La importancia del reconocimiento de los demás

Todos los seres humanos tenemos la necesidad básica de ser reconocidos por las demás personas por el mero hecho de realizar cualquier tipo de acción positiva que nosotros pensemos que nos hace merecedores de dicho reconocimiento.

La satisfacción de esta necesidad es vital para el fortalecimiento de nuestras auto-referencias.

Según la Teoría de la pirámide de las necesidades de Maslow precisamos satisfacer las necesidades básicas categorizadas de forma jerárquica para lograr avanzar en la satisfacción de las demás necesidades hasta alcanzar nuestra auto-realización.

Esto significa si estamos sensibilizados por conseguir reconocimiento, ya habríamos conseguido superar las demás necesidades como las fisiológicas, las necesidades de seguridad, las necesidades sociales (afiliación), las necesidades de estima y la de autorrealización.

La necesidad de reconocimiento se refiere al reconocimiento hacia la persona, el logro particular y el respeto de los demás hacia nosotros; al satisfacer esta necesidad las personas tienden a sentirse seguras de sí misma y valiosas dentro de una sociedad; cuando estas necesidades no son satisfechas, se sienten inferiores y sin valor.

Dos formas de estima

Maslow propuso dos necesidades de estima: una inferior que incluye el respeto de los demás hacia nosotros, la necesidad de estatus, fama, gloria, reconocimiento, atención, reputación, y dignidad; y otra superior, que determina la necesidad de respeto hacia sí mismo, incluyendo sentimientos como confianza, competencia, logro, maestría, independencia y libertad.

Al conocer que nuestra necesidad de reconocimiento se basa en la importancia otorgada al hecho de ganar cierto nivel de respeto, de éxito, de obtener reconocimiento de los demás, ..., comprobamos la importante relación con nuestra autoestima.

De ahí surgen los riesgos de no mantener un equilibrio entre la falta de satisfacción (sentimiento de inferioridad, inseguridad, baja autoestima) y la satisfacción excesiva (egocentrismo) de esta necesidad podría traer consecuencias negativas hacia nosotros mismos.

Importancia del reconocimiento desde la infancia

Si yo percibo que mi entorno más íntimo y cercano me valora, creceré con mayor seguridad.

Si mis maestros, mis compañeros y jefes aprecian lo que soy y lo que hago, estaré usando ese valioso reconocimiento para fortalecer mi autoconcepto y mi autoestima.

Un ejemplo de esta relación lo podemos ver en un estudio que se realizó en la Universidad de Stanford para averiguar de qué factores dependía el rendimiento y la felicidad de los trabajadores en las empresas.

Por curioso que resulte, el reconocimiento era más apreciado incluso que el propio salario.

El reconocimiento y la autoestima

El niño que crece en un entorno seguro y con un apego saludable, madurará con mayor fortaleza y bienestar psicológico.

Alguien que es amado desde el inicio de su vida, se siente merecedor de ese afecto. Aún más, si mi entorno me aprecia entiendo a su vez que también yo debo respetarme, quererme, valorarme…

Ahora bien, en ocasiones, como bien sabemos, no se da esta regla de tres.

A veces crecemos en escenarios faltos a de aprecio y validación emocional.

Es entonces cuando caemos en el error de pensar que no merecemos determinadas cosas.

Esa herida, la del desafecto y la falta de reconocimiento origina estragos.

Por ello es importante recordar ese vínculo que hay entre el reconocimiento y la autoestima.

1. El reconocimiento nos recuerda que merecemos respeto

Imprescindible. Si uno mismo no se valora y se reconoce a sí mismo como persona capaz e importante, no tenemos nada.

El amor siempre empieza por la propia persona.

Si yo me valoro y soy capaz de ver todas mis virtudes y mi derecho a ser feliz, seré capaz casi de cualquier cosa. Sobre todo, de aportarme integridad a mí mismo.

2. Me ofrece autoconfianza

Cuando alguien de mi entorno (al que yo considero importante) reconoce mis valías, progresos y grandezas, adquiero autoconfianza.

Y lo hago porque me doy cuenta de que estoy haciendo las cosas bien.

Lo hago porque mi persona y mi comportamiento genera bienestar y beneficio mutuo

3. Aprendo a tener control sobre mí mismo

Imaginemos a un niño que es constantemente sancionado. No importa que haga las cosas bien o mal, lo único que recibe son reproches y críticas.

Llegará un momento que no podrá regular su conducta porque no sabrá cómo actuar para hacer las cosas de manera correcta.

Las personas también necesitamos reconocimiento para sentirnos capaces de hacer cosas por nosotros mismos.

En cuanto percibo que tengo potencial tomo el control en la dirección adecuada.

4. El reconocimiento me hace crecer

Cuando te aprecia tu familia, cuando tus amigos y pareja te valoran y tu entorno laboral reconoce tu valía, todo cambia.

La autoestima florece y ya no miras del mundo desde la carencia, sino de la posibilidad.

Te sientes bien contigo mismo y mejora la visión que tienes de ti mismo. Dejas de compararte, dejas de sentirte inseguro y empiezas a creer con mayor seguridad.

Por otro lado, y en caso de que no tuvieras o tengas este regalo, el del reconocimiento de todo tu entorno, es necesario que hagas lo siguiente: escudriña en tu interior, busca las fuerzas que todos tenemos y abrázate al salvavidas de ese autoreconocimiento, ese que te dice que eres una persona valiente. Que mereces lo mejor y que el amor, siempre empieza en uno mismo.

La necesidad de un reconocimiento saludable

Como puedes ver, hemos estado hablando de un reconocimiento esencial que vertebra el concepto de la autoestima.

Aunque también hemos de hacer un pequeño matiz.

Seguro que conoces a una o varias personas que buscan siempre el reconocimiento de los demás.Son personas que esperan que se valore sus acciones, sus palabras, sus comportamientos, sus actitudes e incluso su físico.

Cuando estas necesidades se vuelven casi obsesivas estaríamos hablando de un reconocimiento poco saludable.

Ese que busca en el exterior lo que no encuentra en el interior.

Es decir, tal y como te hemos señalado anteriormente, es primordial que el reconocimiento parta también de la propia fuerza interior.

No hace falta que los demás reconozcan que soy una persona íntegra y valiente.

No necesito a cada instante y a cada hora que me digan lo bien que hago las cosas.

Yo también lo sé, porque lo he aprendido.