El chantaje emocional es la manipulación que ejercen sobre sus víctimas ciertas personas que se encuentra muy próximas a ellas, y les crean el temor a ser castigadas, veladamente, sin que tomen consciencia de ello, si no acceden a hacer lo que les exigen.
El chantaje emocional, un mecanismo de manipulación
Hay personas hábiles para invadir emocionalmente a aquellos a quienes quieren superar y derrotar.
Son individuos astutos, duchos en el arte de manipular, se prodigan en ofrecer un buen trato, y también su estima, para obtener de los demás aquello que les conviene.
Adicionalmente, pueden también recurrir a amenazas y hacer sentir culpables a quienes no cumplen su voluntad.
La manipulación es su principal mecanismo de acción y suelen recurrir a consignas del tipo “si en verdad me quisieras no actuarías de este modo”, “tú sabrás por qué lo haces”, “allá tú y tu conciencia con tu decisión”, mensajes que profieren revestidos de un aire inofensivo aunque van destinados a amedrantar a quienes no cumplan sus deseos.
Por lo general, aunque se asocia la manipulación emocional con personas malvadas y egoístas, este chantaje no es privativo de estos individuos, pues en la práctica todos podemos sucumbir a la tentación de utilizarlo como ardid para anteponer nuestra voluntad sobre el derecho de los demás a elegir sin imposiciones.
En el fondo, nos encontramos ante una lucha de poder que no respeta más que el propio beneficio, aunque se salde con el perjuicio del otro.
Características del manipulador emocional
A veces puede ser difícil detectar al chantajista o manipulador emocional, pero por lo general, quienes practican esta modalidad de ejercicio de poder comparten ciertos rasgos, como su habilidad para detectar los puntos débiles de sus víctimas y la carencia de reparos para aprovecharlos en su contra.
El manipulador emocional suele ser muy paciente, tenaz y perseverante en su deseo de alcanzar sus objetivos.
Pueden recurrir tanto al victimismo (reinterpretando en su propio beneficio lo que dicen sus víctimas y fingiendo sentirse ofendidos) como a la violencia psicológica encaminada a desprestigiar al otro.
Son buenos actores, muy controladores y con frecuencia recurren a la técnica del gaslighting (en castellano hacer luz de gas), un tipo de manipulación consistente en hacer que la otra persona dude de sus actos, de sus palabras, e incluso de lo que ve con sus propios ojos.
El objetivo es ejercer cada vez más control sobre la víctima conforme ésta se va debilitando emocionalmente y cayendo en un estado confusional que la convierte en un ser dependiente de su verdugo.
Básicamente, el manipulador emocional se caracteriza por:
- Son expertos en detectar los puntos débiles ajenos.
- Carecen de escrúpulos y pueden hacer cualquier cosa con tal de conseguir su objetivo.
- Son ambiciosos en grado sumo.
- Una vez alcanzan una meta, igual que sucede con los adictos al dinero o al poder, desean más y más.
- Ansían el control y la supremacía y cada vez se autoimponen retos más ambiciosos.
- Son con frecuencia egocéntricos narcisistas, con un complejo de superioridad y una ambición de perfección que pone en evidencia una inseguridad que disfrazan de valentía, por su temor a parecer débiles.
El mecanismo de la manipulación
El chantajista emocional es conocedor de la intensa relación que les une con sus víctimas, y también de sus puntos más débiles.
Puede conocer sus más íntimos secretos y aprovecharlos para amenazarles con privarles de su apoyo, su aprobación o su amor.
El siguiente paso es forzarles a que se lo ganen.
La presión que el chantajista ejerce sobre su víctima en tan intensa como inaparente.
Saben enmascarar con habilidad su manipulación y hacen dudar al destinatario de la propia percepción de lo que les sucede.
Generan una gran confusión y la víctima se siente obligada a cumplir lo que se le ordena, pues la maldad impositiva del chantajista no les llega como tal sino de una forma afable y hasta llena de amor.
Es frecuente que el chantajista emocional busque su propia seguridad y control.
También que el incentivo de sus actos sea el miedo, por muy seguros que aparenten ser.
