¿Cuándo comienzan a formar recuerdos nuestros niños?

Cuando pensamos en nuestros recuerdos y, sobre todo, desde qué momento de nuestra vida empezamos a formar esas vivencias (hechos, personas, momentos, fechas) nos preguntamos qué sucederá con nuestros hijos.

Obviamente, la referencia somos nosotros mismos.

¿A partir de qué momento, cuáles son nuestros recuerdos más antiguos, qué edad teníamos en ese momento?

Y la inquietud queda establecida.

La pregunta es, entonces, ¿desde cuándo tiene recuerdos un ser humano?

La memoria es más precoz de lo imaginado

La neuróloga infantil Ángeles Schteinschnaider señala que la memoria es una capacidad fundamental, que juega un papel vital en el funcionamiento social, emocional y cognitivo de los niños.

Tradicionalmente, se viene creyendo que los niños menores de 3 o 4 años son incapaces de formar representaciones estables de los eventos y, por lo tanto, son incapaces de recordarlos.

Esto se basaba en que los adultos rara vez recordamos acontecimientos personales previos a la edad de 3 años y medio, fenómeno conocido como amnesia infantil.

Sin embargo, la médica aclara que la investigación realizada con bebés y niños pequeños demuestra que ellos representan y forman recuerdos.

"Estas investigaciones, junto con los estudios de la neurociencia conductual (en modelos animales) y la neurociencia del desarrollo (usando la electrofisiología y la neuroimagen), probaron las formas en que la memoria y las estructuras cerebrales que lo apoyan, cambian con el desarrollo", asegura.

¿Qué cosas recuerdan primero?

La especialista señala que hay varias maneras de dividir la construcción de la memoria:
  • Memoria de trabajo
    Permite el mantenimiento de las representaciones por breves instantes.
  • Memoria a largo plazo
    Permite recordar eventos durante un tiempo de la vida. La memoria a largo plazo, a su vez, se puede dividir en dos tipos
    • No declarativa o implícita
      Son inaccesibles a la conciencia y permiten el desarrollo de habilidades prácticas. Por ejemplo, saber cómo agarrar la cuchara o andar en bicicleta. Este tipo de memoria es evidente, prácticamente, desde el nacimiento o en cada adquisición madurativa que van realizando los bebes.
    • Declarativa o explícita
      Requiere el recuerdo consciente e incluye el reconocimiento y el recuerdo de nombres, objetos y eventos.
      Se evidencia ya en el primer año de vida, como lo demuestra el comportamiento en las tareas no verbales, basadas en la imitación, pero se desarrolla gradualmente a lo largo de los primeros años de vida.

"Entre los 4 y 6 años la memoria declarativa episódica muestra un marcado afianzamiento.

Sin embargo, los niños menores de 7 años logran recordar eventos aislados, pero tienen dificultades en ponerlos en contexto temporo-espacial, lo cual se va logrando con la maduración", explica la asesora, y agrega que cuando la mayoría de las personas habla sobre la memoria o el hecho de "recordar", está pensando en la memoria declarativa.

Memoria emotiva

La pregunta que nos hacemos los padres es si los podemos ayudar, de alguna manera, a que no olviden un hecho, que lo guarden como un recuerdo.

También nos planteamos si, en realidad, es necesario que lo hagamos.

La respuesta la tiene la especialista: "Los adultos jugamos un papel fundamental para que los niños puedan entender y recordar.

Una manera importante en que los ayudamos a fijar recuerdos es contando historias y narrando experiencias, sobre todo aquellas que han compartido con los niños.

Al hacerlo, podemos revisar eventos, provocar el pensamiento e incluso, ayudar a los niños a recordar lo que no pueden recordar.

En esencia, el adulto está reconstruyendo la memoria compartida".

Juguemos a recordar

Existen numerosas actividades para desarrollar la memoria de los niños, a veces en forma específica y otras imbricadas en actividades que estimulan no solo la memoria, sino varios componentes cognitivos del niño.

Cuando los niños son pequeños toda actividad de estimulación, ya sea de la memoria o de otras áreas, debe estar enmascarada en una actividad lúdica.

Así, jugando nos divertimos y al mismo tiempo pensamos, asociamos, clasificamos y creamos la base para recordar.

Muchas de las actividades de las que realizan nuestros hijos en la guardería, incluso desde los primeros días, no tienen nada de inocentes: es decir, existe detrás de ellas un profundo conocimiento del desarrollo psicofísico de las personas e intentan estimularlos en ese sentido.

Por ejemplo:
  • Memotest:
    Hay que recordar ciertas figuras y su posición, que se van a ir complejizando en la medida que el juego sea destinado a chicos más grandes, solo por dar un ejemplo.

  • Lectura de cuentos:
    Otra actividad fundamental para compartir con los niños al mismo tiempo que estimulamos su imaginación, inventiva y memoria.
No solo es deslumbrante ver como niños de muy corta edad a muy poco tiempo de habérsele leído un cuento pasan de oyentes a relatores, y además nos deslumbran usando "lo que recuerdan" de ese relato como base y dando lugar a una nueva historia.

No debemos olvidar que el ser humano es, en esencia, su propia historia, es decir sus recuerdos y los más importantes, aquellos que marcan nuestra personalidad son los que, aparentemente, permanecen ocultos en el pozo oscuro de nuestra primera memoria.