Los hábitos que están acabando con tu felicidad

¿Qué es ser feliz?

Es una pregunta que casi todo el mundo se ha hecho alguna vez.

Todo el mundo quiere saber qué puede hacer para conseguir un mayor nivel de felicidad en su vida.

Anhelamos una combinación de lecciones, trucos, inspiraciones, objetivos, estrategias, trucos, píldoras o incluso aplicaciones que añadan un poco más de esos polvos mágicos en nuestras vidas.

Pero, a veces no nos damos cuenta de lo más obvio. Quizá la mejor estrategia no sea poner más cosas sobre el tablero, sino todo lo contrario.

¿Qué pasaría si la forma más inteligente es concentrarte en eliminar una serie de hábitos que te están convirtiendo en alguien infeliz?

Según el psicólogo Nick Wignall, "la clave es tener menos y no más".

"Todos deberíamos ser conscientes de las cosas que nos hacen sufrir y hacer todo lo posible para deshacernos de ellas", añade

Deja de preocuparte

Estar pensando continuamente en tu futuro o en las opiniones que los demás tienen de ti es el hábito mental que trata de resolver problemas que no se pueden cambiar o que ni siquiera existen.

Es fácil caer en él porque te sientes productivo, entretenido en algo.

La preocupación nos da la ilusión de control, pero nos produce impotencia.

A veces las cosas son malas, dolorosas o aterradoras y no hay nada que podamos hacer al respecto.

Sí, es posible que te pasen cosas malas a ti o a personas que quieres y seguramente haya gente a la que no le gustas absolutamente ni un poco, pero sentirte mal por ello o preocuparte es negar la realidad.

No puedes abarcar todo lo que sucede y hacerlo no cambiará nada.

Sé más consciente de tus pensamientos negativos y pregúntate si realmente tienen solución, qué funciones tienen y qué beneficios te reportan.

Aprende a aceptar el dolor y olvida toda esa ansiedad que genera.

No te aísles

Si estás deprimido, deja de querer estar solo. No es la solución.

¿Por qué te disculpas por sentir y expresar tristeza?

Todos estamos entrenados desde niños para enmascarar nuestras emociones y no mostrarlas en público, pero déjate llevar y no ocultes tus sentimientos.

No debes sentir vergüenza. Tus lágrimas son valiosas porque lo que sientes es importante.

Tener miedo, estar frustrado o triste es algo normal y mostrarlo ayuda a los que nos rodean a saber que necesitamos apoyo.

Deja de pensar que precisas una estrategia para afrontar algo, lo que realmente te hace falta es que alguien te abrace, te comprenda y escuche lo que quieras compartir.

No te calles ni sigas la corriente

Es una realidad que a nadie le gusta tener un conflicto, pero eso es porque la mayoría no sabe cómo enfrentarlo.

Casi todos dudamos en dar un paso atrás y defendernos porque no queremos parecer agresivos, intrigantes o groseros.

Así que preferimos ser pasivos y aceptar y callar.

¿Lo mejor? Un camino intermedio: ser asertivo.

¿Qué es? Significa defender tus propios deseos, necesidades y valores pidiendo lo que quieres y decir no de una manera clara, respetuosa y honesta.

Cualquiera puede aprender a ser así. El camino hacia la autoestima, la confianza y el respeto a uno mismo es la asertividad y puedes lograrla a través de la voluntad de alinear tus acciones con tus valores sin importar las circunstancias.

Deja de autocastigarte

Cuando piensas en tus cosas y hablas contigo mismo, tu voz interior está en continuo diálogo interno negativo.

Piénsalo bien, si dijeras a otras personas lo mismo que te dices a ti mismo, no tendrías amigos ni trabajo.

La razón por la que esto ocurre es porque desde pequeños nos enseñan a ser duros.

Se suponía que era motivador y la mejor manera de ser disciplinado, pero la verdad es que solo hace que te sientas deprimido, ansioso, desesperado y culpable.

Lo mejor que puedes hacer es actualizarte y cambiar el chip: empieza a valorarte.

Adiós al estrés

Una de las mentiras más grandes que nos han dicho a todos es que necesitamos mejorar el estrés crónico.

Su manejo es bastante terrible porque señalar lo obvio te hace padecerlo más.

Como último recurso es posible que esté bien, pero es una mala estrategia porque nos distrae sobre las verdaderas causas.

Si continuamente te sientes así lo mejor es examinar el origen del problema.

Si te pasa en el trabajo, intenta respirar profundamente o escribe sobre las cosas por las que estás agradecido.

No asumas más proyectos de los que razonablemente puedas manejar.

El estrés no es el problema. Es la inundación constante de lo que creemos que nos afecta lo que nos hace miserables.

Lo que piensas no es incondicional

¿Qué tiene de especial algo que solo está en tu cabeza?

¿Por qué le das tanto respecto, autoridad y significado a lo que se te viene a la mente?

El hecho de que tú creas algo no tiene por qué ser verdad.

Deja de prestar atención a todo lo que se te ocurre o siempre le darás una importancia que no es real.

Muchas de las cosas que piensas son perjudiciales si las prestas demasiada atención.

Deberías cultivar un poco de escepticismo saludable y aprender a dejarlos ser.

Sé consciente y serás libre.

Tuneado del artículo publicado en El Confidencial

Autor: A. López