En estos casos, la respuesta de la víctima a sus órdenes les inviste de una seguridad que no llega a satisfacerles plenamente por ser tan intensa como fugaz.
El chantajista emocional diseña su estrategia, consciente o inconscientemente, en base a la información que la víctima le suministra sobre aquello que le genera culpa, miedo o también obligación de actuar.
Todos sentimos nuestros propios miedos, todos tenemos obligaciones y responsabilidades, y todos experimentamos en mayor o menor cuantía cierta cuota de culpa.
Por ello, es frecuente que cualquier persona, en lugar de reflexionar racionalmente, reaccione muchas veces por impulsos.
Estas reacciones espontáneas son las que busca el chantajista emocional, al forzar a su víctima a una respuesta que alivie su malestar sin darle espacio ni tiempo para la reflexión.
¿Cómo protegerse de un chantajista emocional?
El objetivo prioritario debe ser desenmascarar al chantajista.
Siempre que no nos perjudique y lo tengamos identificado, no hay inconveniente en que intentemos reconvenir, e incluso ayudar, al manipulador para que sea consciente de que su conducta nos afecta tanto a nosotros como a él mismo.
La posible víctima debe ser asertiva y utiliza todas las herramientas posibles para no caer en las redes del manipulador.
A continuación, y como conclusión, se expone una reseña de cinco puntos fundamentales para no ceder ante los juegos psicológicos de un chantajista emocional.
1-Tomar consciencia de que estamos siendo manipulados
Hay que enfatizar en:
- La convicción de cada cual a su derecho a ser tratado con respeto
- El derecho a tener una libre opinión y a expresarla sin más restricciones que las normas que hacen posible una pacífica convivencia.
- El derecho de cada cual a expresar como se siente, a actuar en base a sus prioridades y no a las impuestas, y el derecho a defenderse de las agresiones tanto físicas como emocionales.
- El derecho a decir NO libremente y sin experimentar culpa alguna.
2-Defender nuestro propio espacio
Hay que interiorizar que nadie nos haga daño sin nuestro consentimiento.
Para evitar el acoso de un chantajista emocional, deberemos impedir la invasión del propio espacio, fundamentalmente el que rige las emociones, y mantenernos lo más lejos posible de la manipulación del chantajista y de su tela de araña donde no queremos ser atrapado.
3-Evitar sentirse culpable
Si bien es fácil ejercer un control sobre ciertos aspectos de la realidad en la que estamos inmersos, son muchas las situaciones que no está en nuestras manos resolverlas. En estas ocasiones hay que asumir que no somos responsables, y aun menos culpables, de todo lo que sucede a nuestro alrededor.
Si en algún momento la culpa nos pasa factura con demasiada frecuencia, deberemos cuestionarnos la actitud de aquél o aquellos que, presumiblemente, nos estén chantajeando emocionalmente.
Para ello hay que preguntarse si las cosas que se nos piden son razonables, si son sugerencias o imposiciones, y también considerar como cómo nos gustaría que nos lo dijeran o pidieran.
Estas consideraciones ayudarán a obrar en consecuencia y desenmascarar al acosador quien, lo más probable, al sentirse descubierto dejará de incomodarnos e irá en busca de una nueva víctima.
4- No tener prisa en satisfacer las demandas del chantajista
Los manipuladores suelen presionar a las víctimas para que cumplan de inmediato sus peticiones.
La reacción ante esta manipulación deberá ser la misma que la que se adopta ante un vendedor agresivo que intenta endosarnos un producto.
Hay que saber reconocer los momentos en los que somos más vulnerables para que la presión no supedite nuestra racionalidad a los impulsos.
El objetivo es que los intereses ajenos no se antepongan a los nuestros.
5-No dar muestras de indecisión o duda
Los manipuladores son expertos en interpretar nuestro lenguaje no verbal y utilizarlo a su favor.
Cuando detectan indecisión o duda en nosotros, activan los resortes de presión para forzar a que la víctima haga lo que ellos esperan de ella.
Por ello es fundamental no mostrar debilidad, no vacilar en las propias convicciones y mantenerse firme en las afirmaciones.
Tuneado del artículo publicado en www.gestalt-terapia.es
Autor: Clotilde Sarrió