Claves de una vida minimalista

La felicidad es interior, no exterior; por lo tanto, no depende de lo que tenemos, sino de lo que somos, dijo Henry Van Dyke en el siglo XIX.

Leon Tolstoi compartía la misma línea de pensamiento: “Mi felicidad consiste en que sé apreciar lo que tengo y no deseo con exceso lo que no tengo”.

Aunque muchísimos siglos antes Aristóteles ya había dicho: “La riqueza consiste mucho más en el disfrute que en la posesión”.

Hoy, parece que hemos olvidado esa gran sabiduría.

Bombardeados constantemente por la publicidad y viviendo en un mundo que produce cada vez más pues depende de que consumamos frenéticamente, hemos dejado que las cosas no solo se apoderen de nuestros hogares sino también de nuestras mentes, arrebatándonos la paz interior para sumirnos en un estado de búsqueda permanente de lo nuevo.

Sin embargo, la felicidad no está en las pertenencias sino en las experiencias.

La felicidad no se debe buscar fuera sino dentro de nosotros.

Cada vez más personas están haciendo suyo este mensaje, abrazando el minimalismo y llevando una vida frugal, que no está basada en los objetos y las posesiones sino en el deseo de tener espacio, tanto físico como mental, para poder vivir las experiencias que deseamos.

Conciencia social

Además, la vida minimalista también está relacionada con la conciencia social.

Seleccionar lo que compramos implica castigar a aquellas empresas que no respetan unas condiciones de trabajo dignas para sus trabajadores, reducción del consumo de recursos naturales, menos contaminación, menor consumo de energía, ...

Todos ellos ideales muy acordes con las inquietudes de las nuevas generaciones.

Vida minimalista: menos complicación y más significado

La idea clave del minimalismo es deshacerse de lo que no agrega valor a tu vida para dejar espacio para lo que hace, como eliminar el desorden, las distracciones y las relaciones no saludables, y permitir más espacio para las cosas que son esenciales para nuestro bienestar, como la creatividad, el amor y el juego.

Por lo tanto, el minimalismo o la vida minimalista trata de enfocarse intencionalmente en lo que realmente le importa y dejar de lado lo que no.

Dicho de otra forma, se trata de disfrutar la vida más con menos.

Así es como puede conseguirse:

Deja a un lado aquello que no te hace sentir bien

Deshazte de todo aquello que se interpone en tu camino, de todo lo que te distrae, de todo lo que te hace perder la concentración.

Deshazte de todo lo que te quita la calma y la claridad. Quédate con aquello que realmente contribuye a tu bienestar.

No compres aquello que no necesitas

No te dejes engañar por la publicidad, las modas y la opinión de los demás.

Tener más cosas no te hará más feliz.

La realidad es que una vez que tenemos lo suficiente para satisfacer nuestras necesidades básicas, los productos no pueden mejorar nuestro bienestar de ninguna manera.

Solo pueden proporcionarnos una gratificación momentánea que muy pronto desaparece, lo que nos lleva a un estado psicológico aún peor que el anterior.

Aprecia todas las cosas que ya tienes

No saques de tu foco de atención lo que ya tienes para centrarte en lo que te falta.

De otra manera siempre te sentirás incompleto, insatisfecho y prisionero del propio deseo.

Minimiza tus distracciones digitales

Correo electrónico, mensajería instantánea, redes sociales, navegación recreativa… todo esto te distrae y te hace perder el foco, la atención en el momento presente.

Usa conscientemente los medios digitales y mantén bajo control las interacciones con otras personas.

Mejora tus relaciones con los demás

En la era de Internet, que facilita la interconexión con todo el mundo, cada vez estamos más desconectados.

Nos faltan verdaderas relaciones humanas, relaciones reales.

Haz las cosas de una en una

La vida minimalista significa, en esencia, vivir enfocado, es decir, aprovechar al máximo cada momento.

Si estamos permanentemente distraídos y/o enganchados a la multitarea nos podemos hacerlo.

Concéntrate en los objetivos importantes

La mayoría de la gente generalmente tienen un gran número de objetivos que desean alcanzar.

Una vida minimalista tiene un propósito claro.

Para vivir una vida así, debes descubrir las pocas cosas que más te interesan y dedicarte a ellas.

Cuida tu cuerpo y tu mente

La salud es el punto de partida para disfrutar.

Por lo tanto, es vital te cuides en los dos planos: tanto en el fisco como en el mental.

Ejercicio, alimentación y sueño son tres elementos clave en este sentido.

Cultiva la atención plena

La vida minimalista requiere una mente tranquila y tranquila, es decir, una mente libre de pensamientos contradictorios y en sintonía con el momento presente.

Practicar mindfulness o meditación de atención plena te ayuda a recuperar un estado de conciencia pacífica, a observar tus pensamientos y sentimientos sin juzgarlos, resistirlos ni alimentarlos y a responder de manera consciente a situaciones en lugar de reaccionar de forma exagerada a ellas o ser abrumados por ellas.

Pensamientos finales

Fumio Sasaki, editor japones, autor del libro “Goodbye, things” que ha sido traducido a 17 idiomas,vive en Tokio en un piso de 30 metros cuadrados, decorado con una pequeña caja de madera, un escritorio y una colchoneta plegable, dice que“el minimalismo es un estilo de vida en el que reduces tus posesiones al mínimo posible”.

Sasaki cuenta que “vivir solo con lo básico no solo me ha proporcionado beneficios superficiales como el placer de tener una habitación ordenada o facilitarme la limpieza, sino que también me ha conducido a un cambio más esencial: me ha dado la oportunidad de pensar en lo que realmente significa ser feliz”.

Este viaje hacia el minimalismo no se centra realmente en las cosas, las cosas son tan solo una excusa para el proceso de transformación que ocurre dentro de nosotros.

Es un viaje cuyo objetivo es liberarnos de las ataduras sociales que nos avocan al consumismo, para sentirnos mejor.

Eso significa que no hay que sentirse culpables si encontramos algo que realmente nos encanta, lo compramos y lo guardamos, siempre y cuando disfrutemos verdaderamente de ello.

El objetivo no es cambiar las ataduras del consumismo por las estrictas reglas del minimalismo, sino encontrar un equilibrio entre nuestro bienestar y las cosas, entre lo que realmente necesitamos y disfrutamos y lo que compramos y almacenamos por las exigencias sociales.

Ese es el viaje que vale la pena emprender.