Todo organismo cuenta con un impulso biológico central a lo largo de toda su existencia. Este empuje vital es la supervivencia del individuo
Para garantizar que en todo momento la supervivencia se sitúa en el punto focal de la actividad del individuo, el sistema nervioso cuenta con un mecanismo especial: el circuito de recompensa.
En el caso del ser humano, el sistema de recompensa es un conjunto de mecanismos que tienen lugar en nuestro encéfalo y que permite que asociemos determinadas situaciones vitales a una sensación de placer.
Ese fenómeno nos proporciona un sistema de aprendizaje mediante el cual tendemos a procurar que las situaciones que nos han generado experiencias placenteras vuelvan a producirse.
Para conseguir este fenómeno, contamos con un circuito neurológico presente en nuestro cerebro, que reforzará aquellas conductas encaminadas a seguir vivos y perpetuarnos mediante la producción de hormonas, como las endorfinas, hormona de placer, responsables de reforzar los comportamientos deseables para la supervivencia.
Comer, beber, movimiento y contacto físico
Cuatro recompensas naturales que son las responsables de generar, mediante la segregación de los neurotransmisores adecuados, una óptima sensación de equilibrio biológico y de bienestar.
Será nuestra responsabilidad personal el conseguir que este mecanismo funcione adecuadamente, lo cual dependerá de nuestra forma de comer, de beber, de movernos y de cómo concibamos la práctica del sexo.
Comer o alimentarse
La nutrición es algo que, como todos sabemos apreciar, es capaz de ofrecernos una recompensa particularmente gratificante.
Pero este resultado positivo va a depender en gran medida de los nutrientes y de las veces que comamos al día.
Debemos hacer consciente el acto de alimentarse y dotarle del carácter principal en nuestra búsqueda del equilibrio.
Esto supone huir de los extremos. ¿No has tenido nunca la sensación de sentarte a comer sin hambre? Lo que vulgarmente decimos “comer por comer”.
Esto implica que tu circuito de recompensa no funciona.
Y al revés. Sentir la necesidad imperiosa de comer algo porque parece que, si no lo haces vas a desfallecer.
Seguro que, en esos momentos, lo que más te apetece suele ser algo dulce, algo para calmar la ansiedad.
Por si no lo sabías, te aclaramos que el azúcar o el chocolate también son una recompensa, por supuesto, pero una recompensa NO natural.
Y las recompensas NO naturales también generan dependencia, es decir que te quedas enganchado a las sustancias que las producen.
Beber o saciar la sed
Ingerir líquido se convierte en nuestra segunda recompensa.
Pero de nuevo no se trata de cualquier líquido.
Si hubieras estado tres días caminando por el desierto y te ofrecieran agua o un refresco de cola, ¿qué escogerías? Pues eso: beberías agua y con sed.
En esta situación, la ingesta de agua nos procurará tanto el equilibrio interno como la generación de una recompensa natural.
Sin embargo, es muy habitual que hoy en día nos haya desaparecido la sensación de sed.
Además, la mayor parte del líquido que ingerimos a lo largo del día toma otra forma: café, refrescos, leche, zumos artificiales…
Moverse o salir a cazar
Después de una buena comida, ¿qué apetece: ponerte a hacer ejercicio o reposarla?
Una vez has comido, el movimiento pierde sentido fisiológico. Es que no puedes.
Por eso la recompensa natural del acto de moverse se obtiene con la barriga vacía y la promesa de tener con qué llenarla.
Cada vez que comemos nuestro cuerpo se percata de que es hora de recargar energía (la insulina, por ejemplo, es una de las hormonas que da esta señal).
En ese momento, nuestro organismo está gobernado por el sistema nervioso parasimpático, que es aquel que se encarga de hacer la digestión y de modular nuestro sueño.
Practicar sexo o hacer el amor
Venimos de fábrica con un poderoso apetito sexual que nos descubre al otro y nos impulsa a buscar pareja.
A diferencia del resto de los mamíferos, no sólo mantenemos relaciones sexuales cuando estamos en celo, durante los periodos fértiles.
Ahora bien, se puede sentir deseo sexual pero no amor.
¿Qué tiene que ver estar enamorado con el centro de recompensa del cerebro?
Para responder a esta pregunta, un equipo de investigadores del Albert Einstein College of Medicine llevó a cabo un estudio con hombres y mujeres que decían estar enamorados y que llevaban poco tiempo con sus parejas.
Los sometieron a escáneres cerebrales mientras les enseñaban una foto de sus enamorados y vieron que se producía una fuerte activación del circuito del placer.
Sus cerebros segregaban grandes cantidades de dopamina.
Cuando alguien que nos atrae o a quien queremos nos toca, el sistema límbico recibe una estimulación sensorial a la que asocia una sensación placentera, pero también un valor positivo.
El placer intenso y breve da paso a una sensación persistente de bienestar, que los expertos consideran básica.
Y de ello es responsable la oxitocina, una hormona que también se halla detrás de los vínculos sociales.
Salud y equilibrio, nuestra responsabilidad
El gran problema de nuestra forma de vida actual es que a la libido la hemos matado por la mala alimentación, por el sobrepeso que nos acompleja, por la inactividad que cada vez nos resta más agilidad, por el miedo al rechazo y a no gustar y a no cumplir…
Así que la recompensa de un buen orgasmo con abrazos y besos desaparece o se espacia tanto que perdemos la costumbre.
Si no comemos lo que toca, si no bebemos agua con sed, si no tenemos ganas de movernos y además no tenemos libido, tu circuito de recompensa natural se descompensa y esto te impulsará a la búsqueda de recompensas NO naturales.
Estas ofrecen un pico de endorfinas mayor, pero por desgracia, se adaptan rápidamente y necesitas cada vez más para obtener la misma sensación de placer.
Esto se manifestará en una dependencia de recompensas como el azúcar, el alcohol, las drogas, las compras compulsivas, los juegos, el cibersexo sin mediar contacto u otras adicciones varias para llenar nuestras carencias.
Cuantas más recompensas naturales seas capaz de recuperar, menos recompensas artificiales demandará tu organismo.
Si estás buscando el equilibrio saludable que traerá como consecuencia el disfrute de una mayor felicidad, nos complace compartir contigo la certeza de que lo alcanzarás mediante la práctica del estilo de vida que te estamos proponiendo.