Coherencia emocional: clave de bóveda para tu salud

Como ya hemos comentado en entradas anteriores, mientras que el afecto y las sensaciones de amor y bienestar nos nutren emocionalmente estimulando la secreción de oxitocina y con ello fortalecemos nuestro sistema inmune (entre otros efectos fisiológicos), de igual modo, la situación de conflicto pone en marcha una cascada de sustancias del estrés en nuestro organismo.

Coherencia emocional es un estado de congruencia en el que todos nuestros sistemas biológicos (respiración, digestión, respuesta hormonal e inmune…) trabajan conjuntamente en armonía, en sincronía con el corazón.

No olvidamos que en nuestra actividad cotidiana nos encontramos demasiadas situaciones en que nos pueden resultar difícil conseguir ese ansiado estado de congruencia; de hecho, es demasiado frecuente tener que afrontar situaciones de conflicto que afectan a nuestro equilibrio emocional y el resultado de cómo las vivamos repercute directamente sobre nuestra salud.

En psicología, el concepto de disonancia cognitiva se refiere a la tensión o desarmonía interna del sistema de ideas, creencias y emociones que percibe una persona al mantener al mismo tiempo dos pensamientos que están en conflicto, o un comportamiento que entra en conflicto con sus creencias.

Dicho de otro modo, cuando lo que decimos, pensamos, sentimos y hacemos no van en la misma dirección.

En la década de los cincuenta del pasado siglo, el psicólogo estadounidense Leon Festinger bautizó a esta falta de sintonía con el nombre de disonancia cognitiva y planteó que cuando estamos en incongruencia apreciable, intentamos generar consciente o inconscientemente ideas, creencias o actitudes nuevas para volver a una “cierta coherencia interna” que nos proteja de las consecuencias de nuestras creencias reales.

La disonancia cognitiva afecta profundamente nuestra psiquis y como efecto derivado repercute de forma notable en nuestro organismo.

De la misma forma que las emociones positivas activan cierto circuito neurohormonal (sistema oxitocinérgico) que nos protege mejorando nuestra inmunidad, fuerza y autoconfianza, la disonancia cognitiva activa otras rutas bioquímicas que afectan a nuestra salud porque el organismo actúa como si estuviese en una situación de estrés crónico.

Se ponen en marcha circuitos de alerta que liberan determinadas sustancias como el cortisol, la DHEA (dehidroepiandrosterona) y citoquinas proinflamatorias (factor de necrosis tumoral alfa (TNF-α), interleucina (IL-6 e IL-1) que son producidas por las células de la respuesta inmunológica, como los linfocitos y macrófagos).

Todo esto actúa sobre nuestros sistemas de defensa desestabilizándolos y haciéndonos más vulnerables a todo tipo de enfermedades, entre ellas el cáncer.

Desde el campo científico de la Psiconeuroinmunología o Psiconeuroinmunoendocrinología (con especial auge en la última década del pasado siglo) se exploran las complejas relaciones entre nuestra mente y los sistemas inmunológico, nervioso y endocrino debido a la importancia que tienen en el mantenimiento de la salud o la aparición de la enfermedad.

La enfermedad es la expresión en el cuerpo del resultante de estas relaciones, como ya hemos expuesto en pasadas charlas en este mismo camino.

¿Qué es la coherencia emocional? ¿Para qué sirve?

Parece entonces que el encontrarse en estado de congruencia “siento-pienso-hago” es un facilitador para evitar situaciones de estrés crónico y esto repercute de forma inexorable sobre nuestro organismo.

Este estado ideal al que deberíamos tender para mantener nuestra homeostasis o equilibrio interno se llama coherencia emocional o coherencia cardíaca.

En los últimos años, los hallazgos científicos en neurocardiología han descubierto que el corazón contiene un sistema nervioso independiente y bien desarrollado, con más de 40.000 neuronas y una compleja y tupida red de neurotransmisores, proteínas y células de apoyo.

Hoy sabemos que el corazón envía mucha más información al cerebro que el cerebro al corazón.

La comunicación entre ambos órganos es neurológica mediante impulsos nerviosos, bioquímica mediante hormonas y neurotransmisores, y biofísica a través de onda de pulso.

Por tanto, el corazón se comunica de forma muy estrecha con las zonas del cerebro encargadas de la regulación de las emociones y la fisiología del organismo.

