5 formas del chantaje emocional

El chantaje emocional es una forma de control que implica un acto de violencia psicológica.

Normalmente damos por hecho que esto tan sólo sucede en las parejas, sin embargo, también ocurre en el espacio “padres – hijos”.

El agresor suele ser una persona cercana afectivamente, que pretende controlar nuestro comportamiento sin darnos la posibilidad de elegir.

Para lograrlo puede recurrir a la intimidación, amenazas, o a formas de manipulación más sutiles que terminan minando nuestra autoestima.

En ocasiones, el chantaje emocional puede esconderse detrás de frases aparentemente inocuas como “si me quisieras, no lo harías”, “tú decides, pero atente a las consecuencias”, “si no comes me pondré triste”.

Estas frases tienen el objetivo conseguir que la otra persona, en este ejemplo, nuestros hijos hagan lo que nosotros queremos.

El problema es que al hacerlo desde este lugar de preeminencia le transmitimos una sensación de culpa, miedo y responsabilidad, para lograr que la “víctima” ceda a la voluntad del manipulador.

¿Cómo detectar a un chantajista emocional?

En algunos casos la manipulación es casi inofensiva, no se trata de sentir que estamos dañando deliberadamente a nuestros hijos o pareja, pero sí es cuestión de prestar atención.

De hecho, cuando la manipulación perdura a lo largo del tiempo, puede llegar a causar profundas heridas emocionales en la persona que la sufre.

Esa es la razón por la que resulta importante detectar a tiempo al chantajista o detectar si nosotros mismo, de forma no premeditada, estamos practicando esta conducta.

¿Cómo detectar a los agresores?

En ocasiones el reto puede no resultar trivial.

Por ejemplo, cuando nos sentimos desbordados con temas referentes a nuestros hijos, solemos pensar que la solución reside exclusivamente en conseguir cambiar el comportamiento de nuestros vástagos.

Se dan casos en los que incluso los padres llevan a los hijos “revoltosos” a terapia, cuando en realidad en un número significativo de estos casos, nuestros hijos están siendo un espejo, reflejan la conducta del adulto.

En estos casos, si el adulto no analiza también sus criterios y conducta, y toma las medidas necesarias, de poco servirá la intervención del profesional.

En otras ocasiones, strong>es la llegada de un nuevo bebé al seno de la familia cuando se inicia un comportamiento chantajista por parte de los hijos mayores.

Y, de nuevo, conviene examinar hasta que punto esta conducta no responde a otra cosa que a una repetición de las conductas aprendidas en el seno familiar.

En cualquier caso, reproducimos a continuación los patrones de comportamiento que se suele encontrar con más frecuencia en los casos típicos de chantaje emocional por parte de los protagonistas:
  • Su exigencia es desmesurada

    Los chantajistas siempre tienen una exigencia, que generalmente va en contra de nuestras necesidades y deseos.

    De hecho, no importa cuántas veces hayamos cedido a sus demandas, no se darán por satisfechos y ni siquiera recordarán lo que hemos sacrificado por ellos en el pasado, siempre querrán más.

    Con los más pequeños de la casa pasa con las notas del colegio, nuestra fijación en la nota numérica que saca, a veces nos aleja de saber cómo se siente nuestro hijo.

  • Oponen una gran resistencia

    El chantajista casi nunca da su brazo a torcer, se mantiene firme y da batalla si pensamos de manera diferente.

    Si no acatamos sus deseos mostrará su enojo o decepción de la peor manera, haciendo que nos sintamos mal.

    Puede llorar, discutir, reclamar o gritar, cualquier estrategia es buena para “convencer”.

    El manipulador simplemente no acepta las cosas si no le agradan.
  • Tergiversan las palabras

    El manipulador es un especialista tergiversando las palabras porque no está dispuesto a asumir su responsabilidad.

    Si intentamos reclamar nuestros derechos, inmediatamente asumirá el rol de víctima o nos recordará todo lo que ha hecho por nosotros.

    Así, lo que era un simple reclamo de un derecho fundamental se convierte en una “evidencia” de lo mala persona que somos.
  • Amenazan continuamente

    No siempre se trata de amenazas directas, en muchos casos son amenazas disfrazadas.

