La felicidad depende de nuestra capacidad de adaptación

De nuestra capacidad de adaptación a las diferentes circunstancias que se nos van presentando en la vida, depende nuestra felicidad.

Es así de sencillo: cuanto mayor sea nuestra capacidad de adaptación, mejor uso de uno mismo haremos y más felices y plenos nos sentiremos.

Pero el hecho de ser flexibles y saber adaptarse a una nueva situación no es algo que nos venga dado, sino que es algo en lo que hay que trabajar; requiere de un autoconocimiento interior y de una serenidad que evite una reacción impulsiva y negativa o que lleve a una situación de estrés.

Hay momentos en la vida en los que la capacidad de adaptación a imprevistos ya sean de tipo emocional (una separación, la pérdida de un ser querido…), físicos (una enfermedad, una lesión, una operación, un accidente…), económicos (pérdida del trabajo, del poder adquisitivo…) o materiales (pérdida de la vivienda o de un bien muy preciado), se ve mermada produciendo un estado de alarma en nuestro organismo que provoca un debilitamiento sustancial del sistema nervioso e inmunológico, provocando estados de apatía, angustia, melancolía, tristeza o desconsuelo.

Adaptación y Felicidad

Bridget Grenville-Cleave, miembro fundador de la Asociación Internacional de Psicología Positiva distingue en su libro “La ecuación de la felicidad” nos comenta que la adaptación funciona de dos maneras:

  1. Consideremos que te toca la lotería; a corto plazo, las cosas sencillas que antes disfrutabas, como beber una cerveza fría, un día de verano, podrían parecer menos satisfactorias en comparación con los nuevos placeres que el dinero te brinda. Esto recibe el nombre de “efecto de contraste”.
  2. Un efecto diferente se produce cuando la novedad de la buena fortuna decae, como es habitual, a ese se le conoce como “efecto del hábito”.

Tanto “el efecto de contraste como el de hábito”, hace que nuestra felicidad se vea afectada.

Lo que antes me generaba felicidad, mis gustos y placeres, ahora que estoy situado en otro nivel económico, se han transformado en más sofisticados, por ejemplo; tomar champagne me produce ahora mayor placer que tomar cerveza, y lo más seguro que después de un año de haber adquirido la mansión de mis sueños deje de sorprenderme pues el efecto de asombro habrá pasado y habré de acostumbrarme a mi nuevo hogar.

Adaptación hedonista

Por otra parte, la investigadora Sonja Lyubomirsky, comenta en una entrevista titulada “Desmontando los mitos de la felicidad” publicada en Greater Good Science Center, lo siguiente sobre la “adaptación hedonista”:

“La adaptación hedónica significa que los seres humanos son notables en acostumbrarse a los cambios en sus vidas. Esta adaptación evolutiva tal vez está relacionada con nuestro cableado cerebral, así que todos nosotros nos acostumbramos a lo familiar”.

La adaptación a los sucesos negativos

Esta adaptación también implica los sucesos negativos que tenemos en nuestra vida, no únicamente lo bueno.

Por ejemplo: si nosotros tenemos un evento traumático o difícil de superar como; perder a un ser querido (padres, pareja o hijos) o tener secuelas de un accidente automovilístico (perder una pierna o no volver a caminar), lo más seguro que esa circunstancia nos reduzca nuestro nivel de felicidad, pero con el paso del tiempo, esa situación será más familiar y al cabo de un año o menos podamos regresar a nuestro nivel basal de felicidad (el nivel que teníamos antes del accidente).

Según la autora, pareciera que la adaptación es un proceso de nuestra evolución como mecanismo de defensa para mantenernos alertas a lo novedoso, Lyubomirsky comenta lo siguiente:

“Esto podría deberse a que, en nuestro entorno ancestral, era importante para nosotros estar alerta o avisar cuando sucedía un cambio -un cambio en el medio ambiente podría indicar una amenaza, o podría ser una señal de oportunidad de recompensa”.

Rasgo evolutivo

Si nos remontáramos a la época de las cavernas, seguro que existían más amenazas que recompensas. Estar en constante alerta era lo que hacía que nos mantuviera vivos como especie, además de vivir en manada.

Gracias a que nuestra biología y en especial a nuestro cerebro que nos dotó de este mecanismo para sobrevivir, es que nuestros antepasados pudieron seguir perpetuando la especie.

Sin embargo, lo que fue un maravilloso mecanismo de supervivencia en tiempos remotos pareciera que se ve obsoleto en la actualidad.

Supervivencia y felicidad

Hoy en día muchos de los peligros que existían para el hombre prehistórico ya no existen, sin embargo, nuestro cerebro aún conserva este mecanismo de adaptabilidad que fue diseñado biológicamente para sobrevivir, no para ser feliz.

Desde la perspectiva evolutiva la adaptación nos genera insatisfacción y es necesaria porque nos mantiene motivados a actuar, si la felicidad fuera permanente y eterna probablemente nada nos motivaría y terminaríamos extinguiéndonos.

Por otra parte, también se han hechos investigaciones del “efecto de la adaptación en las relaciones maritales”, y lo sorprendente es que al igual que el premio de la lotería, el promedio de felicidad aumenta en los dos primeros años de matrimonio, después de ese tiempo las personas vuelven a su rango basal o “set point” de felicidad (el nivel de felicidad que tenía antes de la unión).

Adaptación, felicidad y resiliencia

La vida presenta flujos constantes de circunstancias problemáticas, pero por difícil y dolorosa que resulte cada una de ellas, lo que cuenta no es la situación con su mayor o menor dificultad, sino la respuesta que se es capaz de dar en cada momento para adaptarse de manera eficaz.

Aprender es adaptarse y lo estamos haciendo cada día de nuestra existencia, aunque no seamos conscientes de estos logros.

Adaptarse con éxito implica que es posible obtener grandes beneficios, incluso en las situaciones más adversas.

En una situación de adversidad o te adaptas o sucumbes; de modo que de la respuesta que seas capaz de dar a la situación saldrás reforzado o debilitado.

Pero es posible transformar los aspectos más indeseables y negativos de una situación en nuevas oportunidades para crecer y desarrollarse; de manera que se puede aprovechar la energía desencadenada y transformarla en una corriente benefactora y positiva, logrando de este modo orientar la propia vida por la senda de la felicidad.

Aprender de los errores

Aprender de los fracasos o de las situaciones problemáticas y lograr adaptarse sin pérdida de autoestima, es la base de la resiliencia, de la resistencia adaptativa e inteligente.

En la vida existen infinidad de experiencias que no son de nuestro agrado, pero con una actitud resiliente se puede, en medio de una profunda crisis, ser capaz de obtener grandes ventajas.

Cada persona tiene el poder de transformar los acontecimientos negativos en regalos milagrosos que le sirvan para avanzar de manera decidida hacia el paraíso vital.

Este poder es la resiliencia, que surge de la resistencia ante las adversidades y de la capacidad de aprender de la situación para adaptarse de manera dinámica y flexible a nuevas necesidades.

Adaptarse y resistir de manera inteligente orienta la vida hacia la felicidad en tiempos de crisis

Tú también tienes ese poder, todos los sistemas complejos y adaptativos son resilientes, como cada uno de los seres humanos que aún habitan este hermoso planeta.