La felicidad formulada

A largo de la historia, para la mayoría de las civilizaciones, la búsqueda de la felicidad ha constituido motivo de anhelo, preocupación, motivación, conocimiento y estudio siendo un concepto que ha sido abordado por ámbitos tan diversos como la religión, el arte, la música y por disciplinas como la filosofía, la psicología, la sociología, la biología o la antropología.

El concepto de felicidad es tan antiguo como la propia humanidad.

Parafraseando nuestros clásicos Aristóteles en su famosa obra “Ética a Nicómano” (350 a. C), señala que la felicidad es el fin y bien supremo al que aspiran los seres humanos por naturaleza.

Para Aristóteles toda acción humana se realiza orientada a alcanzar la felicidad, identificado ésta como una vida feliz.

¿Y qué es la vida feliz? Para unos el placer, para otros la riqueza, para otros el honor.

Aristóteles sostiene que la buena vida es la vida de una excelente actividad racional. La felicidad se alcanzará, por tanto, en la medida en que el hombre ejercite de forma virtuosa la razón.

Si sus actos le conducen ejercitar de manera excelente la razón, tales actos serán “virtudes”; en caso contrario serán “vicios” que le alejarán de su propia naturaleza, de su excelencia y como resultado, de la felicidad.

Sin embargo, para Epicuro (300 - 270 a. C.), la felicidad consiste en la búsqueda del placer. Hace una importante distinción entre los placeres necesarios (las necesidades físicas y de seguridad) y los innecesarios (la fama), debiendo el hombre abstenerse de estos últimos para alcanzar la felicidad, mediante la práctica de la prudencia, ya que producen un placer efímero y conducen a largo plazo al dolor y sufrimiento y la infelicidad.

Para Epicuro una vida feliz es aquella en la que se buscan los placeres que conducen a la ausencia del dolor y la tranquilidad del alma.

Los clásicos han perseguido la naturaleza y esencia de la felicidad desde siempre.

Sócrates (470-399 a.C.), ya decía que el secreto de la felicidad no se encuentra en la búsqueda de más sino en disfrutar con menos. Mientras, Séneca (4 a.C. -65 d.C.), calificaba de sabio a quien se contentaba con su suerte.

Sin embargo, sumergido en la filosofía dominante de la sociedad de nuestros días donde triunfan conceptos como “el pelotazo”, él éxito económico como medida del éxito personal, el consumismo, la ostentación… ser feliz parece fácil para alguien como Mo Gawdat, ingeniero y ejecutivo de Google X, y uno tiene todo lo que desea, éxito y dinero a espuertas.

Todo cambia en la vida para este cairota cuando su hijo Ali, de 21 años, fallece durante una sencilla operación, experiencia que le empuja a reflexionar sobre la verdadera naturaleza de la felicidad.

El directivo de Google nos explica que, vivía sumergido y absorbido por su trabajo y conforme más avanzaba en ese estilo de vida, más infeliz se sentía. "Constantemente intentaba tener el control y mee quejaba de todo. Me compré coches, gasté dinero sin límite e intenté llenar el vacío de mi alma de cualquier manera. Pero era evidente que no funcionaba".

Fue a partir de la inesperada muerte de su hijo de 21 años cuando se decidió a encontrar una solución al problema.

La inquietud sentida por Gawdat es la versión actualizada de un estado que los filósofos ansían desde siempre: encontrar la clave, la fórmula de la felicidad.

Pero, según los estudios de Gawdat, y a diferencia de los clásicos, su fórmula tiene base científica.

Al inducir al cerebro a percibir la realidad a través de su ecuación, se neutralizan los siete puntos negativos que éste tiene por naturaleza: filtrar, asumir, memorizar, predecir, etiquetar, emocionarse y exagerar. De este modo se alcanzaría la felicidad: vivir en plenitud aceptando tus propias circunstancias.

“Si esperas que algo suceda y ocurre de hecho, estás feliz. Si esperas que algo suceda y no ocurre, eres infeliz. Es tan sencillo como eso. Eso es la felicidad”, explicó el autor del best seller: “Solve For Happy: Engineering Your Path to Uncovering the Joy Inside You”.

