Una actitud positiva puede prevenir el desarrollo de enfermedades como depresión, estrés, insomnio, niveles inadecuados de colesterol y anorexia.
Al contrario, las personas menos felices "tienden a tener más presentes los problemas físicos y psicológicos que les afectan".
En este sentido, por ejemplo, la posibilidad de tener depresión en el grupo de las personas más felices es nueve veces menor que entre quienes son menos positivos. La probabilidad de tener insomnio es cuatro veces menor.
Existe una relación bidireccional entre ser feliz y estar sano. Las personas que se sienten más contentas y positivas tienen una mejor percepción de su salud.
Y esta asociación, aseguran los expertos, cada vez tiene más evidencia científica y así lo confirma Josep María Serra-Grabulosa, doctor y profesor del departamento de Psiquiatría y Psicobiología Clínica de la Universidad de Barcelona. "Ser más optimista afecta al sistema nervioso, neuroendocrino e inmunológico".
Por esta razón, los que son más felices, en general, sufren menos alteraciones cardio y cerebrovasculares y, como su sistema inmune se refuerza, disminuyen las posibilidades de contraer enfermedades".
En definitiva, señala Serra-Grabulosa, los niveles altos de felicidad mejoran la salud mental.
De hecho, aclara Gonzalo Hervás, doctor y profesor de la facultad de Psicología de la UCM, "hemos constatado que la salud mental es un componente igual o más importante que la física en la percepción de la propia salud y que los problemas de tipo psicológico están mucho más relacionados con la infelicidad que los problemas físicos".
Tenemos que emplearnos a fondo en entender cómo funciona este asunto tan codiciado y delicado: “nuestra felicidad”. Aunque el cerebro tiene una propensión natural a tener emociones positivas, indican los autores del informe, "es necesario estimularlo". La felicidad se trabaja, no se puede esperar sentado en casa.
"No existe un único punto que al estimularle nos proporcione felicidad", nos indican los investigadores sobre la felicidad.
Es necesario que la ciencia profundice en la forma de favorecer la salud desde el bienestar.
"Probablemente, existe el gen de la felicidad, pero no es sólo uno, sino que hay varios candidatos que pueden proporcionar este estado mental y es importante saber cómo se activan para que esto ocurra".
Cuando estamos felices es debido a que nuestro cuerpo es capaz,entre otras no menos importantes, de generar 3 tipos de hormonas que nos hacen sentir bien.
Nos referimos a la dopamina, aquella que se encarga producir placer y la motivación; la serotonina, encargada de aliviar el estado de ánimo; y la endorfina, la que provoca el sentimiento de felicidad.
De forma más concreta, este tipo de hormonas también conocidas como “Hormonas de la Felicidad”, promueven la calma y ayudan a crear un estado de bienestar.
Además, mejoran el humor, ayudan a reducir el dolor, retrasan el proceso de envejecimiento, potencian las funciones del sistema inmunitario, reducen la presión sanguínea, hacen sentir placer, pueden reducir enfermedades como el Párkinson; y también ayudan a contrarrestan los niveles elevados de adrenalina asociados a la ansiedad.
¿Qué podemos hacer para activar las hormonas de la felicidad?
Por ejemplo, aquellas personas que realizan deporte regularmente son felices cuando lo hacen porque el placer y la felicidad abundan cuando uno está comprometido físicamente, ya que nos distraemos y nos entretenemos haciendo aquello que más nos gusta.
Por otro lado, podemos optar también por la meditación, este hábito nos ayudará a combatir el estrés, facilitando la mejora de nuestro ánimo.
Algunos expertos en meditación y mindfulness aseguran que a largo plazo la práctica continuada de ejercicios de meditación contribuye a afrontar mejor los baches de la vida, superar las crisis con mayor fortaleza interior y ser realmente nosotros mismos bajo cualquier circunstancia.
Además, existen otro tipo de actividades que también nos ayudan a producir estas hormonas de la felicidad. Entre ellas se encuentran el escuchar música, bailar, darse un baño relajante, caminar por un sitio que nos transmita tranquilidad o simplemente quedar con los amigos; puede ayudarnos a producirlas y hacer que nos sintamos más felices. Esto se debe a que los niveles de hormonas como las endorfinas aumentan.
Tampoco hay que olvidar el importante papel del apoyo social y familiar para superar los problemas de salud y otras adversidades.
"Es fundamental para que las personas se sientan con mejor estado de salud y les ayuda a preservar, en gran medida, su nivel de satisfacción cuando sufren algún problema", agrega el especialista. Gonzalo Hervás lo corrobora: "El apoyo social fomenta la felicidad".
En conclusión, ¿Dónde está el secreto de la felicidad? En nuestra propia mente, la felicidad está en nuestras manos. Nuestra felicidad depende de nosotros.
Aunque hay elementos externos que a veces pueden cambiar nuestro estado de ánimo, debemos intentar que estos influyan lo menos posible en nosotros.
Tenemos una importante tarea para hoy, para cada día: investigar qué es lo que nos hace felices.