¿Sabes qué es la brecha de empatía frío-caliente?
Se trata de un sesgo cognitivo a través del cual subestimamos la influencia de los impulsos viscerales (emocionales) en nuestros propios comportamientos, preferencias y actitudes.
Este sesgo fue acuñado por George Loewenstein, psicólogo de la Universidad Carnegie Mellon.
El sesgo de la brecha de empatía frío-caliente tiene que ver con lo que sentimos; así, nuestra comprensión de las cosas depende del estado en el que estemos sumergidos.
Es decir, si estamos enfadados, nos cuesta imaginarnos tranquilos, pero también si estamos enamorados; en este caso, nos cuesta imaginar no estarlo en un futuro.
En otras palabras, lo que sentimos determina nuestra comprensión de las cosas, y nos dificulta verlas de otra manera en ese preciso instante.
En esta línea, la brecha de empatía frío-caliente se traduce en una incapacidad para prever cómo nos comportaremos en un estado emocional (o incluso pasional) determinado, aunque ya lo hayamos vivido anteriormente.
Este sesgo nos puede llevar a cometer errores, o a tomar decisiones por las que nos arrepentimos posteriormente.
Direcciones del sesgo
Por otro lado, la brecha de empatía frío-caliente puede tomar dos direcciones. Vamos a analizar cada una de ellas:
1. De calor a frío
Se dice que las personas están en un “estado caluroso” cuando están influenciadas por un estado emocional (es decir, cuando entran en juego factores viscerales).
Bajo este estado, tienen dificultades para comprender de forma completa hasta qué punto su comportamiento está siendo impulsado por lo que está sintiendo.
En cambio, piensan que lo que realmente hacen a corto plazo, está determinado por lo que quieren a largo plazo.
2. De frío a calor
En el estado opuesto, de frío a calor, las personas se ubican en un “estado frío”.
Pero ¿qué quiere decir esto? Que manifiestan dificultades para imaginarse en “estados calientes” (emocionales).
Así, de forma opuesta a lo que sucede en el caso anterior, subestiman la fuerza que tienen sus impulsos viscerales en sus comportamientos o en su toma de decisiones.
¿Qué consecuencias tiene ello? Una falta de preparación cuando los impulsos emocionales surgen.
Tipos
La brecha de empatía frío-caliente, además, puede clasificarse según dos parámetros: su “ubicación” en el tiempo (pasado o futuro) y según si se trata de sucesos intrapersonales o interpersonales.
1. Prospectivo intrapersonal
En este caso, hablamos de las dificultades que tenemos las personas para predecir nuestro propio comportamiento futuro, cuando nos encontramos en un estado emocional diferente al que correspondería en el futuro.
Es decir, y con un ejemplo sencillo; si ahora estamos muy tristes, nos cuesta imaginar muy contentos en el futuro.
2. Retrospectivo intrapersonal
En este segundo tipo, retrospectivo, la ubicación temporal se localiza en el pasado; así, se trata de las dificultades que manifestamos para recordar (o comprender) ciertos comportamientos que tuvimos en el pasado, en un estado diferente al actual.
Es decir, si dichos comportamientos se produjeron en un estado emocional diferente al de ahora, podemos tener dificultades para recordarlos o incluso entenderlos.
3. Interpersonal
Finalmente, el tercer caso de brecha de empatía frío-caliente, según el parámetro interpersonal, sería el siguiente: los intentos que hacemos para evaluar tanto los comportamientos como las preferencias de los demás, en un estado diferente al nuestro.
Pues bien, según este sesgo, tendríamos dificultades para evaluarlos.
Los factores viscerales
Hemos hablado de los factores viscerales (o impulsos viscerales) para explicar la brecha de empatía frío-caliente.
Pero ¿qué son exactamente estos factores?
La palabra visceral proviene de víscera, del latín “viscera”, que significa “entraña”.
También denota otros significados, como “vientre maternal” (útero), “lo íntimo del corazón” o “los instintos”.
Visceral quiere decir también intenso e irracional, y se relaciona frecuentemente con estados emocionales primitivos.
Así, los factores viscerales incluyen diferentes estados como, por ejemplo: excitación sexual, sed, hambre dolor, emociones fuertes…
Cuando tomamos decisiones, los factores viscerales influyen mucho más de lo que nos pensamos (es la razón por la que muchas veces es mejor parar, calmarse y esperar a que ese estado “pase”, para decidir de forma más serena y más acorde a lo que deseamos realmente (consultarlo con la almohada)).
Cuando estamos sumergidos en un estado visceral, hablamos de que estamos en un estado de “calor”, estamos acalorados; es bajo este tipo de estados cuando nuestra mente tenderá a ignorar muchos de los estímulos necesarios para decidir de forma sensata.
Debemos tener en cuenta que los estados de acaloramiento también se relacionan con la toma de decisiones precipitada, con la impulsividad y con la posibilidad de perder el control.
¿Cómo hacer frente a la brecha de empatía frío-caliente?
Anticipándonos a ella o, mejor dicho, al estado caliente o frío en el que nos encontraremos.
El hecho de anticiparnos nos permitirá prever cómo nos podríamos comportar en tal situación, e incluso tomar medidas antes de sumergirnos en dicho estado.
Reflexión final
En definitiva, lo que denota la brecha de empatía frío-caliente, como su propio nombre indica, es que sufriremos una falta de empatía mientras nos encontremos en un estado emocionalmente alterado.
De esta forma lo que nos vamos a encontrar, es que en un estado “frío”, no preveremos de forma demasiado efectiva cómo reaccionaríamos en una situación “caliente”, y viceversa. En este sentido nos costará estar acertados.
Seguramente la mayoría de nosotros ha experimentado alguna vez este sesgo, ya que, no nos engañemos; no es lo mismo hipotetizar sobre algo que sentimos en el momento actual, que suponer lo que haríamos en un estado diferente al actual (por ejemplo, ¿qué harías si te quedaras embarazada de muy joven? ¿Abortarías? Quién sabe… el sesgo explicado puede estar ocurriendo).
Tuneado del artículo publicado en www.psicologiaymente.com
Autor: Laura Ruiz Mitjana