    Por ejemplo, un manipulador puede exagerar las consecuencias de una decisión equivocada, puede amenazar con el dolor y el sufrimiento que sentirá por esa decisión.

  • Subestiman los problemas de los demás

    Al manipulador no le interesan los problemas de su víctima, podemos llevar sobre nuestros hombros un peso enorme pero el chantajista hará caso omiso e intentará desviar la atención hacia sus supuestos problemas.

    En este tipo de relación, la víctima está obligada a soportar los problemas de ambos, y si no lo hace es tachada de egoísta e insensible.

  • Conocen los puntos débiles y no dudan en tocarlos

    El chantajista es un hábil lector emocional, conoce perfectamente los puntos débiles de su víctima y no duda en tocarlos cada vez que sea necesario.

    De hecho, esta persona no se caracteriza precisamente por su empatía, si sabe que su víctima tiene un gran sentido del deber o que se siente desprotegida, recurrirá a estas “debilidades” para manipularla.

  • Actúan con prepotencia y rigidez

    La mayoría de los manipuladores quieren dominar la conversación, siempre quieren tener razón y se molestan cuando les aconsejan o les llevan la contraria porque consideran que se trata de un insulto a su inteligencia.

    Su objetivo es anular la opinión del otro, para que la suya prevalezca.

  • Cambian de humor con extrema facilidad

    Los manipuladores cambian de humor con gran rapidez.

    Un momento pueden mostrarse felices y satisfechos, pero al momento siguiente, si la víctima se resiste, pueden transformarse y comenzar a llorar, enfadarse o gritar.

Los 5 tipos de manipulación emocional

Existen diferentes tipos de manipulación emocional, aunque lo más usual es que el chantajista adopte varias técnicas para lograr sus objetivos, en dependencia de la persona y del contexto.
  • El manipulador ejerce una presión sobre la persona para limitar su libertad de decisión

    En la práctica, le hace saber que su comportamiento tendrá consecuencias negativas que sería mejor evitar, “por su propio bien”.

    En este tipo de manipulación se recurre al miedo, de hecho, en las relaciones de pareja suelen ser comunes frases como “si vuelves a hacer eso, te abandono”.

    Se trata de una postura radical que no admite discusión ya que, si la persona no acata la orden, será castigada.
  • El manipulador emocional es experto en sembrar la semilla de la culpa

    El chantajista logra que la persona crea que es “mala” si no le obedece.

    En este caso, la persona cede al chantaje para no convertirse en “el malo de la película”.

    Frases como “con todo lo que he hecho por ti y así me pagas” o “me has defraudado, creía que eras una buena persona” forman parte del guion de este tipo de chantaje en el que el manipulador se convierte en una “pobre víctima”.
  • El chantajista asume el control fingiendo que depende de la otra persona

    En este caso, no solo despierta sentimientos de culpabilidad, sino que también alude al sentido de la responsabilidad.

    Por ejemplo, una pareja o una madre puede recurrir a frases como “si me abandonas, no podré soportarlo”.

    De esta forma se colocan una máscara de debilidad e impotencia, con el objetivo de manejar la relación y lograr que la persona ceda a sus deseos.
  • El manipulador es experto en confundir y criticar a la víctima

    El chantajista conoce tus puntos débiles y sabe hacer palanca en ellos, para lograr que esa persona lo vea como su “salvador”.

    En este caso, el manipulador se adueña de la razón y se convierte en una especie de mentor ya que su objetivo es crear una dependencia, de manera que la persona siempre le pida consejo.

    Generalmente usn frases dirigidas a minar su autoestima y autoconfianza, como: “no sirves para nada”, “no tienes idea de cómo solucionar el problema” o “te ayudaré porque no sabes hacerlo”.
  • Puede parecer una negociación, pero en realidad se trata de un chantaje en toda regla.

    En este caso, el manipulador promete premiar a la persona si esta accede a sus deseos
    Se trata de un chantaje muy común entre padres e hijos, como cuando estos le ofrecen al niño un premio a cambio de que apruebe los exámenes.

    También se aprecia en las parejas, en cuyo caso uno de los miembros intenta someter la voluntad del otro a través de regalos o incluso concediendo su atención o recordándole constantemente todo lo que le ha dado