El optimismo podría ayudarte a vivir más tiempo

Pensar que pueden ocurrir cosas buenas puede hacer que efectivamente ocurran. Al menos en lo que a expectativa de vida se refiere.

Deberías tener más optimismo. Entre mis razones está que una perspectiva más positiva frente a los avatares de la vida podría prevenir enfermedades.

Ya hemos hablado sobre los estragos que hacen en tu salud las personas negativas que te rodean.

Pero ¿qué ocurre si la persona negativa eres tú?

Parece que, entre otras cosas, tienes más posibilidades de morir.

Tener una visión optimista en la vida, una expectativa general de que ocurran cosas buenas, ser optimista puede ayudar a la gente a vivir más tiempo, según un estudio realizado por especialistas de la Escuela de Salud Pública de Harvard.

La investigación, publicada en la revista American Journal of Epidemiology, se basó en el análisis de datos de 70.000 mujeres que participaron de un estudio a largo plazo de seguimiento de la salud de la mujer a través de encuestas realizadas cada dos años entre 2004 y 2012.

En esos sondeos, al principio respondieron preguntas sobre su salud y estado mental, y posteriormente se indagaron otros aspectos como su visión de la vida durante los tiempos de incertidumbre los niveles de optimismo y otros factores (como la raza, la hipertensión arterial, la dieta y la actividad física) que podrían desempeñar un papel en cómo la expectativa general de que ocurran cosas buenas puede afectar el riesgo de mortalidad de los participantes.

Los resultados arrojaron que las mujeres más optimistas (el cuartil superior) tenían un riesgo casi un 30% menor de morir por alguna de las enfermedades analizadas en el estudio en comparación con las menos optimistas (el cuartil inferior).

Las más positivas tenían un riesgo 16% menor de morir de cáncer; casi un 40% menor en lo relacionado con enfermedades del corazón, ACV o enfermedad respiratoria; y un riesgo 52% más bajo de morir por alguna infección.

Otros estudios ya habían relacionado el optimismo con un menor riesgo de muerte prematura por problemas cardiovasculares, pero este fue el primero en relacionar la actitud positiva ante la vida con la reducción del riesgo de muerte por otras causas importantes.

"Mientras que el enfoque médico general y los esfuerzos de salud pública están concentrados en la reducción de los factores de riesgo, venimos acumulando pruebas que sostienen que aumentar la resiliencia psicológica también puede hacer una diferencia", afirmó a Harvard Gazette Eric Kim, investigador en el Departamento de Ciencias Sociales y del Comportamiento de la Escuela de Salud de Harvard y co-autor del estudio.

"Nuestros nuevos resultados sugieren que debemos hacer esfuerzos para impulsar el optimismo, que se ha demostrado que se asocia con comportamientos más sanos y a maneras saludables de hacer frente a desafíos de la vida."

Los investigadores hallaron que las conductas saludables explican sólo parcialmente el vínculo entre el optimismo y la reducción del riesgo de mortalidad.

"Otra posibilidad es que un mayor optimismo afecte directamente a nuestros sistemas biológicos", sostiene Kim.

Kaitlin Hagan, co-autora principal del estudio, apuntó que existe evidencia sobre que el optimismo puede ser alterado con intervenciones relativamente sencillas y de bajo costo como la de incentivar a la gente a pensar y escribir sobre mejores resultados posibles para las diversas áreas de sus vidas como trabajo, familia, carrera o amistades.

"Fomentar el uso de estas intervenciones podría ser una forma innovadora para mejorar la salud en el futuro", concluyó.

Sin embargo, este no es el primer estudio en hacer una conexión entre el optimismo y la salud, otras investigaciones han vinculado este rasgo de la personalidad con, por ejemplo, un menor riesgo de muerte por problemas como los cardiovasculares, niveles más bajos de la inflamación, un sistema inmunológico más fuerte y un ritmo más lento de envejecimiento celular.

De todas formas, no hay que engañarse. Ser positivo no es verlo todo color de rosa siempre.

Parece que incluso los optimistas tienden a esperar lo peor, cuando todo lo indica.

Investigadores de la Universidad de California en Riverside, creen que ese instinto de prepararse esperando las malas noticias por adelantado, en realidad puede tener un efecto protector y servir como un amortiguador contra potenciales desilusiones.

Sin embargo, los positivos lo sienten más tarde, lo cual, aminora los efectos negativos de, valga la redundancia, la negatividad.

Los optimistas comienzan teniendo expectativas más positivas que los pesimistas, lo que reduce sus niveles de estrés y mejora su salud y posibilidades de supervivencia.

Pero, a medida que se acerca la hora de la verdad, las expectativas bajan con el tiempo amortiguando el posible error.

La otra buena noticia es que se ha demostrado en ensayos aleatorios que el optimismo se puede aprender.

Los expertos creen que es una habilidad práctica como otras y que tanto el optimismo como el pesimismo pueden convertirse en profecías autocumplidas.

Esto es porque los positivos, reforzados por la confianza, ven a sus problemas como algo temporal y no los toman tan personalmente, lo que influye en las decisiones que tomarán después.

“Los optimistas no atribuyen grandes explicaciones a los pequeños acontecimientos, por el contrario, cuando algo va mal, un niño con una mentalidad pesimista piensa que eso significa que todo va a salir mal, y que además debe haber hecho algo para que esto ocurra”, dice Tamar Chansky, psicólogo en Filadelfia, y autor de “Freeing Your Child From Negative Thinking”.

Un estudio realizado por la Unidad de Investigación de Gemelos del Kings College, en Londres (Inglaterra), comparó un gran número de gemelos idénticos (que comparten los mismos genes) con los mellizos (que no lo hacen).

Los autores han encontrado que el optimismo es alrededor de 40% hereditario.

Sin embargo, lo que queda, más de la mitad, es una combinación de lo que la vida depare y la actitud que uno tenga frente a ello.

Las grandes piedras angulares según los expertos son:

  • Estar atento a evitar los absolutos

    Nunca, siempre, lo peor, nada bien… Los absolutos normalmente son derrotistas y pecan de probablemente inciertos.

    Nadie sabe el futuro, cuando algo sale mal asumir que “siempre” va a ser de esa manera, es por defecto falso. Sólo ha salido mal ahora, lo demás no lo sabes.

  • Replantearse los contratiempos

    Hay algo bueno en, casi, cualquier cosa mala. Claro está que intencionadamente hay que buscarla, pero casi siempre existe.

  • Valorar el propósito y el progreso

    Uno logra el éxito un puñado de veces en la vida, lo otro es proceso, esfuerzo y pequeños fracasos.

    Si sólo eres feliz en esas pocas ocasiones a penas serás feliz. Uno tiene que aprender a disfrutar el proceso y los pequeños avances y premiarse por ellos.

  • Esto no se acaba hasta que se acaba

    En la vida habrá golpes, algunos terribles, pero hay que recordar que la vida no se acaba hasta que se acaba, y que en algún momento dejará de llover y seguiremos aquí para ver el sol.