Un estudio reciente realizado por el departamento de Economía de Oxford y el Centro Nacional de Investigación Social para Sainsbury´s (Reino Unido), a partir de una encuesta que implicaba a una población 8.250 adultos ingleses, sugiere que comer solo es el segundo factor más asociado con la infelicidad, después de una enfermedad mental.
Pero según explica el periódico The Guardian, no es comer solo lo que afecta nuestra salud, es también cómo lo hacemos.
Factores como lo que comemos, el tamaño de las raciones y cómo nos sentimos al comer solos es lo que ponen en riesgo nuestra salud.
Los efectos, además cambian según la población de estudio.
No son los mismos si eres una mujer o un hombre, varían con la edad y también dependen de la frecuencia con la que comemos solos.
“Incluso cuando los estudios han encontrado un vínculo entre comer solo y los problemas de salud, cuando se controlan ciertos factores, nos damos cuenta de que cenar solo podría ser un resultado más que una causa de los problemas sociales o de salud”, plantea el periódico inglés.
En otras palabras, hay una corriente de científicos que cree que comemos solos porque ya tenemos ciertos problemas de salud, especialmente, sociales.
«Comer solo te priva de momentos de interacción social, del cara a cara y de sentirte parte de una comunidad», señala Francesc Núñez, sociólogo de las emociones de la UOC.
Varias investigaciones
Los resultados de esta investigación, también los corroboran otros trabajos, como el estudio de la Universidad de Oxford, que muestra que las personas que comparten más a menudo las comidas suelen sentirse mejor con ellas mismas y suelen tener redes de apoyo social y emocional más amplias.En España, el 26% de los madrileños y de los catalanes son los que comen solos con más frecuencia durante los días laborables.
Según el psicoanalista de la UOC, José Ramon Ubieto, hacerlo de manera regular es excluirse de un rito social ligado a acontecimientos de la vida familiar y social (celebraciones, duelos, ...) y de la pertenencia que implica formar parte de tales acontecimientos.
«No es que uno sea infeliz porque come solo, sino que lo hace en solitario porque algo de su estilo de vida, de su manera de funcionar le invita a excluirse del vínculo», aclara.
Compartir mesa, explica Núñez, es beneficioso para la construcción de la identidad, para dar sentido y valor a las cosas y para adquirir criterio a la hora de juzgar el mundo: «Alrededor de una mesa se puede especular sobre las cosas sin mucho miedo a equivocarse y se pueden tomar muchas decisiones, grandes o pequeñas, que pueden condicionar la vida.
Son momentos de acción y de sentirse vivo, que mantienen a las personas dentro del mundo y de la vida».
Las comidas con amigos ayudan a fortalecer las relaciones
Reunirse con amigos para comer es compartir experiencias.«La amistad siempre es el resultado de compartir experiencias y no solamente actividades», remarca Ubieto.
Una experiencia es un acto que cambia algo de la vida y deja una impronta que va más allá de la satisfacción momentánea.
«Puede ser un viaje intenso vivido con alguien, un duelo pasado en compañía, riesgos compartidos..., pero también puede ser una comida, en la que se pueden intercambiar ilusiones y decepciones».
Estos intercambios permiten que cada cual acepte del otro lo que le gusta, pero también que acoja algunas de sus debilidades.
«Cuando este umbral no se traspasa, la relación se mantiene en el nivel cordial de los “conocidos” y es la razón por la que la mayoría de gente tiene pocos amigos», explica el psicoanalista.
La verdadera amistad exige tiempo y, sobre todo, compartir momentos que han de implicar, además de placer, alguna desilusión y sufrimiento, tanto en la experiencia misma como en los intercambios entre las personas.
De hecho, un grupo de investigadores de la Universidad de Kansas ha cuantificado que las horas necesarias que hay que pasar con alguien para considerarlo un amigo íntimo debe superar las doscientas.
Comer sin compañía puede afectar tu salud
Algunos estudios han indicado que comer solo podría estar relacionado con la depresión, la obesidad, el bloqueo de suministro de sangre al corazón y otros síndromes metabólicos, como la diabetes y la presión arterial.De hecho, la teoría de Naveed Sattar, profesor de medicina metabólica de la Universidad de Glasgow (Reino Unido), es que comer solo puede ser el resultado de preocupaciones de peso, en lugar de ser su resultado.
“Si tienes sobrepeso y obesidad puede que te sientas avergonzado por lo mucho que comes o por cómo masticas, por lo que empiezas a comer más frecuentemente sin compañía”, comentó en la revista concedida al citado periódico.
Sin embargo, otros estudios no van en la misma vía.
Una revisión sobre cuál es el impacto que tiene comer delante de otros, publicado la revista científica Appetite en el 2015, llegó a la conclusión de que comer en compañía implica que uno come más que cuando está solo.
El debate, entonces, continúa sin cerrarse.
La doctora Stephanie Cacioppo, neurobióloga de la Universidad de Chicago, manifiesta que hay otros factores que se deben considerar.
"La verdadera pregunta es cómo te sientes cuando comes”.
Conclusiones
La investigación muestra que si te sientes solo cuando comes, ya sea que estés solo o en un almuerzo de negocios, tendrás una mayor ingesta de grasas y calorías por comida.En definitiva, podemos concluir que comer solo puede ser un problema si no es una opción.
Elegir comer solo es muy diferente a tener que comer solo.
Un momento de soledad para disfrutar de una cena en solitario no es lo mismo que no tener a alguien con quien comer regularmente, como es el caso de muchas personas mayores que viven solas.
Lo cierto, es que son varios los investigadores que comienzan a preocuparse por los nuevos hábitos que empiezan a surgir en torno a la comida.
Hábitos que, no sobra decirlo, cada vez están más asociados con rutinas estresantes, sin tiempo para parar y respirar, y donde tomarse el tiempo necesario para comer bien pueden están pasando a segundo plano.