La respuesta variará dependiendo de a quién se le pregunte y de la actitud que adopte respecto a ese fenómeno, por otra parte, natural de volverse mayor.
Todos coinciden en que los años pesan, pero también en que la clave está en empeñarse en que ese concepto cada día más ambiguo de envejecer no se convierta en determinante. Ése es uno de los secretos para que la edad deje de ser relevante.
En los últimos 25 años, el número de españoles mayores de 65 se ha duplicado y el 18,7% de la población está ya en el umbral de lo que se conoce como tercera edad, según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística (INE).
Las expectativas dicen que esta tendencia continuará en un futuro próximo. De hecho, si se mantienen las tendencias demográficas actuales, la cifra pasará a ser el 24.9% en 2029 y el 38,7% en 2064, según el INE.
Pero, este aumento de la esperanza de vida, ¿trae consigo una mejor calidad de vida en esta etapa?
"Envejecemos de forma muy diferente a cómo se hacía hace tan solo 20 años y ya no sólo se alarga la vida, sino que también se ensancha, puesto que se consigue vivir de forma autónoma durante más tiempo", explica José Antonio López Trigo, presidente de la Sociedad Española de Geriatría.
López Trigo asegura que, hablando cronológicamente, lo que se conoce como tercera edad, aunque prefiere hablar de personas mayores, ya no coincide con el umbral de los 65 años puesto que, por ejemplo, ya no está representada por la edad administrativa de jubilación actual y "una persona que tiene hoy 75 años no coincide con cómo se encontraba, ni física ni anímicamente, una persona de esa edad a principios de la última década".
El envejecimiento activo es clave para conseguir "ensanchar" la vida en esta etapa y, aunque no se puede obligar a una persona a que no se pase el día sentado en el sofá, ser activo tanto desde el punto de vista intelectual como físico, además de saber adaptarse a la vida cambiante, a lo que viene, cobra un especial valor para garantizar un paso por las diferentes etapas del envejecimiento con mucho mejor aprovechamiento.
Según Trigo, se está cumpliendo la hipótesis de que se vivirá plenamente la última etapa de la vida y que las posibilidades de ser autónomo durante más años continuarán creciendo, este es el próximo reto, "modificar el número de años que se viva de forma independiente", explica.
Sin embargo, aunque las generaciones de mayores venideras habrán vivido con unas mejores condiciones que influyen en esta mayor "anchura" de calidad de vida, Trigo insiste en que afrontar la vejez "primero con mentalización y desarrollando la capacidad de adaptación" es la forma vital para conseguirlo.
¿Está todo el mundo preparado para envejecer?
Según el Barómetro del Mayor realizado por el Instituto de Opinión Simple Lógica para Unión Democrática de Pensionistas (UDP), los españoles no están preparados para aprovechar al máximo el periodo vital que se presenta en esta etapa: tres de cada 10 encuestados no estaba concienciado para afrontar esa nueva etapa de la vida, aunque siete de cada 10 mayores (71,1%) se mostraron conscientes de esta necesidad.
De hecho, las bases de esta organización plasman que uno de los principales problemas que afronta la gente mayor no es el hecho de envejecer, sino, en muchos casos, la exclusión o discriminación social a la que se enfrentan. Biológicamente estamos preparados para vivir 110 años, si nos morimos antes es porque no hay nadie que te enseñe a envejecer.
El mayor periodo de vida de los mayores junto con factores como la falta de comunicación entre generaciones, el temor ante el desconocimiento de las tecnologías y los cambios experimentados por un barrio que ya no conocen suelen propiciar un sentimiento de soledad.
Sin embargo, el problema no está en la soledad, sino en las estrategias de que dispongamos para afrontarla cuando llegue el momento.
Y es que no contar con algún tipo de plan para afrontar la llegada de esta etapa pueden potenciar la soledad en lugar de reducirla.
No se trata de que demos aquí las soluciones sino de concienciar sobre el hecho de la importancia de contar con las herramientas para poder ser nosotros mismos la solución.
Saber analizar nuestras dificultades y encontrar el camino para solventarlas.
En el proceso de envejecimiento no es diferente al del resto de las etapas vitales.
Pero quizá cuando nos hacemos mayores los cambios son más drásticos y nos ocurren al "final de nuestro recorrido".
Llega el momento en que detectamos que nos falta energía y que la belleza de antaño, ahora nos va abandonando.
Y parece que todo ello ocurre de repente cuando el mundo laboral, para aquellos que hayan trabajado, nos aparta definitivamente.
Hay que prepararse para ello.
Y eso no se puede dejar para el último momento. Es una labor que ha de acometerse con tiempo.
Es importante mentalizarse e ir fomentando actividades y aficiones que nos habrán de mantener en forma durante la jubilación. Para adecuar la cabeza y el cuerpo.
Por ejemplo, de la soledad y de la muerte, circunstancias inexorables para las que tenemos que estar preparados.
Apoyarnos en pilares que determinemos que no nos fallarán.
Pero si nos fallaran está ese ejercicio interior que tendremos que haber hecho para aceptar ambas cosas.
A poder ser con sentido del humor que es muy importante.
¿Están ustedes preparados para la soledad y para la muerte? ¿Piensan en ella? ¿Como la conciben?
Son preguntas arriesgadas por su dureza, pero estoy segura de que sus respuestas serán valientes y sinceras.
Encontrar nuestras verdaderas respuestas y asumirlas contribuirán, sin duda, a contar con una vejez más extensa y “más ancha”.
Y más aceptada. Y más feliz