniente salir con esta persona”, “algo me decía que no debía haber ido hoy”, “Si hubiese escuchado lo que me decían las tripas en ese momento, no me hubiese ido por allí”, “llámalo como quieras, pero algo me dice que no debo decidir lo que me recomiendas”, “Sabía que llamarías, no preguntes porqué”.

Cuantas veces nos hemos arrepentido de decisiones que hemos tomado basados en nuestras lógicas, pero que nuestro “corazón, estómago, o, más profundo ser” nos decía que era otro el camino que teníamos que tomar.

Esta voz interior, que muchas veces nos da indicaciones para tomar decisiones se llama intuición.

“Me gusta este empleo que me están ofreciendo, algo me dice que está pintado para mí. Pero mi empleo actual es estable, mejor no arriesgarme”.

Y es que los años y las experiencias nos hacen tener mayor capacidad de intuir.

Es decir, que la intuición se basa principalmente en la experiencia, y en las emociones relacionadas con las mismas.

¿Es la intuición una capacidad mágica?

La respuesta rotunda para esto es NO.

En el proceso intuitivo no ocurren situaciones mágicas o paranormales, más bien ocurren procesos neurobiológicos que acompañan el despertar, por así decirlo de todos nuestros sentidos y del inconsciente, de aquello que vamos guardando y archivando en nuestra memoria emocional más profunda.

Es la activación de ambos hemisferios cerebrales y de zonas específicas de nuestro cerebro emocional: el sistema límbico.

En el cerebro existen estructuras pequeñas pero muy importantes para nuestra supervivencia, que acompaña al hombre desde su existencia más antigua, la amígdala cerebral, forma parte de nuestro sistema límbico o, como muchos lo llaman “nuestro cerebro emocional”.

Ésta es la responsable de monitorear y activar el cuerpo en momentos de alerta y peligro, pero también de almacenar las experiencias que estuvieron ligadas a emociones profundas desde nuestra infancia.

Esta estructura se combina con el hipocampo, pieza clave en todo proceso relacionado con la memoria.

Cuando hay una situación que requiere la activación de nuestra intuición, se despierta aquí todos los sentidos, el oído, el olfato, la vista, ..., junto al sistema límbico cerebral, especialmente la amígdala cerebral, todo lo necesario para una evaluación rápida e inmediata.

Lo que se combina con experiencias pasadas y logran el despertar automático del inconsciente humano que actúa como bibliotecario y que saca a la luz experiencias anteriores archivadas relacionados con la experiencia actual y que nos ayuda a realizar una valoración automática de la situación.

La intuición es el resultado de una serie de procesos que surgen del inconsciente y de nuestra neurobiología, consiguiendo un resultado inmediato: ¡Peligro!, ¡Hazlo!, ¡No lo hagas! ...

Este resultado no surge aisladamente, sino que responde a un proceso neurobiológico extremadamente complejo.

Los neurocientíficos se está encargando de realizar investigaciones científicas que den explicación a todo este rompecabezas.

Han logrado identificar la activación de zonas cerebrales que participan durante el proceso de activación de distintas fases de la conciencia entre ellos la intuición.

¿Cómo puedo reconocer un proceso intuitivo?

Pongamos un ejemplo sencillo:

“Vas caminando por la calle de regreso a casa, ya de noche, cansado de un día duro de trabajo que se ha extendido un par de horas sobre el horario habitual. Días anteriores viste en las noticias que en la zona donde resides han aumentado los casos de asalto a viandantes. Inmediatamente, te asaltó la preocupación pensando en tus hijos.

Frente a un callejón solitario y oscuro, que puedes tomar como atajo a casa, te detienes un par de segundos evaluando la posibilidad de cruzarlo para llegar antes, pero sin embargo decides seguir caminando por el camino habitual, aunque tardes más”.

Este pequeño ejemplo, nos pone en evidencia un momento corto del día donde la intuición toma protagonismo para una decisión sencilla.

Nos pone de manifiesto algunas variables que entraron en juego:
  • La noche y la oscuridad representa en nuestra psicología colectiva a través de nuestra evolución una situación de peligro mayor, de no control, lo que hace que se active nuestra primera fase de alerta.
  • La soledad igualmente representa en esta situación una desventaja, el no sentirnos acompañados implica un riesgo mayor para nuestra vida, ya que la sensación de vulnerabilidad crece.
  • Seguramente se activaron sensaciones corporales asociados a la posición de alerta, el corazón pudo acelerarse, quizás nuestra respiración también, los músculos se tensaron por si era necesario correr.
  • Las noticias vistas en días anteriores pudieron haber activado la sensación de inseguridad.
  • Y nuestra “voz interior” nos dijo: “muy solo y oscuro, mejor caminar un poco más, pero llegas a salvo, en casa te esperan”. Lo que se manifestó como un: “uhmmm, mejor no. Sigo caminando”.

