Pero cuando escapa a nuestro control y se vuelve destructiva, puede conducirnos a situaciones problemáticas; en el trabajo, en las relaciones personales, ...
Afecta a la calidad global de nuestra vida y nos puede hacer sentir como si estuviéramos a merced de una emoción impredecible y poderosa.
¿Qué es la ira?
La ira es “un estado emocional que varía en intensidad desde una leve irritación a la furia y la rabia intensa”, según Charles Spielberger, psicólogo especializado en su estudio.Al igual que otras emociones, está acompañada de cambios fisiológicos y biológicos, y cuando alguien se enoja, su frecuencia cardíaca y su presión arterial aumentan, al igual que los niveles hormonales, en especial los de adrenalina y noradrenalina. La ira puede ser causada por los estímulos externos e internos.
Nos podemos enfadar con una persona específica (un compañero de trabajo o supervisor), un acontecimiento (un atasco de tráfico, un vuelo cancelado), o el enfado puede ser causado por preocuparse o meditar acerca de nuestros problemas personales.
Los recuerdos de eventos traumáticos también pueden provocar sentimientos de rabia.
Expresando la ira
La manera instintiva, natural de expresar nuestra ira es responder agresivamente.La ira es una respuesta natural, de adaptación a las amenazas, nos inspira poder, agresividad, sentimientos y conductas, que nos permiten luchar y defendernos.
Una cierta cantidad de ira, por lo tanto, es necesaria para nuestra supervivencia.
Las personas utilizan una variedad de procesos conscientes e inconscientes para lidiar con sus sentimientos de enfado. Los tres principales son expresar, reprimir y calmarse.
Expresar los sentimientos de enfado de manera asertiva es lo más adecuado.
Para ello hay que aprender a dejar claro cuáles son nuestras necesidades, y cómo conseguir resolverlas sin herir al otro.
Ser asertivo no significa ser agresivo o exigente, significa ser respetuoso con uno mismo y con los demás.
La ira puede ser atenuada, para poder convertirla o redirigirla
Esto ocurre cuando dejamos de focalizar nuestro sentimiento de enfado y tratamos de centrarnos en algo positivo.El objetivo es inhibir o reprimir la rabia y convertirla en un comportamiento más constructivo.
El peligro en este tipo de respuesta es que, si no se permite su expresión externa, la ira puede volverse contra uno mismo.
La ira hacia adentro puede causar hipertensión, presión arterial alta o depresión.
Las personas que están constantemente molestando a los demás, criticando todo y haciendo comentarios cínicos no han aprendido a expresar su ira de manera constructiva.
Esto hace poco probable que tengan muchas relaciones exitosas.
Por último, puede calmarse en el interior.
Esto significa no sólo controlar su conducta externa, sino también controlar sus respuestas internas, tomando medidas para reducir el ritmo cardíaco, calmarse y dejar que los sentimientos desaparezcan.
Manejo de la Ira
El objetivo del manejo de la ira es atenuar los sentimientos y el despertar fisiológico que provoca.
Estrategias para mantener el control
Relajación
Técnicas sencillas de relajación como el control de la respiración y la visualización de imágenes agradables, se han demostrado muy eficaces, así como, ejercicios de control como el yoga y la meditación.Reestructuración cognitiva
En muy pocas palabras podríamos decir que esto significa “cambiar la forma de pensar”.Solución de problemas
En ocasiones la ira y la frustración son causadas por problemas reales e ineludibles de nuestras vidas, son respuestas naturales.Mejorar la comunicación
Las personas enojadas tienden a centrarse en los hechos y en las conclusiones que, muchas veces son del todo inexactas.Usar el humor
A veces el humor puede ayudar a calmar la rabia, nos ofrece una perspectiva más equilibrada y relativiza los hechos.Cambiar el entorno
A veces es nuestro entorno inmediato el que nos da motivos para estar irritados, las responsabilidades y los problemas pueden convertirse en “trampas” llenas de acontecimientos y personas que nos alteran.
Autor: José Carrión Otero