Nuestro interés por el sexo es solo un truco de nuestro ADN

En “El ADN dictador” (Ariel), Miguel Pita, doctor en Genética y Biología Celular en la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), habla de hasta qué punto nuestros genes son unos «diminutos dictadores» que nos dicen cómo debemos ser, qué debemos sentir o qué debemos hacer.

Nuestros genes son como una especie de «microchip» en el que están programados los planes para construir el cuerpo y llevar a cabo las reacciones del metabolismo.

Él mismo está investigando la influencia de ciertas secuencias de ADN de receptores de neurotransmisores en determinados rasgos psicológicos.

La investigación muestra que los genes están en el origen de que el amor no sea igual para hombres y mujeres, que algunos tengan talento para dibujar y otros no, que haya personas que se queden calvas a los treinta años o que el hombre sea el único primate en el que ha aparecido el lenguaje y una profunda espiritualidad.

¿Por qué ocurre todo esto? ¿Dónde queda el libre albedrío?

Según Miguel Pita toda esta complejidad es resultado de la evolución: ese largo e invisible proceso por el cual los genes que permiten dejar más descendientes tienden a perpetuarse.

Pero no todo es genética: el entorno, ese conjunto de circunstancias que nos rodea, como la alimentación, la educación o el tabaquismo, también influye en cómo el cuerpo cumplirá las instrucciones de los genes.

Entonces, ¿es el ADN un dictador? ¿O no más que el ambiente?

En realidad, el ADN es solo un dictador relativamente.

Le dimos ese título al libro para llamar la atención sobre el hecho de que hay muchas cosas en nuestra existencia desde el punto de vista del comportamiento determinadas en parte por la genética.

Pero la ecuación la completa el ambiente.

Muy pocas cosas las decide solo el ADN, pero en pocas cosas el ADN no juega un papel más o menos determinante.

Se puede decir que es un dictador, pero que no es un dictador férreo.

Se suele considerar que algunas enfermedades están escritas en los genes, cuando en realidad no lo están.

Pero otras veces se cree que muchos aspectos de nuestra conducta, como el talento, solo están marcados por nuestra educación, cuando en realidad el ADN tiene mucho que decir en ellos.

Y aclarar este tipo de confusiones es justamente lo que pretendía en «El ADN dictador».

¿Comparte la visión de Richard Dawkins y su «Gen Egoísta», según la cual los organismos son meras máquinas cuya función es garantizar la supervivencia de genes?

Comparto en lo elemental la propuesta de Dawkins. En general no está rebatida, pero sí se matiza.

Se asume que el ADN tiene un impulso grande para copiarse y que en el fondo somos el vehículo en el que viaja de generación en generación. Somos la copia que está viva.

Así ha venido pasando desde que éramos simples bacterias.

Pero si lo importante para el gen es multiplicarse, ¿por qué no quedarse en los virus, que son los que más parecen multiplicarse?

Efectivamente, lo más práctico para un gen es estar en virus o bacterias.

Los individuos complejos en el fondo tenemos que pasar muchas trabas, por ejemplo, necesitamos encontrar una pareja para pasar nuestro ADN a la siguiente generación, mientras que bacterias y virus solo tienen que replicarse.

Pero esto ocurre porque la evolución no es un proceso lógico, está basado en el azar.

El principio es que lo que funciona persiste y lo que no funciona desaparece.

Un virus es más práctico, pero un organismo complejo también funciona, entendiendo esto como que es capaz de dejar descendencia.

Si se cumple esto, lo complejo y lo simple convivirán, porque ambas formas se reproducen.

A lo único que pone trabas la evolución es a la infertilidad.

Entonces, ¿es el ADN el motivo por el que estamos tan interesados en el sexo?

Sin duda. En realidad, el ADN de todos los seres vivos lleva escrito en su código que en algún momento debe copiarse o reproducirse.

En nuestro caso, la evolución ha construido un cerebro que nos hace que en algún momento busquemos pareja. Nuestro interés por el sexo no es más que un truco del ADN para que no olvidemos pasar una copia de nuestros genes a la siguiente generación

¿Dónde queda el libre albedrío?

Es difícil de precisar. Efectivamente hay ciertas cosas que van a ser impulsos que vienen de serie, como reproducirnos, y que tenemos necesidad de cumplir, pero el ADN no nos va a decir ni con quién ni cuándo debemos hacerlo, ni va a mover nuestras piernas.

Tenemos libre albedrío hasta cierto punto, quizás menos del que pensamos cuando nos vemos como reyes de la creación.

Pero si lo piensas, que el ADN nos impulse a comer todos los días para no morirnos no es una gran pérdida de albedrío, y es el típico ejemplo de impulso con el que nacemos, nos guste o no.

Hombres y mujeres somos biológicamente distintos. ¿Eso nos obliga a comportarnos de forma diferente?

Hombres y mujeres somos genéticamente diferentes.

Por encima de todo, somos distintos en lo relativo a la sexualidad, al igual que las hembras y machos de otras especies.

Eso no significa que los hombres y mujeres tengan que comportarse de forma distinta, sino que en lo referente a la sexualidad tienen intereses de partida distintos: estas diferencias no aparecen en otros aspectos sociales que no tengan que ver con lo puramente reproductor y los que se derivan de ello.

Por ejemplo, hombres y mujeres tienen distintos comportamientos sexuales y un distinto nivel de agresividad innata. Los hombres tienen mayores niveles de testosterona y son más proclives a agresividad directa.

¿Por qué? Porque la agresividad está relacionada con un comportamiento reproductor, no en nuestra sociedad, sino en las sociedades animales donde el hombre como especie ha surgido.

¿Cómo es la agresividad de las mujeres?

