11 Consejos para cuidar el sistema inmunológico

El sistema inmunológico es nuestra defensa, nuestra “respuesta inmune”, a determinados agentes externos que pueden entrar en nosotros y provocar daño biológico.

Compuesto por una red de células, tejidos y órganos, son ellos los encargados de trabajar en conjunto para proteger nuestro cuerpo.

Estas células protectoras son los llamados leucocitos o glóbulos blancos encargados de atacar precisamente esos organismos que originan determinados tipos de enfermedades.

Estas células se encuentran situadas en el timo, el bazo y la médula ósea. Son los llamados “órganos linfáticos”.

Los glóbulos blancos comen bacterias extrañas y otros organismos que invaden el cuerpo; por lo tanto, son los responsables de mantener el organismo inmune (habilidad del cuerpo para combatir las infecciones).

Es posible que algunas personas tengan sistemas inmunológicos más débiles debido a su genética y otras debido a las infecciones virales o bacterianas.

Antes de dar consejos para mantener en forma nuestro sistema inmunitario conviene ofrecer una breve explicación sobre cómo puede llegar a dañarse.

Con anterioridad a que nuestro sistema inmunológico “falle” y aparezcan problemas concretos de salud, en nuestro organismo han venido ocurriendo otros procesos previos que los han provocado.

En general, antes de que se produzca una caída de las defensas, ha ocurrido una descompensación del sistema nervioso y después del endocrino, que si no se tratan a tiempo derivan finalmente en el desequilibrio del sistema inmunitario.

Un proceso de tipo nervioso se define como de corto plazo, porque la reacción de nuestro organismo ante una agresión o desequilibrio de este tipo se produce de un modo inmediato.

Si no se puede controlar este proceso, a medio plazo entrará en juego el sistema endocrino desencadenando una respuesta hormonal.

Y si la situación que ha generado el problema se mantiene a largo plazo será el sistema inmunitario el que comience a dar problemas.

Nuestras defensas bajarán, pero antes los otros dos sistemas ya nos habrán avisado con procesos más o menos controlables.

Por lo tanto, lo lógico es que cuidemos en primer lugar nuestro sistema nervioso, ya que el sistema inmunitario basa en él su equilibrio.

En resumen, en un organismo sano, es difícil que se produzca una caída de nuestras defensas por sí mismas de forma espontánea.

Cómo mantener tu sistema inmunológico en forma

Tu salud es una de las cosas más valiosas que tienes.

Si bien existen formas de ayudarte a superar una enfermedad más rápidamente, uno de los mejores métodos de combatirla es prevenirla.

Utilizar estrategias para desarrollar tu sistema inmunológico y reducir los hábitos que lo disminuyan podrá ayudarte a vivir una vida más sana y feliz.

Veamos como:

1. Intentar mantener la “tranquilidad en el día a día”

Especialmente en situaciones “estresantes” (exámenes, exceso de trabajo, ...) para que la cosa no vaya a más y el cuerpo reaccione de un modo completo y sin problemas.

2. Mantener un Control Emocional (disgustos).

Si evitamos el descontrol emocional las hormonas harán un trabajo eficaz.

3. Gestión del estrés y la ansiedad.

El estrés y la ansiedad descompensan el sistema nervioso, después el endocrino y finalmente el inmunitario, lo que provoca la caída de defensas correspondiente, haciendo que nuestro organismo esté más predispuesto a contraer una enfermedad infecciosa.

Para reducir el estrés y encontrar la calma es muy efectivo practicar ejercicios de respiración y técnicas de relajación como: meditación y yoga. Una sesión de yoga de veinte minutos te dejará totalmente relajado, revitalizado y disfrutarás de un fuerte sentido de bienestar.

Los pensamientos positivos acompañados de la risa también juegan un papel importante para combatir el estrés, ya que liberamos endorfinas que son las responsables del bienestar y felicidad.

4. Evita los excesos y haz elecciones saludables.

Evita fumar y consumir alcohol de forma habitual, son dos enemigos para tu salud en general.

Beber alcohol en exceso suprime el sistema inmune y el tabaco envejece la piel, perjudica las vías respiratorias, reduce el flujo sanguíneo y aumenta el riesgo de infecciones, siendo los fumadores más propensos a padecer resfriados y gripes, ya que se debilita el sistema inmunológico de forma notable.

