El juego de la razón y la emoción cuando tomas una decisión

Al igual que sucede en los modelos animales, en el proceso de toma de decisiones de los humanos desempeñan un papel importante tanto las variaciones del estímulo al que nos enfrentamos como la magnitud de la recompensa esperada.

Investigaciones en neuropsicología cognitiva han demostrado que una parte de nuestro cerebro, la Corteza Prefrontal Ventromedial (CPFVM), asigna una valencia a los estados emocionales, lo que resulta fundamental cuando necesitamos tomar una decisión.

Se han descrito al menos 3 dimensiones en las que podrían intervenir las emociones durante el proceso de toma de decisiones:
  • el estado cognitivo-afectivo que precede a la decisión,
  • los cambios emocionales-fisiológicos al tomar la decisión y
  • las tendencias a producir determinados comportamientos basados en la historia de recompensa que atesora nuestra experiencia
Así́, las emociones modulan (agigantan o minoran) el valor de la recompensa y esto repercute en la toma de decisiones futuras, resultando de mayor influencia cuando nos enfrentamos a situaciones de incertidumbre cuando, por ejemplo, se varia la probabilidad de la recompensa o cuando las consecuencias de la elección son poco predecibles.

Innumerables estudios de Resonancia Magnética Funcional (RMf) han vinculado la activación de la amígdala, hipotálamo y CPFVM con la detección y evaluación de estados emocionales, así como durante tareas de 'memoria emocional'.

También, se ha observado que existe una activación de la CPFVM durante la toma de decisiones en contextos ambiguos (ejemplo: alta variabilidad en la probabilidad de recompensa), de igual forma que durante la modulación intencional de la respuesta emocional.

Este tipo de estudios sugiere que la CPFVM se encarga de la modulación de la respuesta emocional dependiendo de las consecuencias esperadas.

Individuos con lesiones en la CPFVM tienen dificultades para realizar elecciones ventajosas en la vida cotidiana (ejemplo: tienden a producir malas decisiones financieras, hacer comentarios imprudentes,…) y en diversas pruebas clínicas como la 'Iowa Gambling Task' (IGT).

En el diseño original de la IGT, el participante debe elegir una carta de uno entre cuatro mazos; cada vez que elige una carta, el sujeto gana o pierde una cantidad de dinero en función de su elección.

La diferencia entre elecciones consiste en la distribución de ganancias (o pérdidas), que ocurren con distinta magnitud y frecuencia, para cada uno de los mazos.

El mazo más ventajoso a largo plazo es el que implica ganancias pequeñas pero frecuentes y pocas pérdidas de montos bajos, mientras que el mazo menos ventajoso es el que implica grandes ganancias esporádicas y pérdidas con alta frecuencia.

Las personas sanas suelen adaptarse rápidamente a las condiciones de la prueba y elegir las alternativas con más beneficio a largo plazo, mostrado una clara sensibilidad a los gradientes de probabilidad y la magnitud de recompensa.

En contraste, los sujetos con lesión en la CPFVM tienden a elegir las alternativas de mayor riesgo que, aunque puedan tener ciertos beneficios inmediatos, implican mayores pérdidas a largo plazo.

Estas observaciones sugieren que los sujetos con lesión en la CPFVM presentan una mayor sensibilidad a las recompensas inmediatas y una especie de “miopía” o insensibilidad hacia las consecuencias futuras, modificando substancialmente su patrón de comportamiento en la toma de decisiones.

Una posibilidad es que estas dificultades estén causadas por deficiencias en la integración de los estados emocionales.

La hipótesis de los 'marcadores somáticos' propone un mecanismo a través del cual el estado emocional influye en la toma de decisiones del individuo.

El término marcador somático proviene de 'soma' que hace referencia a los cambios corporales que son asociados con los estados emocionales, y marcador, que se refiere a la 'huella' que estas emociones dejan acerca de las elecciones que las propiciaron.

Durante la toma de una decisión, el sujeto tiene una reacción emocional específica que activa el sistema nervioso autónomo.

La evaluación del estado autonómico producido por la emoción interviene en la cognición para llevar a cabo una decisión basada en las experiencias previas de recompensa en situaciones similares.

En busca de evidencias experimentales que apoyen la hipótesis de los marcadores somáticos, se ha cuantificado el aumento en la sudoración de la palma de las manos (conductancia de la piel, o 'SCR' por sus siglas en inglés) como una medida indirecta de la activación emocional del sujeto y como un 'marcador somático'.

