El hábito de sentirnos ofendidos

Hay personas que se pasan la mayor parte de su vida sintiéndose ofendidas por lo que alguien les hizo.

Pero… ¡Nadie les ha ofendido! Son sus expectativas sobre lo que esperaban de otras personas, las que les hieren.

Y las expectativas las creamos nosotros con nuestros pensamientos. No son reales. Son imaginarias.

Si tú esperabas que tus padres te dieran más amor y no te lo dieron, no tienes por qué sentirte ofendido.

Son tus expectativas de lo que un padre ideal debió hacer contigo, las que resultan defraudadas. Tus ideas preconcebidas son las que te hieren.

Si esperabas que tu pareja reaccionara de tal o cual forma y no lo hizo… Tu pareja no te ha hecho nada.

Es la diferencia entre las atenciones que tu esperabas que tuviera contigo y las que realmente tuvo, las que te lastiman.

Un hábito de convivencia requiere que todas sus partes funcionen conforme a un rol esperado. Si una de las partes no cumple, el hábito se derrumba.

El hábito de sentirte ofendido por lo que te hacen otros (en realidad nadie te hace nada) desaparece cuando conoces mejor la fuente de las “ofensas”.

Cuando nacemos, somos auténticos

Pero nuestra verdadera naturaleza, es suprimida y sustituida artificialmente por conceptos que nuestros padres, la sociedad y televisión nos enseñan.

Y crean una novela falsa de cómo deberían ser las cosas en todos los aspectos de tu vida y de cómo deben actuar los demás.

Una de las mayores fuentes de ofensas es la de tratar de imponer el punto de vista de una persona a otra y guiar su vida. Cuando le dices lo que debe hacer y te dice “no”, creas resentimientos por partida doble.

Primero, te sientes ofendido porque no hizo lo que querías.

Segundo, la otra persona se ofende porque no la aceptaste como es. Y es un círculo vicioso.

Hábitos sanadores

Todas las personas tienen el derecho a conducir su vida como les plazca.

Aprenderán de sus errores por sí mismos. ¡Déjalos ser!

Las personas son un río caudaloso. Cualquier intento de atraparlas os lastimará a los dos. Simplemente, disfrútalas y déjalas ir.

1.- Entiende que nadie te ha ofendido

Son tus ideas acerca de cómo deberían actuar las personas, las que te hieren.

Estas ideas son producto de una máscara social, que has aprendido desde tu infancia de forma inconsciente.

Reconoce que la mayoría de las personas NUNCA va a cuadrar con esas ideas que tienes. Porque ellos tienen las suyas.

2.- Deja a las personas Ser

Deja que guíen su vida como mejor les plazca. Es su responsabilidad.

Dales consejos si te los piden, pero permite que tomen sus decisiones. Es su derecho por nacimiento: el libre albedrío y la libertad.

3.- Nadie te pertenece

Ni tus padres, ni amigos ni parejas. Todos formamos parte del engranaje de la naturaleza. Deja fluir las cosas sin resistirte a ellas. Vive y deja vivir.

4.- Deja de pensar demasiado

Ábrete a la posibilidad de nuevas experiencias. No te limites a tu propio repertorio.

Abre los ojos y observa el fluir de la vida como es.

5.- La perfección no existe

Ni el padre, amigo, pareja perfectos.

Es un concepto creado por la mente humana que a un nivel intelectual puedes comprender, pero en la realidad NO EXISTE.

Porque es un concepto imaginario.

Un bosque perfecto serían solamente árboles, arroyos cristalinos y sol, pero ningún bicho… ¿existe? No. Para un pez, el mar perfecto sería aquel donde no hay plásticos ni depredadores ¿existe? No. Solo a un nivel intelectual.

En la realidad jamás va a existir.

Naturalmente, al pez solo le queda disfrutar de la realidad.

Cualquier frustración de que el mar no es como quiere que sea no tiene sentido.

Deja de resistirte a que las personas no son como quieres o no piensan como tú. Acepta a las personas como el pez acepta al mar y ámalas como son.

6.- Disfruta de la vida

La vida real es más hermosa y excitante que cualquier idea que tienes del mundo.

7.- Imagina a esa persona que te ofendió en el pasado

Imagínate que ambos estáis cómodamente sentados. Dile por qué te ofendió.

Escucha atentamente su explicación de por qué lo hizo. Y perdónala.

Si un ser querido ya no está en este mundo, utiliza esta dinámica para decirle lo que quieres.

Escucha su respuesta. Y dile adiós. Te dará una enorme paz.

8.- A la luz del corto período de vida que tenemos, solo tenemos tiempo para vivir, disfrutar y ser felices

Nuestra compañera, la muerte, en cualquier momento y de forma imprevista, nos puede reclamar con urgencia.

Resulta superfluo e inútil gastar el tiempo en pensar en las ofensas de otros. No puedes permitirte ese lujo.

9.- Es natural pasar por un periodo de duelo al perdonar, deja que tu herida sane

Comparte tu duelo. Descarga tu sentimiento (no confundir con desquitarse) con alguien para dejar fluir el dolor.

Vuelve a leer esta entrada las veces necesarias y deja que los conceptos empiecen a sembrar semillas de consciencia en tu interior.

Reflexiona con honestidad sobre los errores que cometiste, conjúrate para no volver a caer en la tentación y vuelve a vivir la vida...