De acuerdo con la teoría del self de George H. Mead, un individuo es capaz de autopercibirse –de tener una concepción de sí mismo y reflexionar sobre sí mismo– al estar inmerso en un contexto cultural y social.
Es decir, se crea una autoimagen –y un autoconcepto– a partir de la comparación entre la identificación, la observación o interpretación de las acciones de los demás y la evaluación de la situación personal en diferentes momentos de un acto.
Por lo tanto, esta mismidad –selfhood– permite la objetivización, la capacidad de verse a sí mismo desde los diferentes puntos de vista de los miembros de un grupo al que se pertenece –como la familia, amigos, trabajo, escuela, ...
¿Qué pasa cuando el contexto social promueve ideas falsas sobre lo que es el bienestar?
Se llama distorsión del self (o "sí mismo") a cuando la autopercepción y el autoconcepto son diferentes a la verdadera esencia de un individuo, cuando las exigencias morales o de moda de una sociedad denigran las necesidades básicas de una persona.
Un ejemplo de ello es el impacto negativo de las redes sociales sobre nuestra salud emocional, al compararnos constantemente con las comidas, viajes o relaciones amorosas perfectamente decoradas en diversas plataformas como Instagram y Facebook.
No es novedad que los científicos hayan registrado altos niveles de depresión y autoimagen distorsionada en gente que pasa gran parte de su día en estas redes sociales.
Afortunadamente el sí mismo, a diferencia del cuerpo físico, es cambiante desde la raíz, es decir, nuestro autoconcepto puede restablecerse mediante los cambios, la evolución y la trascendencia.
Conforme las experiencias nos provocan salir de nuestra zona de confort, desarrollamos herramientas que facilitan el progreso hacia un mayor bienestar general –rechazando incluso premisas socialmente aceptadas.
Los síntomas de fortalecimiento del sí mismo y que indican que estamos en el camino correcto son los siguientes:
Buscar la soledad, pero no quedarse a vivir en ella
Evitar el contacto social ayuda a recuperarse de las exigencias culturales que pueden estar distorsionando al yo, y permiten analizar sus veracidades frente a las necesidades propias.
Además, brinda una sensación de respiro para priorizar objetivos personales y desarrollar planes para alcanzarlos.
Tener sueños vívidos
Al cambiar en el consciente nuestras premisas y patrones, esto se extiende hacia el mundo del inconsciente, y entonces afloran a través de los sueños.
La constancia de los sueños vívidos, buenos y malos es un reflejo del trabajo interno que está en proceso de evolución para un cambio significativo.
Superar las emociones que no te permiten crecer
Ante los cambios, las emociones negativas se vuelven cada vez más recurrentes y fuertes; sin embargo, no es recomendable suprimirlas, evitarlas ni evadirlas, pues sólo aumentaría el sufrimiento por rechazo al dolor.
La mejor manera de superar las oleadas de labilidad emocional es empezar a sentirlas realmente: sentir las emociones tanto negativas como positivas.
Confiar en los instintos
Hay ocasiones en que las cosas no salen como nos hubieran gustado, y si bien no somos capaces de controlar los factores externos (como las críticas poco fundamentadas de otras personas), podemos regular nuestras emociones, pensamientos y reacciones al respecto.
Es más fácil escuchar los instintos propios acerca de lo que es más saludable, sin tener miedo de las opiniones de otras personas.
Distanciarse de las situaciones y personas tóxicas
Amigos cercanos, familiares o compañeros de trabajo, muchas situaciones nos llevan a personas consideradas como “vampiros energéticos”.
Al entablar un límite entre sus conductas y las reacciones de uno es más fácil separarse de la negatividad.
Poner en cuarentena los pensamientos y creencias autodenigrantes
Te das cuenta de que lo que pudieron decirte que eras son profecías autocumplidas, por lo que comienzas a observar, analizar y valorar lo que realmente eres sin la intervención de las creencias de personajes externos.
Las opiniones negativas de otros dejan de lastimarte, y en consecuencia surge una mayor confianza en ti mismo.
Experimentar la sensación de estar perdido
En muchas ocasiones, la sensación de estar perdido se debe a que el lugar por el que nos movemos es desconocido, de modo que basta con generar nuevos patrones –más saludables– para reducir los síntomas de ansiedad, depresión y angustia.
La sensación es normal: confía en que estás perdido en el camino correcto.
En definitiva, nuestro cerebro es plástico y esa cualidad nos permite rediseñarnos continuamente.
Es nuestra principal tarea conseguir que los cambios que inexcusablemente se han de producir se orienten siempre a favor de un crecimiento personal acorde con la escala de valores que, conscientemente, hemos decidido construir.
Tuneado del artículo aparecido de www.pijamasurf.com