La importancia de sentir el tacto de los demás

Lilly y Madelaine son dos hermanas gemelas que ahora tienen 16 años. Llegaron al mundo con seis semanas de antelación y una salud extremadamente frágil.

La situación de Madelaine era con diferencia la más grave: tenía un agujero en el corazón y no podía respirar por sí misma. Los médicos no apostaban mucho por sus posibilidades de salir adelante.

Sin embargo, una enfermera tuvo una intuición genial: decidió poner a las dos gemelas juntas en la misma incubadora, piel con piel.

Lilly abrazó instintivamente a su hermana. El contacto de las dos niñas se reveló enseguida terapéutico y la salud de Madelaine mejoró inmediatamente.

La historia real de estas dos hermanas se ha convertido en un documental titulado Twins, con el que la firma de productos de cuidado para la piel Nivea quiere destacar los enormes beneficios que entraña para la salud el contacto físico.

La piel es el órgano más grande del cuerpo humano

En un adulto ocupa unos dos metros cuadrados y pesa alrededor de cinco kilos. Los seres humanos tenemos, además, la piel más sensible de todos los mamíferos, provista de millones de receptores somatosensoriales.

Cuando alguien nos abraza, segregamos una enorme cantidad de endorfinas, una de las sustancias que elabora el cuerpo para aliviar el dolor y producir sensación de bienestar.

Numerosos estudios científicos muestran que el sentir la piel del otro tiene múltiples beneficios para la salud: disminuye el dolor físico, fortalece el sistema inmunitario, calma el ritmo cardíaco y normaliza la presión sanguínea, reduce la agitación en pacientes con la Enfermedad de Alzheimer, aumenta las posibilidades de supervivencia en bebés prematuros…

Y, desde el punto de vista psicológico, hace subir el nivel de hormonas de bienestar, disminuye la sensación de soledad y reduce los síntomas de ansiedad y depresión.

Deseo de más abrazos

El coronavirus, sin embargo, ha restringido drásticamente ese contacto tan beneficioso para la salud. Dos amplias investigaciones realizadas por Nivea a nivel global, antes y durante la pandemia, revelan cómo el contacto físico en el círculo más cercano (familia y amigos) ha menguado para más de un tercio de los encuestados con la llegada de la Covid-19.

Una caída que ha sido especialmente significativa en España, donde el roce de piel con piel con amigos y familiares se ha reducido para dos de cada tres personas. En total, el 71 % de los españoles sostiene que ahora tiene menos contacto físico con su círculo más íntimo, frente al 38 % de los encuestados a nivel global.

Esa falta de roce físico ha desembocado en un aumento del sentimiento de soledad. Hasta el punto de que más de la mitad de los españoles afirma que durante el aislamiento a causa de la pandemia se ha sentido más solo que nunca en su vida.

El estudio también muestra lo importante que se considera el contacto con otras personas, tanto a nivel físico como emocional.

De hecho, nueve de cada diez encuestados consideran que es esencial para poder tener y disfrutar una vida plena y feliz. Sin embargo, ese deseo permanece en gran medida insatisfecho.

Soledad y salud

En España, cuatro de cada cinco personas que viven solas declaran no experimentar a diario ese contacto físico. Casi dos de cada tres encuestados confiesan que desearían recibir más abrazos.

Asimismo, uno de cada cuatro adolescentes manifiesta que se siente solo. Y la llegada del coronavirus ha hecho todavía más difícil experimentar ese contacto piel con piel que todos necesitamos, haciendo que nueve de cada diez españoles se den cuenta de lo importante que es para la salud.

Es indiscutible que los seres humanos necesitamos que nos toquen. El tacto es el primero de los cinco sentidos que desarrollan los embriones humanos y su mapa está representado en el cerebro ya antes del nacimiento.

Las caricias y el toque de otro ser humano activan nuestro mecanismo de recompensa y bienestar (promoviendo la secreción de oxitocina y de opioides endógenos) mediante un sistema neuronal diferente, mucho más lento que el que transmite las señales de dolor al cerebro.

Por otro lado, el rechazo social es una de las emociones más dolorosas que puede sufrir el ser humano, equivalente al mismo dolor físico ya que es procesado por las mismas estructuras cerebrales.

Motivos para la esperanza

El 74% de los españoles se ha percatado durante el aislamiento a causa de la pandemia de lo importante que es el tocar a los demás y ocho de cada diez esperan compensar la carencia que están teniendo del mismo una vez termine la crisis sanitaria.

Ya lo decía Claude Steiner, fundador junto a Eric Berne del Análisis Transaccional, “Para desarrollarnos, los humanos necesitamos la caricia externa, pero ojo, caricia entendida como todos aquellos gestos que indiquen intimidad emocional: una mirada, un abrazo, un mensaje de apoyo, un gesto, una mano en el hombro, una sonrisa…”.

Contra el cansancio y cualquier momento emocional complicado, la mejor receta emocional es “mezclar vitaminas A, B y C (abrazos, besos y caricias), porque no caducan, son gratuitas y muy fáciles de administrar.

El abrazo es una de las principales demostraciones de afecto que podemos dar con varios significados posibles: amistad, cariño, dedicación o gratitud.

Ejerce una clara influencia positiva tanto para la persona que lo recibe como para la que lo da, convirtiéndose de este modo en una forma de comunicación ideal para relacionarse con los demás. Cuando no sabemos cómo expresar con palabras una situación óptima, un abrazo siempre será una buena opción.

No en vano, más de la mitad de la población del país desea que, cuando finalmente la pandemia se haya relegado a un mal sueño, el contacto piel con piel vuelva a convertirse en nuestra forma favorita de relacionarnos.