5. Evitar los cambios de temperatura extremos

Cambios que obligarán al organismo a hacer adaptaciones rápidas para poder estabilizar el cuerpo. Evitar las mojaduras o viento frío ... que puedan descompensarnos.

6. Evitar eliminar por completo la fiebre

Cuando hay un proceso catarral o similar en marcha,la fiebre debe controlarse, manteniéndola alrededor de 38º en las personas cuya temperatura “normal” oscila entre 36,5º ó 37º. La fiebre es una herramienta de nuestro organismo para mantener a raya a los agentes nocivos externos, y forma parte de la respuesta inmunitaria normal.

7. Cuida tu alimentación.

Una dieta variada y equilibrada rica en zinc y vitaminas A, B, C y E, son esenciales para fortalecer el sistema inmunitario. Reduce o evita al máximo, consumir alimentos refinados y frituras. Aumenta el consumo de frutas cítricas y verduras ya que actúan como antioxidantes para proteger y fortalecer tu sistema inmune.

Procura incorporar a tu dieta diaria estos alimentos para aumentar las defensas y fortalecer el sistema inmunológico:

Alimentos con vitamina A, protegen las células respiratorias y ayudan a mejorar la inmunidad de la piel: tomate, remolacha, fresas, cerezas, espinacas, lechuga, zanahoria y calabaza.

Alimentos con vitamina B, fundamental para aumentar las defensas y mantener el buen funcionamiento del organismo: Pescado, huevo y legumbres.

Alimentos con vitamina C, esencial para el buen funcionamiento del sistema inmunológico. Una excelente

fuente son los cítricos como la naranja, el limón, el kiwi, manzana y vegetales de hoja verde como el brócoli, los pimientos y las patatas.

Alimentos con vitamina E, refuerza el sistema inmunológico por sus propiedades antioxidantes naturales: frutos secos, espárragos y aceite de oliva.

Alimentos ricos en Zinc, como cereales integrales, marisco, legumbres, huevos, productos lácteos, pescado, carnes y semillas de calabaza. Una deficiencia en zinc puede debilitar el sistema inmunológico, permitiendo la entrada de virus y agentes externos.

Además, en tus hábitos alimenticios evita los alimentos en malas condiciones, o aquellos de los que no estemos seguros de su higiene y no consumas alimentos que puedan dañarte específicamente (los que te produzcan intolerancias o alergias, o simplemente los que “no te sienten bien”).

8. Evitar la falta de higiene, sobre todo en manos, pies y orificios del cuerpo.

Tampoco es conveniente “pasarnos de limpios”; un uso excesivo de productos de higiene, sobre todo si no respetan el PH de la piel, puede alterar la flora bacteriana natural de nuestro organismo dejándonos desprotegidos.

9. Hacer ejercicio.

Pero evitando los esfuerzos excesivos, que nos dejarán agotados y caerán las defensas (ojo por lo tanto a esa moda de ejercicios a tope que dañan más que ayudan).

10. Dormir bien.

La falta de sueño provoca efectos negativos sobre la salud y especialmente sobre el sistema inmune. Hay una estrecha relación entre dormir y el sistema inmunológico, ya que la calidad del sueño es un factor importante para equilibrar el sistema inmune y para la producción de glóbulos blancos, encargados de proteger el organismo de gérmenes.

Dormir poco debilita el sistema inmunológico y nos estresa. Por la noche cuando dormimos es cuando se produce el proceso de reparación de nuestras células y la regeneración del cuerpo, así como las reservas de energía. Se recomienda dormir un mínimo de 7 a 8 horas diarias, sin embargo, cada individuo es diferente y puede variar de una persona a otra.

11. Consumir Probióticos.

Los probióticos son bacterias “buenas” que forman parte de nuestra flora bacteriana y juegan un papel importante para la salud del tracto gastrointestinal y para fortalecer el sistema inmunológico. Los probióticos se encuentran en alimentos lácteos fermentados, yogurt y cápsulas. El consumo de estos alimentos probióticos, junto a una dieta equilibrada rica en fibra y libre de grasas saturadas, ayudan a fortalecer el sistema inmunológico.