«Bientratarse» es parte fundamental de la Salud Positiva

Violencia, crisis de valores, indiferencia por el que sufre… ...Y mucha rabia, insultos públicos, epidemia de acoso escolar..., son nuestros tiempos, y nos estamos acostumbrando. ¿A qué se debe esta deriva extrema? Vivimos en una sociedad maltratante basada en la desigualdad, en relaciones de poder y sumisión. Este modelo patriarcal absolutamente normalizado se reproduce constantemente en lo grande y en lo pequeño. ¿En el ámbito doméstico y en el político? Sí, se reproduce en las relaciones de forma inconsciente, el poder se ejerce entre hombres, entre mujeres, entre adultos y niños... También entre iguales, entre niños. Eso es lo que venden los medios de comunicación y entretenimiento masivo: violencia y maltrato. Raro es el día en que un niño no ve una escena de violencia, ¿de qué nos sorprendemos?... No se venden modelos de paz y buentrato. Buentrato no es una palabra que aparezca en el diccionario. Ese es el problema, ni la palabra buentrato ni el verbo bientratar existen, pero sí existe el maltrato, lo tenemos claramente representado. Cuando me di cuenta de esta carencia empecé a trabajar con esos términos. Pedí a varios fotógrafos imágenes que lo representasen y ninguno supo qué ofrecerme. ¿...? Inmortalizan el maltrato porque se ve. Sin embargo, el buentrato es algo sin representación. Pero se nota… El buentrato es muy sutil, tiene que ver con el lenguaje del cuerpo, con una expresión corporal de felicidad, bienestar, relajación, pero hay que trabajarlo e incorporarlo a todos los niveles y en todos los ritos. ¿Qué ritos? El paso de la niñez a la adolescencia, por ejemplo, hoy marcado por el machismo, la popularidad hueca y el sexo. El bientratar hay que crearlo, no está representado. Y si no lo sabemos conjugar, ¿cómo vamos a desarrollarlo?... ¿Debemos definirlo para practicarlo? Sí, y hay que introducirlo en la sociedad, que sea tan común como el maltrato. Que esté en las escuelas, se promueva y se valore, que aparezca en las películas, que sea cotidiano y excitante. ¿Excitante? La alegría serena y el bienestar no tienen audiencia, no producen subidón, son algo soso. Hay que erotizar el buentrato. ¿Dónde empieza? En el agradecimiento, que es mucho más profundo de lo que imaginamos. No se trata de buena educación. Por ejemplo, a una persona que se retira, que ha dedicado su vida a la empresa, hay que darle las gracias, eso es buentrato. ¿Una manera de concebir la vida? Exacto. Hay que fomentar practicas de cooperación en lugar de competencia, introducir otros valores como la solidaridad. Pero solidaridad no es dar un kilo de arroz para los refugiados, es tener una mirada y una escucha frente a la gente que sufre. A eso lo llaman buenismo. Ahí tiene la demostración clara de que el buentrato no es un valor. Socialmente se valora el éxito, el dinero y la belleza, lo demás son complementos. Para que algo empiece a cambiar debemos trabajarnos a nosotros mismos. ¿Cómo? Darnos cuenta de qué valores hemos incorporado que nos dañan y hacen daño a los demás, y aprender a ser más compasivos y solidarios con nosotros mismos. Respetar, para empezar, nuestro propio ritmo, ser dueños de nosotros. No maltratarnos. El buentrato es la forma de expresión del amor, nuestra forma de vincularnos con los demás. Si no canalizamos nuestra energía amorosa, nos sentimos frustrados, enfermos. Cierto. Hay que empezar por pequeños proyectos de amor hacia uno mismo y hacia los otros, algo tan simple como: “Todos los día voy a caminar media hora, lo necesito” o “Voy a ser amable”. El buentrato debe ser proyecto de vida. Las cosas se tuercen... Venimos al mundo a transformarnos y a transformarlo, pero la vida te coloca en laberintos, situaciones difíciles que tienes que atravesar. Usted tuvo leucemia y cuatro años después murió su hijo... Hay que ser resiliente, no queda otra. La muerte de mi hijo, después de un proceso de búsqueda de sentido, me llevó a formar a gente en ese modelo de trabajo basado en el buentrato. ... Una persona no puede haber nacido para que la otra se quede infinitamente mal. Mi hijo murió, tuvo su proceso y sentido de vida que yo desconozco. El mío ha sido crear herramientas de autoayuda para transformar mi vida y poder ayudar a otros, y esa fuerza me la ha dado mi hijo a pesar de todo el inmenso sufrimiento. Entiendo. Nos iremos cuando hayamos acabado nuestra misión en esta vida, pero no sabemos por qué hemos venido. ¿Cuál es la herramienta fundamental para transformar la propia vida? La reflexión, la escucha. La herida nos lleva a la ira, y la ira, al ­maltrato... Sí, a menos que yo me haga cargo de mi herida, y entienda que la ira es una emoción humana que podemos manejar.

La Contra de la Vanguardia 7 de Enero de 2017 Fina Sanz, doctora en Psicología y sexóloga