Cuatro señales de que tienes una alta inteligencia emocional

Mucho se ha hablado sobre la inteligencia emocional (IE), pero pocos saben detectarla en sí mismos.

No es fácil definir en qué consiste, y más complicado aún resulta transmitir conocimientos sobre ella, ya que estos se suelen basar en la experiencia.

Siempre hay trucos, sin embargo, que nos permiten acercarnos a estos aspectos intangibles y complicados. Es un atajo que los investigadores psicológicos utilizan para describir lo bien que los individuos pueden gestionar sus propias emociones y reaccionar a las de los demás.

Las personas que la presentan tienen las habilidades necesarias menos obvias para salir adelante en la vida, tales como la gestión de la resolución de conflictos, leer y responder a las necesidades de los demás, empatía y evitar que sus propias emociones se desborden e interrumpan su vida.

Es muy importante porque cuanto más se entiendan estos aspectos, se tendrá mejor salud mental y comportamiento social.

Coeficiente intelectual vs coeficiente emocional

Cuando la inteligencia emocional fue estudiada por primera vez, sirvió como el eslabón perdido en lo que al éxito se refiere. Hasta entonces se pensaba que el coeficiente intelectual era la única forma de triunfo.

Pero un hallazgo bastante peculiar lo cambió todo: el 70% de las veces, las personas con un coeficiente intelectual medio superan a los que tienen coeficientes más altos.

Si no reconoces ninguna señal, no te preocupes. Este tipo de inteligencia es una habilidad cognitiva que puedes mejorar a través de tu vida diaria.

Décadas de investigación apuntan ahora que la IE es un factor crítico para que alguien sobresalga del resto.

La conexión es tan fuerte que el 90% de los artistas tienen una gran inteligencia emocional.

Podrían ser cosas que haces sin pensar realmente o simples habilidades que utilizas para trabajar.

De cualquier manera, la mejora de la inteligencia emocional puede ser muy útil en todo tipo de circunstancias, ya sea en el trabajo, en casa o a la hora de socializar.

Piensas tus reacciones

Una de las características de la IE puede ser la diferencia entre una buena y una mala reacción a las circunstancias que nos rodean.

Las emociones pueden tener información importante y ser útiles para el funcionamiento personal y social, aunque a veces nos sintamos abrumados y actuemos de manera inadecuada.

Las personas que carecen ella son más pasionales y no piensan los pros y los contras de una situación.

Tienen una capacidad más baja de regular sus sentimientos negativos y son más propensos a tener dificultades para reaccionar ante diferentes situaciones.

Además de tener dificultades para gestionar y entender sus emociones, los investigadores han demostrado que este tipo de personas tienen una mayor facilidad para sufrir depresión, incluso si no están deprimidos clínicamente.

Desafíos

Si eres capaz de reconocer tus propias emociones negativas y ver una mala situación como un desafío centrándote en los aspectos positivos y siendo perseverante, lo más probable es que tu índice emocional sea muy elevado.

Imagina que has perdido tu trabajo.

Una persona emocionalmente inteligente podría percibir sus emociones como señales para tomar medidas, tanto para hacer frente a los retos como para controlar sus pensamientos y sentimientos.

Si, por el contrario, no lo eres, no pararías de pensar sobre la pérdida de trabajo, entrando en una espiral sin salida que lleva hacia la depresión.

Modular las emociones

Claro que hay momentos en que tus sentimientos pueden apoderarse de ti, pero si eres una persona emocionalmente inteligente, es probable que puedas modular tus emociones fácilmente.

Esto implica ser capaz de mantenerlas bajo control cuando se convierten en perjudiciales.

La autogestión implica ser capaz de controlar los arrebatos con calma, discutir los desacuerdos y evitar actividades que conducen a la autocompasión o al pánico.

Es la clave y la razón por la que este tipo de personas tienen los niveles más bajos de ansiedad.

Empatía

Mientras las otras tres categorías anteriores se refieren a las emociones internas de una persona, la empatía se ocupa de las de los demás.