En este libro Gawdat explica lo que para él es la tan ansiada fórmula de la felicidad.

Según el autor, la felicidad se compone de tres elementos principales, el primero de ellos es la manera en la que se presentan los hechos en nuestras vidas, el segundo la expectativa que tenemos frente a ellos y el tercero es cómo lo asumimos.

Enumeró todos los elementos que le hacían feliz y halló un punto en común entre todos ellos. "La única cosa en común entre todos esos momentos es que somos felices cuando parece que la vida sigue a nuestra manera".

Y partiendo de esta premisa, dio con la solución: la felicidad es igual o mayor que los acontecimientos de su vida menos su expectativa de cómo debería ser la vida.

Según Gawdat, la infelicidad nace de la forma en la que analizamos los acontecimientos que se suceden en nuestras vidas. La felicidad, explica el ingeniero, es la diferencia entre la manera en que un individuo ve los acontecimientos de su vida y la expectativa que se hace sobre cómo él cree que debería ser su vida.

“Nuestros padres nos dicen que tenemos que trabajar duro, gastar varios años educándonos y ahorrar los primeros quince años de nuestra vida hasta que logremos ser exitosos. Es un concepto muy sólido en el mundo capitalista pero incluso los billonarios llegan a ser personas miserables y se suicidan”.

Mo Gawdat, aseguró en una visita a la capital colombiana en el marco del TigoUne Forum que “el trabajo duro te llevará al éxito, pero el éxito no te llevará a la felicidad”.

“Mucha gente piensa que solo los sabios, los santos o su santidad el Dalái Lama pueden llegar a un estado ininterrumpido de felicidad, eso no es cierto”, argumentó el líder de innovación y emprendimiento.

Para cambiar este paradigma y resolver el algoritmo, Mo Gawdat asegura que debe darse un cambio en la mentalidad de las personas, ver las cosas desde otra perspectiva y deshacerse de las ilusiones o puntos ciegos para acercarse más a la felicidad.

“Si tú vives en una gran ciudad, esperas que haya mucho tráfico por la mañana mientras acudes al trabajo. Sería iluso pensar que no fuera así. El tráfico nos puede hacer sentir desgraciados, pero también podemos elegir relajarnos. Si trabajamos nuestras emociones de esta manera, podemos llegar a ser felices, podemos decirle al cerebro que sea más realista, que disfrute, que anticipe, module y disfrute de la vida”, reflexiona el ingeniero.

Si vemos el mundo por lo que realmente es, vemos la verdad y la aceptamos, siempre vamos a ser felices”, destacó Mo Gawdat, quien considera que “ni los coches, ni el dinero o las fiestas generan esa sensación, solo tu mente”.

Ante la pregunta sobre la relación que existe entre la felicidad y los indicadores económicos de las empresas o las naciones, Mo Gawdat señaló que la felicidad personal resulta determinante ya que está demostrado que “los individuos felices son un 12% más productivos que los demás”.

En este punto el experto citó el caso del gigante tecnológico Google, que tan bien conoce, una compañía en la cual los empleados pueden aprovechar el 20% de su tiempo para hacer lo que mejor saben hacer: innovar de múltiples formas.

“Google es un excelente ejemplo de esta práctica, porque los empleados felices gastan mucho tiempo haciendo cosas fabulosas, porque están contentos con lo que la compañía les ofrece”, señala el experto.

El ingeniero también se refirió a la búsqueda de la felicidad en una era enmarcada por la disrrupción tecnológica, el ‘tsunami’ de información y las nuevas formas que facilitan la interacción humana.

Mo Gawdat manifestó que la tecnología contribuye a alcanzar momentos de bienestar, pero es contundente al afirmar que no es un objetivo en sí mismo, ya que el fin último de la tecnología no es hacernos más felices.

Yo entiendo la felicidad como ese sentimiento apacible, de estar feliz con la vida, calmado con todo lo que está a mi alrededor, y ese no es un estado que se logra con elementos externos a nosotros, sino que proviene del interior”, concluyó.