Gracias a esta conexión entre corazón y cerebro, el cambio en la actividad en uno de estos dos órganos puede ejercer un profundo impacto en el funcionamiento del otro.

De esta forma, no es sorprendente encontrarnos con que las emociones que sentimos se reflejen de una forma directa en nuestro ritmo cardíaco.

Por ejemplo, ante el miedo, la ira o el estrés el corazón late de una forma caótica y altamente irregular.

Pero como los lazos entre este órgano y el cerebro son recíprocos, esta desorganización en el ritmo de los latidos producida por las emociones desequilibrantes acaba afectando al cerebro y al resto del cuerpo, perjudicando y dificultando su correcto funcionamiento.

Y, por el contrario, con las emociones equilibrantes el corazón adquiere un ritmo regular y armonioso que a su vez facilita la disminución del estrés y nos ayuda a alcanzar el equilibrio en la actividad del resto de los sistemas del organismo.

A este estado de armonía en el ritmo cardíaco se le conoce con el nombre de Coherencia Cardíaca, en el cual los sistemas nervioso, cardiovascular, endocrino e inmune del organismo trabajan de una forma eficaz y óptima.

Estar en coherencia cardíaca significa que gastamos menos energía para mantenernos sanos, desperdiciamos menos energía en pensamientos y reacciones ineficientes y nuestro cuerpo no necesita esforzarse por mantenernos concentrados o productivos.

La coherencia es un estado progresivo, mientras más creamos, más tenemos en reserva, y más crece la seguridad en uno mismo.

Coherencia es la base del rendimiento y de la salud. ¿Cómo podemos entrar en el estado de coherencia cardíaca?

Lo interesante es que las personas podemos aprender a entrar voluntariamente en este estado de Coherencia Cardíaca a través del control de nuestro propio ritmo cardíaco.

Aunque a simple vista nos pueda parecer imposible ser capaces de regular los latidos del corazón de una forma consciente.

El uso de técnicas y tecnología de biofeedback, nos permite observar nuestro ritmo cardíaco y entrenarnos en Coherencia Cardíaca.

Esta tecnología registra nuestros latidos y nos devuelve una información sencilla mediante gráficos en la pantalla de un ordenador.

De esta forma, podemos tomar conciencia sobre el funcionamiento de nuestro propio corazón y empezar a controlarlo a través de un entrenamiento pautado de respiración e imaginación.

Observaremos los cambios en el ritmo de nuestros latidos en el mismo momento en que éstos suceden y sabremos cuándo nos acercamos al estado de Coherencia Cardiaca, reforzando y facilitando el aprendizaje de esta capacidad.

Finalmente, seremos capaces de entrar en este estado de una forma rápida y sencilla cuando lo necesitemos, como ante una situación difícil, en momentos de alta tensión o estrés o cuando necesitemos rendir a un mayor nivel.

Aprender a entrar en Coherencia Cardíaca nos ayuda a controlar y gestionar el estrés y las emociones desequilibrantes como la depresión, la ira y la ansiedad, facilitando, además, un mejor funcionamiento cerebral con efectos positivos en la salud.

Beneficios de la práctica de la Coherencia Cardiaca:
  • Conseguir mayor autocontrol y capacidad de decisión.
  • Reducir la fatiga e incrementar la energía.
  • Sensación de tranquilidad, paz y bienestar.
  • Reducción y manejo efectivo del estrés y la ansiedad.
  • Pensar con mayor serenidad.
  • Potenciar el funcionamiento del sistema inmunológico.
  • Mejora del estado de salud.
  • Mayor control sobre situaciones de tensión.
  • Descenso de la tensión arterial.
Estar bien alimentados emocionalmente y mantener una sincronía en nuestro eje “sentir-pensar” tiene especial relevancia en el objetivo de mantener nuestra salud.

Para ayudarnos en esta tarea existen diferentes app que podemos descargar en nuestros equipos electrónicos y terapias que prestan especial atención al equilibrio identificado como elemento clave de nuestro bienestar.

Os invitamos a aprovechar el tiempo libre de vuestras ya próximas vacaciones para bucear en estos conceptos.

La recompensa será avanzar un pasito más en el camino hacia la coherencia, hacia la salud voluntaria. Hacia el bienestar y la felicidad.