El cerebro en la palma de la mano

El doctor Daniel J. Siegel, médico y profesor clínico de psiquiatría en la Escuela de Medicina de la UCLA y pionero en el campo llamado “neurobiología interpersonal” es uno de los autores del libro “El cerebro del niño. 12 estrategias revolucionarias para cultivar la mente en desarrollo de tu hijo”.

En dicha obra se aborda la explicación del cerebro introduciendo un novedoso modelo que resulta de gran utilidad tanto para adultos como para niños.

Este modelo es particularmente revelador a la hora de conocer cómo funciona nuestro cerebro a la hora de estudiar determinadas funciones, aunque es evidente que el cerebro real el mucho más complejo, así que se trata simplemente de una simplificación.

El modelo

Para entender el cerebro, el modelo nos propone levantar un brazo.

Nuestra muñeca será a partir de ahora nuestra médula espinal, y la parte central de la palma será el tronco del encéfalo.

El tronco del encéfalo es la primera parte del cerebro que se formó, tanto físicamente cuando éramos embriones en el útero de nuestra madre, como filogenéticamente, es decir, cuando hablamos de evolución de la especie.

Esa es la razón por la que se denomina “el cerebro reptiliano”.

Sus funciones principales consisten en hacerse cargo de la regulación de las variables biológicas que mantienen con vida el cuerpo, fundamentalmente todo lo que resulta automático en nuestro cuerpo: respiración, latido del corazón, … y, además, las respuestas automáticas que nos relajan o nos revolucionan (el famoso “Fight, Fly or Freeze” (luchar, huir o quedarse inmóvil), que nos pone alerta y nos prepara para luchar o huir, aunque también nos deja congelados sin saber reaccionar, cuando estamos sometidos a una situación que supone un gran estrés).

Pero, continuemos con el modelo.

Al doblar nuestro pulgar hacia la palma de la mano estaremos situando nuestro sistema límbico por encima del tronco del encéfalo.

El sistema límbico se encarga de valorar los estímulos que provienen del mundo exterior, genera nuestras emociones, se encarga de diferentes aspectos de la memoria y de las relaciones.

Como se puede observar utilizando nuestra propia mano, el tronco del encéfalo y el sistema límbico se encuentran estrechamente unidos, y de hecho trabajan conjuntamente desempeñando una tarea fundamental para nuestras vidas: regular las emociones.

Para finalizar el ejercicio, y terminar de completar el modelo, debemos doblar el resto de nuestros dedos hacia abajo, para representar la parte más nueva del cerebro denominada corteza cerebral.

La corteza cerebral cubre físicamente el sistema límbico y parte del tronco del encéfalo.

Efectivamente, la corteza es la parte más “moderna” del cerebro: la última en aparecer tanto en la línea evolutiva como en el cerebro del embrión, diría que incluso la única parte del cerebro que madura fuera del útero de la madre, y además es la parte más desarrollada en la especie humana.

Y sus funciones, por tanto, son las que más nos caracterizan como seres humanos: se encarga de procesar el mundo exterior y donde van a impactar las experiencias, hace posible que pensemos, razonemos y reflexionemos.

Funcionamiento del modelo

A continuación, nos vamos a centrar en una parte específica de esta corteza, en la corteza prefrontal, que estará representada por la última falange de los dedos anular y corazón.

Teniendo en cuenta que la orientación de nuestra mano es la misma que la de nuestra cabeza si la levantamos el brazo poniendo la palma de la mano hacia el frente, es fácil de imaginar que la corteza prefrontal se encuentra aproximadamente bajo nuestras cejas.

Podemos comprobar que esta pequeña parte de nuestro cerebro se encuentra íntimamente ligada, conectada directamente, con el área límbica y el tronco del encéfalo (ambas partes de nuestro “cerebro manual” están siendo tocadas por las puntas de nuestros dedos), posibilitando de esta manera una de las principales funciones de la corteza prefrontal: regula, modula, hace conscientes, … nuestras emociones.

Consigue que pensemos antes de actuar.

El doctor Siegel enumera sus funciones como: regulación corporal, comunicación conectada (conexión con los demás), balance emocional, extinción del miedo, flexibilidad, visión, empatía, moralidad e intuición.

Esta regulación de las partes más primitivas y “animales” de nuestro cerebro a cargo de la capa “más humana” resulta de significativa importancia.

Bajo condiciones de estrés el cerebro inferior puede llegar a dispararse, de manera que la corteza prefrontal comienza a perder progresivamente la capacidad de regular los estratos inferiores, y cuando ya no puede resistir más, se “rinde”.

Podemos representar este proceso abriendo físicamente esa tapa que hemos representado con los dedos, dejando, de esta forma, de ejercer ese equilibrio emocional.

Como consecuencia se pierde el delicado balance existente, en condiciones normales, entre razón e instinto.

De esta forma, la parte inferior del cerebro entra en erupción porque ya no está contenida. Perdemos la flexibilidad, la capacidad de raciocinio, …

La importancia de conocer cómo funciona

Seguro que te ha pasado alguna vez, es algo natural que nos pasa a todos, todos hemos perdido alguna vez los papeles.

Lo fantástico de este mecanismo ignoto que continúa siendo nuestro cerebro es que podemos devolver nuestro cerebro a su estado de “plegado” o integrado original simplemente siendo conscientes de nuestro estado y de por qué hemos llegado a esa condición de desequilibrio.

Incluso podemos proponernos evitar que este fenómeno de descompensación llegue a suceder.

¿Cómo?

Ayudando a la corteza a que no pierda el control, reforzando sus funciones de manera consciente: nombrando y entendiendo nuestras emociones, siendo conscientes de lo que nuestro cerebro necesita en cada momento (¿un descanso?, ¿un gesto de afecto?, ¿compartir?) y tratar de conseguirlo antes de que explote.