La empatía es la habilidad y la práctica de la lectura de los sentimientos de otros y la habilidad de saber responder adecuadamente ante ellos.

Incluye, además, la búsqueda de puntos en común y el dominio de la persuasión.

Esta capacidad está relacionada con el ámbito laboral, ya que es muy importante saber manejarse y controlarse para estar de acuerdo con las normas de la organización.

Sobre todo, afecta a trabajos donde los trabajadores necesitan simpatizar con los clientes, aunque estos les estén gritando.

Por eso en los últimos años se está desarrollando la formación de la inteligencia emocional en el trabajo, centrado en la gestión y expresión de las emociones, relacionados con la comunicación y el rendimiento en el trabajo.

Pero no te preocupes, este tipo de inteligencia es una habilidad cognitiva que puedes mejorar a través de la práctica en tu vida diaria.

Así que si todo lo que has leído te suena a chino y no has reconocido ningún tipo de estas señales, debes saber que aún puedes trabajarla y llegar a adquirirla.

Las frases que suele decir la gente que no tiene ninguna inteligencia emocional

Hay una serie de frases, simples y reales, que no deberías decir a quienes te confían sus problemas o miedos.

Significan exactamente lo contrario de lo que piensas.

Pero solo las personas emocionalmente inteligentes entienden por qué.

Son situaciones difíciles y quieres desarrollar una buena relación, actuar cómo alguien comprensible, ayudar, pero en lugar de eso creas un muro entre tú y la otra persona.

Qué no debes decir

Un ejemplo de ello es "sé cómo te sientes".

La frase sugiere que realmente no entiendes por lo que está pasando el otro.

Lo que parece es que tienes la necesidad de dirigir la conversación hacia tu experiencia, no la de la otra persona, y que en última instancia no te importan sus preocupaciones.

Así que, si habías pensado decirla, expresará todo lo opuesto a lo que pensabas.

La solución es que midas tus respuestas y pienses si estás ofreciendo una de paso o una de apoyo.

Las primeras no tienen sentido porque se centrarán en ti, lejos de a lo que realmente debes poner atención; las segundas dejan de lado tu ego y mantienen el foco en los sentimientos y experiencias de la otra persona.

Seguro que con ejemplos se entiende mucho mejor.

En cada caso a continuación, solo imagina que un amigo o colega empieza una conversación con la declaración en negrita.

Después piensa en cómo cada respuesta te haría sentir.

"Mi jefe me falta al respeto".
Respuesta de paso (1): "Me pasó exactamente lo mismo el año pasado. Terminé dimitiendo y buscando otro trabajo";
Respuesta de apoyo (2): "Lo siento mucho, ¿por qué te hace sentir así?".

"Si pudiera organizarme las cosas me irían mejor".
(1): "Lo sé, a mí me pasa lo mismo";
(2): "¿Cómo podrías hacerlo mejor? ¿Qué crees que te impide hacerlo bien?".

"Estoy muy triste desde que lo dejé con mi pareja".
(1): "Necesitas salir y empezar de nuevo";
(2): "¿Qué te impide avanzar?".

Cuanto mejor sepas resolver tus problemas emocionales, mayor será tu inteligencia

Tal y como asegura en su último libro el escritor Justin Bariso, (EQ Applied: The rela world HGuide to Emotional Intelligence), la mejor estrategia para comunicarte bien y aprovechar la inteligencia emocional requiere evitar otras frases como: "Sé exactamente cómo te sientes", "he pasado por esto antes" o "lo entiendo perfectamente" y reemplazarlas por "siento que haya sucedido así", "¿cómo crees que te sentirías mejor?" o "gracias por compartirlo. Cuéntame más si quieres".

Solo recuerda que el objetivo es reconocer lo difícil que es ponerse en la piel del otro y demostrar realmente lo empático que eres.

Trata de entender y busca la verdadera conexión para una buena comunicación.

Tuneado del artículo aparecido en El Confidencial
Autor: Adrián López