Meditación y Ondas cerebrales
Nuestro cerebro produce impulsos eléctricos (potenciales de acción) que viajan a través de nuestras neuronas. Estos impulsos eléctricos producen ritmos que son conocidos como ondas cerebrales.
Los impulsos eléctricos son información que viaja de neurona a neurona haciendo uso de cientos de miles de ellas para lograr transportarse y ejecutar una función determinada. La actividad de las ondas cerebrales puede ser observada en un electroencefalograma o EEG.
Desde la invención del EEG se han producido numerosas investigaciones que han estudiado la relación entre las ondas cerebrales y los diferentes estados de conciencia. Sabemos que los diferentes patrones de ondas cerebrales se relacionan recíprocamente con diferentes estados de consciencia, tales como concentración intensa, estado de alerta (despierto), sueño profundo, sueños vívidos, somnolencia, relajación, hipnosis, estados alterados de conciencia...
No obstante, hay que mencionar que cualquiera de las ondas cerebrales, no es producto de la activación de ningún área concreta o conjunto de ellass. Simplemente son un reflejo de la actividad cerebral más o menos sincronizada que puede estar involucrando a cualquier estructura, ningunaa en especial, aunque su aparición sí puede correlacionar positivamente con algún proceso mental. Por ejemplo, pueden aparecer ondas Gamma durante la ejecución de tareas que impliquen una concentración en un cálculo, en tareas como la meditación o en un sentimiento extremo de pánico...
Existen cinco tipos principales de ondas cerebrales: Alfa, Beta, Theta, Delta y Gamma. Aunque vamos a detenernos especialmente en dos: Alfa y Beta y la relación que presentan con el estrés y la vida moderna, a continuación vamos a describir brevemente cada uno de ellas:
DELTA (1 a 4 Hz)
Son ondas de mayor amplitud y menor frecuencia. Nunca llegan a cero, porque eso significaría la muerte cerebral. Se generan ante un estado de “sueño profundo”.Cuando vamos a dormir, las ondas cerebrales van pasando sucesivamente de Beta a Alfa, Theta y finalmente Delta. Durante el sueño se producen ciclos que duran unos 90 minutos.
Cuando una persona despierta de un sueño profundo, la frecuencia de sus ondas cerebrales se va incrementando progresivamente, pasando de Delta a Theta, luego Alfa y finalmente Beta. Durante este proceso de despertar, no es extraño que una persona permanezca en un estado Theta durante un tiempo (digamos, unos 15 minutos). Esto le permitirá tener un libre flujo de ideas, lo cual puede aportar soluciones, ideas nuevas o nuevos puntos de vista, siendo este un estado especialmente creativo y productivo.
THETA (4 a 8 Hz)
Se alcanza cuando estamos inmersos en un estado de calma profunda. La persona que está fantaseando (o soñando despierta), se encuentra en este estado, así como la persona que, tras conducir un rato, de repente se da cuenta de que no recuerda cómo ha hecho los últimos kilómetros. Se dice que es un estado de inspiración de ideas y soluciones creativas. Se trata de un estado en el que las tareas realizadas se han automatizado, ya no se necesita tener un control atencional y consciente de su ejecución, permitiendo al individuo distanciarse de ellas mentalmente, es decir, que su mente puede “estar en otro sitio”.
Esas ondas se dan cuando nos estamos durmiendo o tenemos una meditación muy profunda, pero no somos completamente inconscientes.
ALFA (8 a 14 Hz)
Alfa representa un estado de escasa actividad cerebral y relajación. Estas ondas son más lentas y de mayor amplitud que las ondas Beta. Una persona que ha terminado una tarea y se sienta a descansar, se encuentra a menudo en un estado Alfa; así como la persona que está dando un paseo, disfrutando del paisaje.
Son ondas que transmiten paz y permiten evitar los juicios de valor, facilitando un estado consciente relajado. Se consiguen con la relajación, y con la práctica de la meditación mindfulness.
BETA (14 a 30-35 Hz)
Se producen cuando el cerebro está despierto e implicado en actividades mentales. Son ondas amplias y las de mayor velocidad de transmisión de las cinco. Denotan una actividad mental intensa. Cuando una persona está dando un discurso, estudiando, realizando un problema de matemáticas... su cerebro se encuentra emitiendo este tipo de ondas.Las ondas Beta son las ondas de alta frecuencia. En el mundo occidental estamos en este estado la mayor parte del tiempo, es el estado consciente y nos permite desenvolvernos con normalidad en el mundo real. Pueden ser de 3 tipos: bajas, medias y altas. El estrés se produce a frecuencia alta de las ondas Beta.
GAMMA (30 a 100 Hz)
Las ondas cerebrales Gamma son las ondas de mayor frecuencia y menor amplitud que se registran como reflejo de una alta actividad cerebral, por encima de la que se puede achacar a la presencia de ondas Beta.
