La sociedad occidental es una sociedad tremendamente hedonista que busca constantemente el placer.
La mayoría de nosotros invertimos buena parte de nuestro tiempo y energía a encontrar placer y evitar el dolor. Creemos que así seremos más felices.
Sin embargo, pese al disfrute de placeres, la felicidad duradera continúa siendo desconocida para un gran número de personas.
¿Por qué el placer no se identifica con la felicidad?
La razón es que hay una gran diferencia entre felicidad y placer.
El placer es una sensación momentánea producida por algo externo - una buena comida, unas ganancias económicas, la práctica de actividades sexuales y así sucesivamente.
El placer está relacionado con las experiencias placenteras de nuestros sentidos.
Podemos confundir estas sensaciones positivas y placenteras con la verdadera felicidad, sin embargo, este tipo de “felicidad” no dura mucho tiempo, ya que es totalmente dependiente de acontecimientos y experiencias externas.
Asimismo, cuando se trata de placeres, el ser humano tiende a acostumbrarse, de modo que para seguir teniendo las mismas sensaciones placenteras es necesario más comidas, más dinero y más sexo, entre otras cosas - con el fin de sentir un placer similar.
Como resultado, muchos se vuelven adictos a estas experiencias externas, necesitando más y más cantidades para poder seguir alcanzado una sensación efímera de la felicidad.
Las personas que intentan venderte un coche nuevo, un teléfono de lujo o una casa se basan en este fenómeno para hacerte creer que el dinero puede comprar la felicidad.
Nuestro cerebro si es capaz de diferenciar placer y felicidad
Sin embargo, tu cerebro sabe que eso no es verdad. El dinero puede complacerte, pero la felicidad tiene que venir de otro lado.
Hemos sido condicionados para creer que la felicidad proviene de comprar algo nuevo, satisfacer el deseo de comer o de estar a la última moda.
Pero los científicos que estudian las hormonas dicen que nuestro cerebro puede diferenciar entre una oleada de placer acelerada y la felicidad duradera que es la definición real de felicidad. Y es una gran diferencia.
La dopamina, asociada a los procesos de motivación y recompensa, es diferente a la serotonina, vinculada a la alegría y la verdadera felicidad.
La diferencia de significado entre "felicidad" y "placer" es muy sutil, pero la diferencia química es enorme.
"Si toda tu vida te han dicho que el placer es la felicidad, entonces, ya sabes, te han engañado", explica Robert Lustig.
Lustig es endocrinólogo y autor de “The Hacking of the American Mind: The science behind the corporate takeover of our bodies and brains”.
Fue uno de los primeros en estudiar los efectos del consumo de azúcar refinado en los niños, y ahora le preocupa que la tecnología pueda estar funcionando en nuestros cerebros de forma similar, casi adictiva.
El caso especial de la tecnología
Lustig sostiene que la tecnología no es exactamente como una droga, sino que alimenta un sistema potencialmente peligroso de motivaciones y recompensas en nuestro cerebro, que nos hace desear otro subidón.
"La tecnología es un estimulador de la dopamina", explica Lustig. "Todo lo que causa la elevación de la dopamina tiene, como punto final, la adicción".
Eso no quiere decir que la tecnología tenga en nuestro cerebro los mismos efectos que el alcohol o drogas, porque con la tecnología, hasta donde sabemos, no hay síntomas físicos de abstinencia, como temblores o dolores de cabeza, si se apaga el teléfono.
Aun así, hemos desarrollado una dependencia de nuestros teléfonos que es diferente de una sensación de satisfacción o tranquilidad.
¿Ese zumbido en el bolsillo? Está alimentando la liberación de más hormonas del estrés y del neurotransmisor del placer de nuestro cerebro relacionado con el sistema de recompensa, la dopamina.
La química es la clave
Resulta que la dopamina toca áreas de nuestro cerebro diferentes a las de la serotonina, involucrada en disminuir la ansiedad y contrarrestar la depresión.
La serotonina está tan relacionada con la felicidad que es uno de los ingredientes clave de muchos medicamentos antidepresivos.
La serotonina propaga señales de felicidad a muchas partes diferentes del cerebro, tocando al menos 14 receptores diferentes.
Científicos como Lustig piensan que esto es parte de la razón por la cual la felicidad puede sentirse de muchas maneras diferentes: las sensaciones de alegría, amor y satisfacción pueden surgir durante las diferentes interacciones que tiene la serotonina con los receptores en diferentes partes del cerebro.
La dopamina, por otro lado, solo tiene cinco de receptores.
El neurotransmisor interactúa con esos receptores para alimentar sentimientos de deseo y motivación.
La dopamina está implicada en la regulación de muchas cosas en nuestro cerebro: recompensas, motivación, placer e incluso hay alguna evidencia de que está implicada en las denominadas alucinaciones saludables.
Por su parte, “Felicidad” es llegar a un profundo sentimiento de serenidad y satisfacción de la vida como está, independiente de apegos y aversiones.
Incluye estar en paz con el pasado y con la idea de que todo en la vida es transitorio.
Es por esta razón que un campesino en Myanmar, que no tiene nada más que una modesta choza de paja sea más feliz que un alto ejecutivo rodeado de lujos en el mundo capitalista.
No importa la cultura o el grupo étnico al que pertenezcamos, el ser humano siempre va a buscar la felicidad.
¿Por qué disfrutamos tanto la amargura, la tristeza, la ira y los celos?
Si esto es una gran verdad, debido a que estamos enamorados de nuestro ego.
Buscamos tanto acumular experiencias y posesiones que de pronto olvidamos aceptar la vida tal como es.
Hasta que no hagamos una revisión interna y seamos 100% honestos sobre cuál es la raíz de nuestra felicidad, seguiremos en esta eterna rueda de hamsters en la que sólo andamos sin llegar a ningún lado.
Cuando estemos contentos con las cosas como son, con lo que somos y tenemos. Cuando aceptemos a todos los seres vivos sin reserva, sin mentir, sin abusar y sin manipular; entonces habremos llegado a casa.
Y esta casa tiene un letrero pequeño y discreto que dice "Felicidad".