La anestesia es una prueba de esfuerzo para el cerebro

A menudo, los pacientes de la unidad de cuidados intensivos sufren episodios agudos de confusión.

Aunque estos delirios suelen desaparecer un par de días tras la intervención quirúrgica, algunas personas padecen las consecuencias durante largo tiempo.

En síntesis

Las operaciones con anestesia general dañan el cerebro más de lo que se creía. Pueden generar problemas de memoria y concentración a largo plazo.

El ruido y el estrés de las unidades de cuidados intensivos, así como determinados medicamentos, favorecen la aparición de delirio y pueden provocar déficits cognitivos duraderos.

Mediante monitorización de la anestesia, test de delirio y habitaciones de cuidados intensivos adecuadas, se intenta minimizar las consecuencias psíquicas y somáticas para los pacientes.

Tras las operaciones, muchas personas experimentan lo que se conoce como un delirio, es decir, una alteración de la consciencia y del pensamiento: presentan confusión, ideas incoherentes y angustia.

Por lo general, ese estado desaparece después de unas horas o días. Sin embargo, a menudo los déficits cognitivos permanecen.

Los médicos están tras el origen de las causas

Investigan si, además de la enfermedad, otros factores como el ruido, el estrés en la unidad de cuidados intensivos (UCI) o la administración de anestésicos e hipnóticos pueden perjudicar a largo plazo a los afectados.

La psicóloga Edith Weiss-Gerlach y sus colaboradores han examinado a 1200 sujetos mayores de 60 años antes y después de una intervención quirúrgica.

Evaluaron su memoria a corto y a largo plazo, la concentración y el recuerdo espacial.

“Siete días después de la anestesia general habían disminuido la memoria y la concentración de uno de cada cuatro. A los tres meses, esta situación se mantenía en uno de cada diez e incluso un año más tarde seguía siendo así», indica.

Por su parte, el profesor Emery N. Brown, que lleva estudiando el cerebro anestesiado desde hace once años, un periodo en el que ha recogido los datos de la monitorización de todos los pacientes que ha anestesiado para someterse a una intervención quirúrgica, explica:

“Con el electroencefalograma se ven claramente los efectos de los anestésicos, midiendo el patrón de oscilación de las ondas cerebrales que provocan estos fármacos.

Cómo actúa realmente la anestesia

En los últimos cinco años hemos visto que cada anestésico produce un patrón de ondas cerebrales diferente dependiendo de la edad del paciente y de la dosis de anestesia aplicada.

Gracias a esto ha dejado de ser un misterio cómo actúa la anestesia y podemos personalizar la dosis y mejorar la forma de controlar el estado del paciente durante la intervención quirúrgica”.

“Tenemos una base de datos de casi 3.000 personas de todas las edades, desde niños hasta ancianos.

Y la estamos utilizando para mejorar la técnica de monitorización de la anestesia y para comprender mejor el cerebro”, detallaba en un diálogo público mantenido en la Fundación Tatiana Pérez de Guzmán el Bueno.

Así ha descubierto que la anestesia impide la comunicación entre las distintas zonas del cerebro.

Y es esa falta de comunicación la que provoca los signos característicos de la anestesia: inconsciencia, incapacidad de recordar (amnesia), falta de percepción del dolor y la incapacidad para moverse, requisitos para poder llevar a cabo una intervención quirúrgica.

Por eso, matiza el doctor Brown, el cerebro anesteisado no duerme, está en un coma reversible.

La edad real del cerebro al descubierto

Y también han obtenido otro dato muy interesante, hasta ahora desconocido: que la anestesia delata la edad real del cerebro.

“Dos personas de la misma edad sometidas a anestesia pueden tener patrones de ondas cerebrales diferentes.

Uno parecido al de una persona joven y otro similar a una persona más mayor.

Al verlo por primera vez estábamos un poco sorprendidos, pero nos dimos cuenta de que los distintos patrones de ondas muestran que el cerebro envejece a distinta velocidad en cada persona, que puede o no coincidir con su edad cronológica”, explica el profesor Brown.

Pionero en descifrar desde la neurociencia cómo actúan los agentes anestésicos en el cerebro, Emery N. Brown estuvo en Madrid el pasado mes de abril invitado por la Cátedra en Neurociencia UAM-Fundación Tatiana Pérez de Guzmán el Bueno. Durante su visita impartió la V Conferencia Tatiana a los alumnos de la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma.

Emery N. Brown es médico, anestesista y estadístico.

Esta formación polifacética le ha permitido desarrollar formas de monitorizar el cerebro de pacientes sometidos a anestesia general y a desarrollar estrategias personalizadas de dosificación.

Reto multidisciplinar

Su objetivo ahora es buscar nuevos anestésicos que permitan sacar al paciente del estado de coma inducido de forma rápida.

Con ello se podrían evitar efectos secundarios como la aparición de alteraciones cognitivas, que pueden afectar hasta al 40% de quienes se someten a una cirugía a partir de los 55.

La anestesia puede provocar un delirio cuya duración puede ir desde unas horas después de la cirugía o que puede prolongarse durante meses. Además, puede alterar la memoria durante un periodo variable de tiempo”, indica Brown, que es profesor de la Facultad de Medicina de Harvard, anestesista en el Hospital General de Massachusetts y profesor de ingeniería médica y neurociencia computacional en el Instituto de Tecnología de Massachusetts.

Por eso sostiene que la anestesia es una prueba de esfuerzo para el cerebro: “Dos personas con la misma edad pueden no responder igual y esto se refleja en el registro de las ondas cerebrales que obtenemos con el electroencefalograma”.

Quizás podríamos usar la anestesia para conocer la edad del cerebro con esta técnica.

O tal vez, para buscar patrones que delaten los cerebros que con el tiempo serán más propensos al Alzheimer.

Tuneado del artículo publicado en ABC

Autor: Pilar Quijada