En el libro “The question behind the question”, John Miller nos invita a reflexionar sobre como la calidad de las preguntas que nos hacemos, determina la calidad de nuestros pensamientos y, en consecuencia, la calidad de nuestras vidas.
Desde que nos levantamos hasta que nos vamos a dormir, nuestra voz interior se hace preguntas y se contesta sola, muchas veces haciéndonos sentir víctimas de las situaciones, enfocándonos en lo que no tenemos control o en lo desafortunados que somos.
Cuando pensamos, lo que en realidad estamos haciendo es contestar a las preguntas que internamente nos estamos haciendo y como resultado tomamos decisiones y nos ponemos en acción.
A veces son preguntas inconscientes
Por ejemplo: por la mañana cuando elegimos que ropa nos vamos a poner, nos preguntamos, ¿A dónde voy? ¿Con quién me voy a encontrar? ¿Cómo está el clima? ¿Qué ropa tengo limpia? Las respuestas a estas preguntas nos permiten tomar decisiones específicas.
Miller propone que en vez de hacernos preguntas que empiecen con por qué, o quién, es más efectivo si nos preguntamos qué podemos hacer al respecto.
En vez de culpar, y preguntar quién hizo lo que hizo, o por qué lo hizo, preguntarnos qué podemos hacer nosotros al respecto.
Miller sugiere hacer preguntas con tres elementos:
- Empezar la pregunta con: qué o cómo, en vez de quién, por qué, o cuándo
- Incluir el “yo” en vez de: tú, nosotros, o ellos
- Enfocarse en una acción concreta
Por ejemplo, preguntarnos ¿Qué puedo hacer? Cuando nos hacemos está pregunta, tenemos el poder de hacer algo al respecto. La pelota está de nuestro lado del tejado.
Esto nos da poder, autoridad, seguridad porque la acción depende solo de nosotros.
Aunque no podemos cambiar ni al pasado, ni a determinada gente, o circunstancias, lo que sí podemos cambiar son nuestras interpretaciones.
Y estas interpretaciones son respuestas a las preguntas que nos hacemos.
Las respuestas están en las preguntas
La calidad de las preguntas que nos hacemos y las que hacemos a otras personas determina la calidad de las respuestas que obtendremos.
Hay preguntas que nos quitan poder y responsabilidad. ¿Quién tiene la culpa? ¿Por qué yo? ¿Por qué no se comunican mejor? ¿Por qué no hacen lo que dijeron? ¿Por qué no me ayudan? ¿Por qué nadie hizo nada? ¿Por qué no me dieron más información? ¿Por qué tengo que lidiar con todo este cambio?
Todas estas preguntas tienen algo en común: algo o alguien es responsable del problema o la situación.
Somos víctimas del ambiente y de la gente que nos rodea.
La clave es que podemos hacer mejores preguntas si nosotros elegimos hacerlo.
Naturalmente, lo habitual es que nos hagamos preguntas como las anteriores.
La capacidad de reconocerlas, detenernos y explorar qué otras preguntas poderosas pueden esconderse detrás de esta primera pregunta-escudo nos puede dar las herramientas para sentirnos con mayor control y responsabilidad sobre estas situaciones.
Puedo hacerme otras preguntas diferentes, como: ¿Qué puedo hacer yo al respecto? ¿Cómo puedo provocar un cambio? ¿Cómo me puedo comunicar más efectivamente? ¿Cómo puedo hacer un mejor trabajo? ¿Cómo puedo ser una mejor persona? ¿Cómo puedo ayudar a los otros? ¿Cómo puedo mejorar esta situación? ¿Cómo me puedo adaptar a este mundo cambiante? ¿Cómo puedo asegurar que hay consistencia entre lo que digo y lo que hago? ¿Cómo puedo entender mejor a la gente?
En lugar de buscar culpables busquemos razones
Y siempre cambiar las preguntas que empiezan por ¿por qué? por preguntas que empiecen por ¿para qué?
Siempre puedes elegir. Esta capacidad de elegir las preguntas que te haces puede incrementar la calidad de tu vida notablemente.
Porque los pensamientos enfocados en que puedes hacer para que tus esfuerzos y energías sean efectivamente aprovechados, te hacen sentir bien, orgulloso de tomar buenas decisiones, satisfecho y menos frustrado.
La mentalidad de víctima te quita poder, te deprime y produce rencor y, en ocasiones, resignación.
Para ser efectivo en descubrir las preguntas-capacitantes detrás de las preguntas-escudo es necesario tomar responsabilidad personal por las preguntas que te haces, cambiarlas cuando es necesario y tomar decisiones acertadas y consistente.
Recuerda que siempre puedes elegir las preguntas que te haces y como resultado explorar nuevas perspectivas, y nuevas formas de entender e interpretar las situaciones.
Se te abre todo un mundo de posibilidades
Tuneado del artículo publicado en www.goldvargconsulting.com
Autor: Damian Goldvarg