A través de esta aproximación, se ha reportado que tanto en sujetos sanos como en pacientes con lesión en la CPFVM se produce un aumento de la SCR tras recibir el reforzador en una tarea de detección de baja incertidumbre. Sin embargo, más adelante, únicamente los sujetos sanos muestran un aumento del SCR previo a la elección.

Este incremento de la SCR, previo a la elección, corresponde a la elección de opciones más ventajosas (dadas por una mayor probabilidad de recompensa) pero no con la elección de las alternativas desventajosas.

Por ello se postula que la SCR es útil como marcador somático para el estudio de la toma de decisiones.

Se han propuesto dos componentes, con diferentes cinéticas y niveles de interacción entre ellos, que podrían estar involucrados durante la integración emocional en la toma de decisiones:
  • Un sistema impulsivo, gobernado principalmente por la amígdala, que evalúa el placer o aversión por el resultado inmediato, en el cual la evocación afectivo-emocional influye para producir una respuesta automática y visceral, y
  • Un sistema reflexivo, a partir del cual se toma una decisión después de un proceso de evaluación de los hechos pertinentes, los posibles cursos de acción y la representación de las posibles consecuencias, gobernado principalmente por la CPFVM.
En resumen, se ha sugerido que la CPFVM se encuentra encargada de procesar la información contextual (estímulo), episódica (memoria) y autonómica (SCR) proporcionando la información necesaria para integrar las señales emocionales y cognitivas, facilitando la elección de la opción más favorable.

Las dificultades para tomar decisiones correctas de los sujetos con lesiones en la CPFVM podrían relacionarse con su incapacidad para atribuir un valor emocional apropiado para las diferentes opciones, imposibilitando la producción de las señales viscerales asociadas (marcadores somáticos) y dificultando la toma de decisiones correctas aun cuando su inteligencia general no sea afectada por la lesión.

Conclusiones

La toma de decisiones es un proceso complejo que depende de la detección/discriminación de estímulos, así como de una estimación apropiada de la magnitud, probabilidad y retardo de la recompensa asociada a estímulos similares en situaciones previas.

Estudios electrofisiológicos realizados durante tareas de toma de decisión indican interacciones claras entre la actividad de las regiones sensoriales encargadas de los procesos de detección/discriminación de estímulos y a las regiones parietales 'IPL' y frontales 'FOF' encargadas de la integración de la información sensorial y de predecir la recompensa.

La conceptualización de la toma de decisiones como un proceso de acumulación de información ha permitido desarrollar modelos que predicen la actividad neuronal asociada, la cantidad de aciertos, el tiempo de reacción y la relación que existe entre la velocidad en la elección, el número de errores y la dificultad de la tarea.

La magnitud y predictibilidad de la recompensa producen cambios en el estado emocional que interviene en el proceso de toma de decisiones del sujeto.

En estudios en humanos se ha demostrado que existe una interacción entre la información que provee el entorno y los estados emocionales asociados.

De esta manera, para tomar una decisión no solamente se integra información perceptual, sino que también se integra información de los estados emocionales asociados con situaciones similares previas, que sirven como señales predictivas y moduladoras del comportamiento.

Consideramos que, para poder hacer un acercamiento riguroso a la toma de decisiones, uno que permita predecir y explicar el comportamiento a detalle, debemos desglosar cautelosamente a la decisión como una cadena secuencial de procesos cerebrales que interactúan entre sí.

Estos procesos están encargados de la detección/discriminación sensorial, la evaluación de la predictibilidad de la recompensa y la integración de los estados emocionales.

No descartamos la posibilidad de que existan factores adicionales que participen en la toma de decisiones y que aún no han sido considerados.

Los expertos nos recomiendan que, si hemos de tomar una decisión importante y sobre la que disponemos de abundantes datos que aseguran la posibilidad de tomar una decisión acertada, lo hagamos pensando en un idioma no nativo, porque está demostrado que en un idioma ajeno nuestro cerebro es menos sensible a verse sometido a la tiranía de la emoción.

Sin embargo, la toma de decisión en un contexto de información incompleta, es aconsejable dar una oportunidad a la intuición, ya que está demostrado que nuestro cerebro inconsciente es capaz de utilizar elementos de información que se mueven por debajo de nuestro umbral de conciencia.