La presencia de ondas Gamma cerebrales en el electroencefalograma significa que nuestras neuronas están “trabajando deprisa”. Sabemos que muchos de nuestros procesos cognitivos no “surgen” de la actividad de una única área. Muchas funciones necesitan la actividad de varios grupos neuronales de forma coordinada. Aunque esto ocurre en muchos procesos cotidianos, la realidad es que parece que la mayor activación de diferentes áreas cerebrales tiene mucho que ver con procesos cognitivos de alto nivel como la consciencia, la atención, la concentración o el razonamiento.
Esta activación rápida de varios grupos neuronales está considerada por parte de la comunidad neurocientífica como la solución al conocido como problema de la integración, esto es, cómo nuestro cerebro es capaz de conjugar concurrentemente diferentes tipos de información (visual, sonora, interoceptiva, memoria, emociones...)
Las ondas Gamma se dan en momentos muy creativos o de flujo, cuando al realizar una determinada actividad que nos apasiona, el tiempo deja de existir para nosotros.
El estrés y Mindfulness
El estrés desde un punto de vista psicológico, simplificándolo mucho, sería la percepción que tiene la persona de una situación como estimulante.
Si es percibida como positiva, entonces hablamos de "eustrés", que es ese tipo de estrés "bueno" o positivo que nos ilusiona, nos estimula y nos impulsa a avanzar y a mejorar.
Sin embargo, en general, cuando hablamos de estrés, solemos referirnos al "distrés" o estrés "malo". En ese caso, la situación es percibida como negativa y nos cuesta mucho manejarla porque nos supera y nos sobrepasa y nos sentimos desbordados por ella y sin los recursos suficientes para hacerle frente.
Lo vivimos como una amenaza, aunque no lo sea realmente, y nuestro cuerpo se prepara para "sobrevivir" y se pone en alerta, con el objetivo de dar una respuesta que nos "salve la vida", es decir, de defensa, lucha o huida.
Si este fenómeno se produce solo de vez en cuando, no llega a resultar grave. El problema ocurrirá cuando vivamos permanentemente en alerta, bien porque no nos sentimos preparados para las situaciones que debamos enfrentar, o bien porque tengamos que hacer frente a demasiadas cosas a la vez. Al principio, lo gestionaremos como buenamente podamos, pero, llega un momento que tanta estimulación nos agotará, nos dejará exhaustos y nos provocará un derrumbamiento físico, psicológico y emocional.
Si estamos permanentemente estresados, nuestra salud se verá cada vez más afectada, pudiendo llegar a provocarnos trastornos de ansiedad severos, o a consecuencias muy graves (trastornos cardíacos, problemas digestivos deimportancia...).
Las ondas Beta pueden ser de frecuencia baja, media y alta. La frecuencia Baja se corresponde con momentos en los que por ejemplo leemos algo que ya conocemos y por tanto no es precisa gran concentración; las ondas Beta Medias sí requieren concentración cerebral (como por ejemplo cuando estudiamos algo nuevo); mientras que las Beta Alta suponen un estado de alerta que se genera con el estrés que nos prepararnos para la lucha o huida ante una situación de peligro.
¿Y qué ocurre cuando vivimos constantemente en las ondas Beta Altas, es decir, cuando el estrés forma parte de nuestra vida? Pues ni más ni menos que estamos en modo superviviencia permanente. Es decir, mientras el estrés es una respuesta concreta y corta ante un peligro real, asegurando nuestra supervivencia, hablamos de un estrés positivo, mientras que cuando éste se convierte en algo continuo (existan o no peligros físicos reales ya que en muchas ocasiones son solo miedos proyectados por nuestra imaginación), estamos llevando una vida que produce desequilibrio en nuestro cuerpo, mente y ánimo en el largo plazo.
La práctica del Mindfulness tiene muchos efectos beneficiosos, todos muy importantes a la hora de afrontar nuestro estrés. Entre otros:
- Aprendemos a estar en el presente, con lo que nuestra mente no se escapa tanto al futuro y, por tanto, no nos preocupamos por todo lo que hipotéticamente podría pasar (que, cuando sufrimos de estrés, siempre es terrible).
- Aprendemos a aceptar las situaciones y a no dejarnos arrastrar por ellas, con lo que, nuestra actitud cambia y no nos sentimos tan sobrepasados por lo que ocurre.
- Nuestro cuerpo segrega hormonas compatibles con la calma y la relajación y, por tanto, incompatibles con las que se segregan en estados de alerta o activación extrema.
- Se desarrolla la parte prefrontal de nuestro cerebro que tiene que ver con responder, en lugar de reaccionar, es decir con aprender a desapegarnos de la realidad y a verla con la distancia y la objetividad necesaria para elegir qué respuesta queremos dar y cómo queremos actuar, en lugar de actuar automáticamente, sin pensar, ni valorar.
- Aprendemos a focalizar nuestra atención en una sola cosa cada vez, por lo que dejamos de sentirnos sobrecargados y saturados por demasiadas cosas a la vez.
- Nuestra mente se tranquiliza y dejan de asaltarnos continuamente tantos pensamientos que nos provocan mucho estrés.
Lo que consigue la meditación o Mindfulness es que nuestro cerebro pase de un estado de predominancia de ondas Beta a ondas Alfa, y con ello lograr mayor vivencia de tranquilidad, sensación de lucidez y una percepción positiva de la realidad.