¿Qué quiere decir cuidar?
Este término proviene del español antiguo “coidar” y este del latín “cogitare” que significa pensar. Si buscamos la definición en el diccionario nos encontramos con: poner atención, diligencia o solicitud en la ejecución de algo.
Cuidar también se refiere a asistir, conservar y guardar.
Piensa cuando estás cuidando de algo o alguien.
Por ejemplo, de tu hijo, de tu mascota o de una planta.
La ética del cuidado
Surge como consecuencia de la toma de conciencia sobre la propia condición humana, fundamental para comprender la vulnerabilidad y, por tanto, la corresponsabilidad que tenemos los unos con los otros.
El reconocernos como seres vulnerables y vulneradores, capaces de las acciones más nobles, pero también de justificar lo injustificable, de perjudicar y hacer mucho daño, nos abre a una nueva perspectiva acerca de lo que somos, de nuestros límites y posibilidades y, sobre todo, de la responsabilidad que tenemos de cuidar del otro.
Sin duda, el capitalismo del homo economicus que modela las vidas en las sociedades contemporáneas aboga por un individualismo exacerbado, en el que el sentido de bienestar y el proyecto de una vida feliz y dichosa, está anclado a una visión del otro como medio para obtenerla, es decir, como un instrumento del que me puedo valer para satisfacer mis propios intereses.
Una lógica inhumana que sólo puede producir enemigos y rivales, seres anónimos, sin rostro y que amenazan con robar ese sueño artificial de felicidad.
Es en este marco en el que el cuidado juega un papel preponderante.
El cuidado del otro ante todo invita a una manera distinta de construir una relación y de la forma de interactuar entre seres humanos.
En este sentido, Gabriel Benavidez insiste en que el cuidado del otro es un tipo de relación en donde lo que prima no es la ley, la norma o los deberes, ni una ética universal; sino las necesidades del otro, la corresponsabilidad que se tiene con ese otro.
Una corresponsabilidad sin dependencias en el que la sensibilidad por las necesidades del otro, son la base sobre la cual pueden articulase las acciones que dirigen las relaciones personales y sociales.
Sin duda, en un tiempo en el que dependemos de personas que jamás hemos visto y que, a su vez, dependen de nosotros, el cuidado del otro da cuenta del cuidado de sí mismo.
Cuidar al otro
Cuidar indica que te estás dedicando a él, dejando de lado tus cosas y prestando atención a lo que necesita.
El hecho de cuidar a los demás es diferente en función del ser vivo cuidado.
A un niño le arropas, a un perro lo llevas al veterinario y a una planta la riegas.
Al cuidar, no importa la acción puntual, sino la actitud que tienes hacia ese ser.
Incluso también podemos cuidar objetos (como el coche o la casa) y cuestiones abstractas (la ideología, los valores) y siempre es lo mismo… les ofrecemos tiempo y dedicación para que estén protegidos y no se dañen, corrompan o empeoren.
¿Primero tengo que cuidar de mí?
Seguro conocerás la frase “ámate primero a ti mismo para luego amar a los demás”.
Algo similar sucede cuando cuidas a los demás.
Es preciso que en primer lugar te sientas cuidado por ti, para que después tengas la capacidad de cuidar a otro.
Pongamos un ejemplo muy práctico donde se demuestra que es preciso cuidarnos para luego cuidar al otro.
El protocolo de aviación civil indica que, en caso de turbulencia, cuando cae la mascarilla de oxígeno primero debemos ponemos la nuestra y luego la de nuestros hijos.
¿Eso es ser un mal padre? Para nada. Significa que estás cuidando tu integridad física para poder encargarte del pequeño, sino nadie lo hará por ti.
Entonces no puedes pretender pasarte horas y horas en vela cuidando a un familiar enfermo si no duermes tú y estás despierto, en condiciones de prestar atención a sus necesidades.
No estás siendo egoísta, sino todo lo contrario.
Te estás poniendo en disposición de ayudar de manera inteligente y no desesperada.
Cuidar a los demás es cuidar de uno
Nuevamente acudiré al refranero popular. “No hagas al otro lo que no quieres que te hagan a ti”.
Podría usar una frase positiva que indique “hazle al otro lo mismo que a ti te gustaría”.
Cuando vas a cuidar a alguien debes pensar en la manera que a ti te gustaría que te cuidasen.
Si estuvieses enfermo, ¿qué debería tener en cuenta tu cuidador?
