Cerebro Social: Secretos al descubierto

Qué podemos pensar cuando una persona perfectamente insertada en la sociedad actual, con un curriculum envidiable y una profesión respetable, de repente comienza a robar, no se baña, come hasta hartarse, toma sin cesar fotos de las puestas de sol y se pone agresivo sin motivo aparente.

¿Se ha vuelto loco?

Tras un exhaustivo estudio se puede comprobar que esta persona puede estar sufriendo una clase de demencia denominada fronto-temporal, patología que puede desatar comportamientos anómalos en personas que vienen presentando conductas totalmente normales.

Este cambio de proceder puede ocurrir como resultado de un accidente, un tumor u otro factor que afecte el lóbulo frontal, región del cerebro que participa en las emociones sociales.

El cerebro siempre está evaluando cualquier estímulo que recibe mediante la utilización de reacciones emocionales rápidas, automáticas e inmediatas, las cuales se desatan antes del proceso cognitivo, en lo que se denomina primacía intuitiva.

Desde un punto de vista neuroanatómico hay ocho regiones vinculadas con cuatro aspectos específicos del cerebro social: empatía y Teoría de la Mente, el sistema de alarma ante las amenazas, las emociones sociales y el sistema de neuronas espejo.

Es preciso entender que el ser humano no habría subsistido como especie si no hubiese actuado en grupo. Ello explicaría por qué la región pre-frontal de nuestro cerebro, dedicada al aspecto social, es la más desarrollada entre todos los animales, de hecho, corresponde a casi un tercio de la corteza.

De esta manera, la corteza prefrontal ventromedial, que juega un rol primordial en el cerebro social, juega un papel protagonista cuando una persona no reacciona, por ejemplo, ante la imagen de un individuo herido o no se emocione al ver a un recién nacido.

Otra zona del cerebro relevante es la orbitofrontal, ya que integra y controla las emociones sociales. Las personas que la tienen comprometida no responden al castigo o recompensa, suelen ser muy impulsivos e inestables emocionalmente. La amígdala, en tanto, es el sistema de alarma ante las amenazas, con significancia en el aprendizaje emocional.

Cualquier individuo evalúa de forma inconsciente y espontánea a sus interlocutores o a cualquier otra persona a la que observe.

A través de este proceso, reconoce en los demás posibles signos de amenaza, especialmente en sus caras y ojos, comportamiento que le permite estar prevenido y alerta.

Aquellos individuos que presenta lesiones en la amígdala no son capaces de captar estas alarmas tan útiles para mantenerse con vida.

A estas tres regiones se suma la ínsula, que media los efectos somáticos (sensaciones del cuerpo) del comportamiento, la circunvolución fusiforme para el reconocimiento de las caras familiares, los polos temporales anteriores, la región temporal superior parietal inferior del lado derecho y el cíngulo anterior, que influye en la consciencia de las emociones.

En cuanto a la empatía, la capacidad de comprender e identificarse con los sentimientos y emociones de los otros tiene una vertiente emocional y cognitiva, en que se utilizan varias de las estructuras del cerebro social.

Por otra parte, la Teoría de la Mente, esto es, la capacidad de representar los pensamientos, creencias, actitudes y sentimientos de otros puede verse afectada por enfermedades que atañen al área pre-frontal y que también están presentes en las personas con autismo.

Las neuronas espejo están determinadas por emociones que se convierten en respuestas viceromotóricas del paciente, así la primacía intuitiva podría explicarse por este mecanismo.

Este tipo de células se encuentran ubicadas en la corteza frontal inferior del cerebro, cercanas a la zona del lenguaje, permitiendo el estudio a los expertos de la relación existente entre lenguaje e imitación de gestos y sonidos.

Las neuronas espejo son las células encargadas de hacernos bostezar cuando una persona bosteza, o de que nos encontremos imitando un gesto sin saber por qué, de alguien cercano a nosotros. Por ejemplo, si alguien nos sonríe, también tendemos a hacerlo, aunque ni siquiera nos demos cuenta de ello.

Además, las neuronas espejo, desempeñan un papel fundamental en la psicología, en lo relacionado con la parte comportamental, como es la empatía, el aprendizaje por imitación, la conducta de ayuda a los demás... demostrando una vez más que somos seres sociales.

Hasta tal punto de las relaciones sociales son importantes para nosotros que nuestro hemisferio izquierdo cuenta con alrededor de 200 millones de neuronas más que el hemisferio derecho dedicadas íntegramente funciones de comunicación.

Para implicarnos eficazmente y desarrollarnos en el seno de la sociedad contamos con el hecho diferencial de que reunimos dos atributos: somos seres emocionales y racionales simultáneamente.

El hecho de ser racionales nos proporciona la capacidad de resolver los problemas que surgen en el entorno de nuestra vida social y el hecho de ser emocionales nos posibilita reconocer los problemas y al mismo tiempo nos impulsa hacia su resolución