Este ejemplo nos muestra cómo se coordina la mente y el cuerpo como equipo para activar nuestras decisiones.

Pero ¡atención! Es muy importante diferenciar lo que es el miedo y lo que es pura intuición.

El miedo es básicamente una emoción que facilita la huida, la protección ante un peligro real o en otros casos imaginarios, sin embargo, se basa en un futuro peligroso, en muchos casos con desenlaces negativos.

Los miedos generalmente estar cargados de muchos pensamientos con razonamiento negativo.

Ejemplo: Ante el Ladrido de un perro nos sobresaltamos, y pensamos, nos puede morder, mejor alejarnos de él.

La intuición generalmente se basa en el presente, aunque hace que se activen experiencias anteriores y en emociones relacionadas para evaluar el escenario presente, actúa como tranquilizadora y con una voz neutral que te ayuda a evaluar.

La intuición carece de pensamientos y razonamiento lógico, aparece de forma fundamentalmente sensorial, lo que hace que digamos frases como: “una corazonada me dice, algo me dice que…”

Por lo que:

  • La intuición carece de razonamiento lógico.
  • La intuición no presiona, de hecho, es percibida como una voz sutil, casi imperceptible. Si llegase a angustiar o a estresar quizás se trate de otras variables como el miedo.
  • Generalmente la intuición va acompañada de una sensación o manifestación corporal, “una corazonada”, “un no sé qué en el estómago”, “un hormigueo en las manos”, es la manera en que la intuición hace que nos conectemos a ella, es la manera que se hace escuchar.
  • Es como la primera chispa que se enciende, mucho antes de los argumentos al momento de tomar una decisión. Ocurre milésimas de segundos antes de que se active todo el aparato lógico de nuestra mente cuando se necesita tomar una decisión, por lo cual es necesario entrenar la habilidad de escucharla ya que se desvanece con mucha rapidez.
  • Se puede ir presentando durante todo el día a través de los que llamamos “mensajes”. Es decir, podemos conectar momentos del día que pueden dar luces a un guion que quiere manifestar la intuición. Personas específicas que vemos, momentos del día que nos llaman más la atención, cosas que escuchamos, se van a reunir en el momento en el que la intuición quiere que nos conectemos más a ella, al momento de tomar una decisión.

    Todo esto ocurre de una manera inconsciente y muy rápida, y se traduce en ese chispazo comentado anteriormente.

    En esta sociedad tan analítica y racionalizadora, darle espacio a la intuición es toda una proeza.

    Generalmente las personas más intuitivas o conectadas con su capacidad intuitiva son aquellas que han ejercitado más su lado creativo y menos lógico.

    Generalmente aquellas personas que han desarrollado oficios relacionados con el arte o a la creatividad, tienen mayor facilidad al momento de escuchar la intuición.

    En la actualidad también se denomina Inteligencia Intuitiva.

    Pasos que podrán facilitar tu conexión a la intuición

    • Estar presentes. En el aquí y en el ahora. En el momento actual. Sin importar lo que pase conectarse con la experiencia actual, la conversación que están teniendo con el compañero, la película que estás viendo, la comida que estas preparando, enciende todos tus sentidos al momento presente.
    • Toma un tiempo solo para estar contigo mismo y escuchando tu voz interior. Identifica la voz o las voces que vienen de adentro, déjalas expresarse.
    • Empezar a meditar. La meditación es una técnica milenaria que ayuda a liberar y a ampliar la mente. Científicamente se han comprobado los beneficios de esta práctica.
    • Escuchar al cuerpo, a través de sus manifestaciones en el momento en que debemos tomar una decisión, aunque sea la más sencilla del mundo, como que comer hoy o con que vestirnos. Este será un ejercicio habitual que podrá facilitarte la conexión con el cuerpo y con las manifestaciones corporales.
    • Realizar más actividades creativas. Ya sea a través de un arte específico, o a través de alguna actividad creativa. Las personas que desarrollan la creatividad paralelamente se están convirtiendo en personas más intuitivas.
    • Observa más y habla menos. No quiere decir que vayas disminuyendo tu habilidad para hablar, pero dedica gran parte del día a observar a tu alrededor, observar sin describir, no es un ejercicio cognitivo, es un ejercicio de conciencia.

    “La mente intuitiva es un regalo sagrado y la mente racional es un fiel sirviente. Hemos creado una sociedad que rinde honores al sirviente y ha olvidado al regalo”. Albert Einstein

    Tuneado del Artículo publicado en www.psiquentelequia.com
    Autor Gabriela Hernández