Hay que tener en cuenta que hay cuatro dimensiones de la agresividad: la física, la verbal, la hostilidad y la ira.

La agresividad que tiene que ver con la hostilidad y la agresividad verbal es igual de frecuente en hombres y mujeres.

Entre ellas, esta sirve para establecer relaciones de competencia, al igual que la directa es usada por los hombres.

Esta es la base biológica, aunque está claro que se puede expresar de muchas maneras y, de nuevo, reprimir.

¿Y a qué se debe esto?

Si pensamos en el animal que éramos en origen, los hombres competían físicamente.

Pero las mujeres, como tienen otro tipo de físico y como en su cuerpo se desarrolla el embarazo, no se debían arriesgar a sufrir daños físicos en su cuerpo, y por eso recurrían a otro tipo de agresividad.

Entonces, y sin que lo justifique ¿puede tener el machismo una cierta base biológica?

Lo primero que hay que decir es que las personas que estudiamos las bases biológicas del comportamiento, queremos comprenderlas, pero eso no quiere decir que nos gusten.

Entenderlas, además, puede servir para erradicar ciertos comportamientos de la sociedad que tienen base en el animal que llevamos dentro.

Concretamente con respecto al machismo, no creo haya nada en la biología que pueda explicar la diferencia en derechos y oportunidades que observamos en la sociedad.

Lo que sí que tiene base biológica son los distintos intereses y las distintas formas de expresarlos que tienen ambos, como ocurre en tantas otras especies de mamíferos.

Pero que haya diferencias claras e innatas entre hombres y mujeres no justifica que la sociedad se haya diseñado como se ha hecho.

¿Cómo afecta la genética a la elección de pareja? ¿Hombres y mujeres tienen las mismas preferencias?

Cada individuo acaba eligiendo una pareja por un conjunto de razones difíciles de trazar.

Sí que es verdad que se ha observado que en líneas generales las mujeres son más cautas, más selectivas.

De forma completamente análoga a las hembras de la mayoría de las especies de mamíferos.

Por otro lado, los varones son menos selectivos, más indiscriminados en su elección.

Esto se lleva estudiando mucho tiempo y los comportamientos de otros mamíferos han aportado muchas pistas.

La lógica de todo esto reside en que lo que se juegan varones y mujeres en la reproducción no es lo mismo: la inversión no es simétrica.

¿Este cerebro «construido» por los genes, lleva también a que exista un patrón universal de belleza o los gustos son más bien culturales?

Hay gustos universales y particulares recogidos en la genética pero siempre matizados por la cultura.

Digamos que hay tres capas: nuestros genes nos programan a mujeres y hombres para sentirnos atraídos inconscientemente por algunos valores universales, como por ejemplo la simetría.

Después, en un segundo nivel, hay gustos personales que también nos vienen de serie, y que nos llevan a elegir ciertos rasgos antes que otros.

Por ejemplo, se han encontrado genes relacionados con las compatibilidades entre sistemas inmunes, que son distintos en distintas personas, pero que vienen programados en su genética personal.

Un tercer nivel es la educación, las aficiones, las modas...

Las mutaciones son la base de la evolución, pero pueden ser perjudiciales para el individuo. ¿Qué tiene que pasar para que resulten beneficiosas?

Una mutación es cualquier cambio que ocurre en el ADN.

Como las mutaciones ocurren al azar, la inmensa mayoría no producen cambios beneficiosos, pero incluso así explican toda la variabilidad que ha aparecido en la evolución.

Las mutaciones que generan novedades potencialmente adaptativas, y que estarán presentes en las generaciones futuras, son las que aparecen en las células reproductoras, en la línea germinal.

Pero las mutaciones que aparecen en el cuerpo no tienen interés evolutivo: un lunar o un cáncer morirán con nosotros y no pasarán a nuestros descendientes.

¿Qué mutaciones han tenido un papel importante en la evolución del ser humano?

Los cambios clave han sido sobre todo los que tienen que ver con el desarrollo y la especialización del sistema nervioso.

Personalmente, si tuviese que elegir un cambio, diría que lo más importante para nuestra especie fue adquirir la capacidad de hablar.

Esto nos ha dado la posibilidad de relacionarnos de formas abstractas con otros miembros de nuestra misma especie.

Esto nos permite amar profundamente, expresar emociones, formar grupos coordinados y en el fondo nos ha permitido organizarnos y a la larga conquistar el planeta.

Esta capacidad de hablar es biológica y genética: cada individuo aprende unos determinados idiomas, pero para ello necesitas ser humano y tener unos genes que no tienen nuestros parientes primates.

¿Así apareció también la espiritualidad?

No está claro cuál es la base biológica de la espiritualidad.

Se ha observado que está presente en todas las culturas y se piensa que efectivamente hay genes detrás de la tendencia humana de creer en mitos y tener ideas espirituales.

Independientemente de que estos sean falsos, han moldeado completamente la historia de nuestra especie.

Siempre hay un mito o un componente espiritual detrás de lo que hacemos.

Nuestra capacidad de tener miedo a la muerte o de creer en un ser superior que te castiga si no cooperas con los tuyos, o el hecho de querer hacer el bien para tu clan y no para otro, han escrito nuestra historia, como especie social.

¿Qué papel tienen los virus en la evolución del hombre?

Los virus son fascinantes porque son poco más que un fragmento de ADN con el «impulso» de copiarse.

Han tenido un papel importantísimo en la generación de variabilidad. Insertan secuencias en nuestro ADN y generan una novedad: aunque casi siempre será nociva, de vez en cuando han supuesto una novedad adaptativa.

Tuneado del artículo publicado en ABC
El día 25 de febrero de 2018
Autor: Gonzalo López Sánchez