Si fueses un niño ¿de qué manera te protegería tu madre o padre?
Cuando llegues a anciano ¿cómo te gustaría que se encargaran de ti tus seres queridos?
Cuidar a los demás es una de las tareas más nobles a las que podemos aspirar: cuidar nos hace útiles, constructores y valiosos frente a nosotros mismos y frente a los demás.
¿Qué es la ética del cuidado?
Esta teoría se centra en las necesidades de las personas que están en una situación de vulnerabilidad, dependencia, etc., dándose prioridad a su cuidado.
En la ética del cuidado la pregunta fundamental no es ¿qué es lo justo? sino ¿cómo responder a las necesidades de esta persona en esta situación?
Así, puesto que no tiene por objetivo cuidar desde una perspectiva global, sino individual, es decir, cuidador-persona cuidada, se rechaza un modelo de deliberación moral que busque una perspectiva racional objetiva e imparcial basada en unos principios y normas universales.
Por este motivo, la ética del cuidado se ciñe a las circunstancias concretas del caso, a las emociones suscitadas por la situación y a las relaciones que nos vinculan con los individuos implicados.
Y esto exige «conocer el contexto concreto en el que aparece un conflicto ético, conocer cómo se sienten las personas afectadas y ofrecer la respuesta que permita el mantenimiento de la red de relacionales personales existentes y el bienestar de cada sujeto implicado».
El modo de responder a las necesidades de la persona, de analizar las emociones y las relaciones interpersonales vinculadas es cuidando de la persona.
El concepto de cuidado puede ser definido de varias formas: como actividad, como tarea profesional, como actitud y como compromiso moral.
El cuidado como actividad
Comprende aquellas acciones que contribuyen a la ayuda y solicitud ante aquellas necesidades del otro.
Hace referencia a la colaboración desinteresada del cuidador hacia la otra persona para que logre el bienestar.
El cuidado como tarea profesional
Tiene una dimensión normativa y estipulada. El cuidado se realiza de modo “oficial” pero no entendido de forma espontánea.
Por un lado, se aprecia la acción de cuidar estandarizada y protocolizada en una labor profesional regulada.
Por otro, el cuidado es definido como bien interno de una tarea profesional y es lo que da sentido y validez social a la propia profesión.
El cuidado como actitud
Se define como responsabilidad por las personas y por el mundo.
Se trata de una sensibilidad ante la realidad que nos obliga a actuar ante aquellos que requieren del cuidado.
El cuidado como compromiso moral
Su significado se relaciona con la concienciación y la actuación ante la fragilidad del otro.
Es un compromiso moral de justicia ante la necesidad de solicitud dada su vulnerabilidad.
En todos estos casos, la tarea de cuidar ha de estar centrada en la persona cuidada.
El cuidado muestra una actividad, actitud y compromiso moral hacia aquellos que son vulnerables y que están en situación de dependencia.
Consideraciones finales
En síntesis, consideramos que el cuidado del otro es la máxima expresión de comunicación entre los seres vivos, pues trasciende más allá de la simple relación entre humanos, por cuanto exige la presencia significativa de la persona que cuida y de la persona receptora del mismo.
Esta presencia significativa implica ver, oír, tocar y sentir a través de un proceso de empatía que debe estar presente en la relación interpersonal, así como con la naturaleza y el universo.
- El autoconcepto y la autoestima son unas más de las claves que el ser humano debe considerar para desarrollar actitudes favorables, fundamentadas en valores como: el amor, la solidaridad, el respeto, la alegría, la paz interior como secreto para ser feliz y sentirnos bien con nosotros mismos, que conlleve vivir en armonía y felicidad y por extensión a generar comportamientos protectores de nuestra salud.
- El cuidar de sí, es un proceso inherente a la conducta humana, compleja per seque exige templanza o dominio de voluntad, toma de decisiones pertinentes y prácticas de conductas saludables tendentes a proteger la salud
- El autoconocimiento, también es un elemento requerido para conocer nuestro comportamiento. A través de la introspección, podemos conocer las dimensiones que estructuran el yo, cuáles son sus manifestaciones, necesidades, habilidades, los roles que asume la persona.
- En el cuidar del otro es fundamental la empatía entendida como la habilidad para entender las necesidades, sentimientos y problemas de los demás y responder correctamente a sus reacciones emocionales.
- El cuidar del otro es aceptar al otro con sus virtudes y defectos pues es un ser frágil ante los avatares del día a día.